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Adimark: el frente de mal tiempo también azota a La Moneda Magro resultado golpeó todos los pronósticos de Palacio y echó por tierra relato de la “obra gruesa”  

Adimark: el frente de mal tiempo también azota a La Moneda

Marcela Jiménez
Por : Marcela Jiménez Periodista de El Mostrador
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Lo que más complica al Gobierno es que esta baja no debió registrarse, porque el Ejecutivo ya había hecho las rectificaciones necesarias –recordaron– al instalar desde marzo, como rumbo para los próximos dos años, la premisa de la consolidación de la obra gruesa, lo realizado hasta ahora y no seguir profundizando el discurso reformista. “Hay una pérdida de apoyo que en estos momentos es difícil de interpretar políticamente”, asumió un alto asesor de Palacio.


Fue el mismo día en que se hizo pública la decisión de la Presidenta Michelle Bachelet de querellarse por injurias contra cuatro periodistas de revista Qué Pasa, por lo que el impacto de los resultados de la encuesta Adimark de esa mañana quedó inevitablemente bastante eclipsado. El sondeo arrojó una baja de 5 puntos de la Mandataria, pero también una caída fuerte del comité político y del Gobierno, cuyo rechazo alcanzó al 80%, lo que obliga a la actual administración a pensar en qué ruta se debe asumir para revertir estos guarismos, más aún cuando los pronósticos auguran “un crudo invierno” para La Moneda en materia de encuestas.

Los resultados del sondeo Adimark esa mañana fueron un balde de agua fría en el Gobierno, porque no solo algunas encuestas internas de Palacio arrojaban un escenario distinto, al menos no uno a la baja, sino porque en el diagnóstico interno no se consideró que hubiese algún error propio que influyera determinantemente en la caída.

En efecto, durante el trabajo de campo de la encuesta fue el apogeo del conflicto en Chiloé, las revelaciones sobre el financiamiento de SQM al PPD, el mensaje presidencial del 21 de mayo, la muerte del guardia Eduardo Lara ese mismo día como consecuencia de un incendio provocado por encapuchados en el marco de las manifestaciones y la arremetida estudiantil, con el sorpresivo ingreso a La Moneda como hito para notificar una nueva ofensiva. En el Gobierno asumen que mayo no fue un buen mes, pero no para registrar una caída de ese nivel y, menos, cuando el balance final del manejo del conflicto en Chiloé es positivo, porque se desactivó la movilización y se neutralizaron los focos de conflicto.

En La Moneda aseguran que esta tendencia a la baja que arrojó Adimark “es una prueba fuerte” para la administración bacheletista, porque no se pueden arriesgar a bajar del umbral del 20% de apoyo, lo que obliga a pensar un diseño, una forma de revertir este escenario, a contrapelo de factores que tienden a jugar en contra, como es el invierno, durante cuyos meses siempre bajan los apoyos ciudadanos en las encuestas, y la situación económica, sobre lo cual los expertos ya han advertido que no se trata solo de un momento malo sino de una temporada difícil, por lo que hasta fin de año –mínimo– no habrá un repunte.

Lo que más complica a La Moneda, confesaron sus inquilinos, es que esta baja no debió registrarse, porque el Gobierno ya había hecho las rectificaciones necesarias –recordaron– al instalar desde marzo, como rumbo para los próximos dos años, la premisa de la consolidación de la obra gruesa, lo realizado hasta ahora y no seguir profundizando el discurso reformista. “Hay una pérdida de apoyo que en estos momentos es difícil de interpretar políticamente”, asumió un alto asesor de La Moneda.

Bachelet bajó del 29% al 24% de apoyo, su desaprobación llegó al 72%, y lo que resulta más preocupante para el oficialismo es que la pérdida de respaldo se está dando entre los propios, en ese rango ciudadano que se consideraba parte del sustento base de la Mandataria: en el estrato social bajo cayó siete puntos, del 34% al 27%, y cuatro puntos en el sector medio, de 27% a 23%, en tanto que, entre los que se identifican con la izquierda, descendió 8 puntos, del 50% al 42%.

En Palacio se asumió que el discurso del 21 de mayo no generó efecto alguno, cuando lo habitual es que marque la pauta, la agenda pública y política, lo que se suma a la percepción de que ninguna de las medidas que adopta el Gobierno están generando un efecto. Por lo mismo, uno de los diagnósticos internos es que la Mandataria y su administración siguen pagando por los errores cometidos durante el 2015, que fue uno de los años más malos para el bacheletismo, o sea, que el libreto de errores les sigue pasando la cuenta.

