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Ortúzar barre con el progresismo de  trinchera: «Tratar de racistas o fascistas a todos los que rechazan la globalización es muy poco inteligente» Calificar a alguien de «facho pobre, es una especie de roteo», afirma

Ortúzar barre con el progresismo de trinchera: «Tratar de racistas o fascistas a todos los que rechazan la globalización es muy poco inteligente»

A propósito del Bréxit y los votos que sitúan a Donald Trump en la carrera por la Casa Blanca, el antropólogo de derecha se descarga contra el «paternalismo» de un concepto local que para él es producto de la indignación «que no ofrece luz sobre lo que está pasando».


El antropólogo Pablo Ortúzar publicó este miércoles una columna en La Tercera donde explica la reacción, a su juicio indignada, de algunos adherentes de centroizquierda o progresistas chilenos frente a dos hechos claves, como los votos que convirtieron a Donald Trump en el candidato del Partido Republicano en Estados Unidos, y la salida de Reino Unido de la Unión Europea, a través de un referendo.

Ortúzar ocupa estos hechos para apuntar a lo que en su opinión es una tendencia en el medio local del pensamiento:

«‘Facho pobre’ es el insulto que usan en Chile algunos progresistas contra quienes, teniendo poco dinero y educación, no son de izquierda. Es una especie de roteo, pero que suma al desprecio social un desprecio moral e intelectual. Y también cierto paternalismo. En el fondo, propone al otro como alguien alienado en su miseria. Alguien que no puede ver lo que le conviene porque es demasiado menesteroso«, escribe. «En cambio, quien usa este insulto se presume conocedor de cierta verdad respecto al mundo, y respecto al otro mismo, que la carencia le oculta a quien la sufre».

El analista continúa argumentando su rechazo al concepto que describe:

«El problema con este desprecio y esta indignación es que la mera condena moral e intelectual no ofrece luz alguna para tratar de comprender lo que está pasando. Tratar de xenófobos, racistas, fascistas o lo que sea a todos los que parecen rechazar la forma en que sus estados nacionales se están articulando con la globalización es evidentemente una forma muy poco inteligente de mirar el asunto, que solo puede venir, como ha señalado el columnista de The Week, Damon Linker, del desengaño respecto de una creencia progresista cuasirreligiosa»

Después el texto vuelve a intentar una mirada aterrizada en la contingencia global, para explicar lo que está ocurriendo:

«Era muy previsible que la globalización y el cosmopolitismo tendrían que ajustar cuentas con los estados nacionales, y que nada sería fácil en ese camino. Cualquiera que haya leído ‘El Federalista’ sabe lo complejo que puede ser el desafío de pensar un orden que incluya muchas soberanías, y lo torpe que resulta pretender que simplemente se renuncie a su ejercicio. Como señaló hace tiempo el filósofo Pierre Manent en su Curso de Introducción a la Filosofía Política, no se puede simplemente ‘salir’ de la forma política nacional. Y si esto es así, quizás los principales responsables del Brexit y del ascenso de Trump no sean los ‘fachos pobres’, sino justamente quienes los apuntan con el dedo».

 

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