[cita tipo= «destaque»]Uno de los análisis apunta a que es consecuencia directa del clima de desencanto político generalizado que hay en la ciudadanía, que se ha agudizado con el destape de los casos Penta, SQM y Corpesca, que dejaron al descubierto las irregularidades transversales en el financiamiento de la política. “Eso ha generado una distancia, una resistencia a volver a confiar y cuando la gente empieza a encontrar todo malo, es muy difícil lograr sintonizar”, precisaron en La Moneda.[/cita]

Uno de los análisis apunta a que es consecuencia directa del clima de desencanto político generalizado que hay en la ciudadanía, que se ha agudizado con el destape de los casos Penta, SQM y Corpesca, que dejaron al descubierto las irregularidades transversales en el financiamiento de la política. “Eso ha generado una distancia, una resistencia a volver a confiar y cuando la gente empieza a encontrar todo malo, es muy difícil lograr sintonizar”, precisaron en La Moneda.

A eso se suma –apunta otro de los diagnósticos internos– que no existe en el oficialismo un líder claro de la coalición, un abanderado que canalice las expectativas y, por ende, saque al actual Gobierno el epicentro de las demandas. Cada Presidente ha tenido uno, incluso en el primer mandato de Bachelet, en la vereda de enfrente estaba Sebastián Piñera como primera alternativa, pero el escenario político es tan confuso actualmente, con un abanico abierto de nombres, tanto en la derecha como en el oficialismo, sin que ninguno tenga un liderazgo contundente.

Este panorama, recalcaron en Palacio, hace más complejo detectar a cabalidad el giro que hay que efectuar, aunque algunos ya esbozan algunos puntos relevantes. Si bien la Presidenta se fue a París el lunes en la noche, antes de que se diera a conocer la encuesta Adimark, ese mismo día a primera hora encabezó un consejo de gabinete, donde habló del imperativo de mejorar la gestión gubernamental, que fue el acento que puso y la tarea que dejó sobre la mesa para todos sus ministros.

Unido a eso, se apunta al desigual desempeño de intendentes, gobernadores y seremis a lo largo del país, lo que incide directamente con la percepción ciudadana sobre la efectividad y aciertos de la actual administración. Hace meses que se habló de un cambio de autoridades a ese nivel, incluso a fines del año pasado había en el Ministerio del Interior un panorama claro de la realidad de cada región, pero la decisión fue dilatada y solo se han realizado ajustes focalizados.

¿Cambio?

El ministro de Hacienda, Rodrigo Valdés, cayó 12 puntos en la Adimark, del 51% al 39%, su registro más bajo desde que asumió las riendas de la billetera fiscal hace poco más de un año. El ministro vocero, Marcelo Díaz, descendió ocho puntos, del 54% en abril al 46%, y el ministro del Interior, Jorge Burgos, bajó seis, llegando al 35%. Misma tendencia observada en otras autoridades de carteras claves, como la titular de Educación, Adriana Delpiano, que bajó 5 puntos, quedando en un 30% de aprobación, y su par de Justicia, Javiera Blanco, descendió del 34% al 30%.

El Gobierno en su conjunto cayó en su respaldo del 23% al 18% y su rechazo aumentó 9 puntos más que en abril, alzándose al 80%.

En el marco de esta dificultad para detectar la razón de fondo del profundo malestar que demuestra la encuesta, en La Moneda dicen que si la solución fuera un cambio de gabinete, como señal política, sería una buena fórmula, pero no hay certeza de eso, como sí la había y era indispensable el 2015, cuando el 11 de mayo Bachelet descabezó a su comité político, sacó a Rodrigo Peñailillo, Alberto Arenas y Álvaro Elizalde, para instalar a Valdés, Burgos y Díaz.

Agregan que es difícil que se adopte aquella ruta, considerando que el mensaje del 21 de mayo tuvo de positivo –según destacaron en La Moneda los días siguientes– que la Presidenta dio señales reales de empoderamiento a su comité político y que esa ha sido la tónica este último tiempo. Exponen, a manera de ejemplo, que aún no se ha definido a cabalidad la ruta a seguir para salvar la reforma laboral, que fue mutilada en sus aspectos centrales por el Tribunal Constitucional, porque la Presidenta está esperando una unanimidad de su comité político.

Todo el análisis interno del Gobierno sobre su caída en las encuestas es preparación e insumos para enfrentar lo que será el resultado de la encuesta del Centro de Estudios Públicos (CEP), que lleva al menos quince días de retraso respecto a la fecha en que habitualmente se entregaba su muestra y cuyo trabajo de campo, según consignaron varios medios de comunicación, se realizó en abril.

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