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Piñera candidato: la estrategia de blindaje para sortear las esquirlas de Penta y SQM Desplegado con todo y en busca de perfil de estadista

Piñera candidato: la estrategia de blindaje para sortear las esquirlas de Penta y SQM

Marcela Jiménez
Por : Marcela Jiménez Periodista de El Mostrador
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La situación judicial de Longueira y Golborne, sus dos ex ministros, le guste o no, representa un permanente dolor de cabeza para el ex Mandatario, porque implica una suerte de impugnación a lo que fue su administración, a su Gobierno, que es la base de la estrategia –por contraste con los magros resultados del mandato de Michelle Bachelet– que tiene para instalarse en la pole position de la presidencial del próximo año.


No es que lo haya anunciado oficialmente, pero en la derecha son pocos los que dudan que el ex Presidente Sebastián Piñera no esté de lleno en su campaña para regresar a La Moneda en marzo del 2018. La única sombra permanente a sus intereses es la situación judicial de sus ex ministros Pablo Longueira y Laurence Golborne, investigados por los casos SQM y Penta, respectivamente, y del subsecretario Pablo Wagner, ante lo cual el ex Mandatario ha optado por la estrategia de blindar su Gobierno para sortear las esquirlas de las irregularidades de las que se acusa a sus otrora colaboradores.

No hay dos voces en RN para asegurar que Piñera y su círculo más estrecho han optado por la estrategia del “blindaje” de su Gobierno para evitar ser salpicado por la situación de sus ex ministros. Explicaron que la idea ha sido no bajarles el perfil a las acusaciones, porque eso es castigado por la opinión pública, sino que reprochar las malas conductas, apelar a dejar que los tribunales de justicia hagan su trabajo, pero más que nada recalcar ante todo que las irregularidades de las que se acusa a Longueira y Golborne fueron cometidas antes o después de estar en su gabinete, nunca durante su mandato.

“Esa es la estrategia, el discurso del piñerismo, que nada ocurrió durante su Gobierno, eso es lo que le importa, blindar sus cuatro años en La Moneda”, recalcó un alto dirigente de RN.

En la derecha explican que la necesidad de Piñera de blindarse no pasa solo por la imagen de Longueira el 22 de junio en tribunales, escuchando las acusaciones de la Fiscalía como autor de cohecho y delitos tributarios en forma reiterada, en el marco del caso SQM, ni por el hecho de que quedó con arresto domiciliario nocturno y arraigo nacional. Tampoco que solo siete días después fuera el turno de Golborne de sentarse ante el juez, de escuchar cómo el Ministerio Público lo acusó de recibir más de $378 millones de parte de Penta y otras 10 empresas, a través de 26 facturas ideológicamente falsas, para financiar su precandidatura presidencial el 2013 y su campaña senatorial por Santiago Oriente.

El punto es que la situación judicial de los dos ex ministros, le guste o no, representa un permanente dolor de cabeza para el ex Mandatario, porque implica una suerte de impugnación a lo que fue su administración, a su Gobierno, que es la base de la estrategia –por contraste con los magros resultados del mandato de Michelle Bachelet– que tiene para instalarse en la pole position de la presidencial del próximo año.

Esta fórmula tiene sus consecuencias.

En la derecha se comenta que el ex ministro de Minería y Obras Públicas de Piñera ha dejado ver en diversos círculos de la oposición lo “sentido” y “molesto” que se encuentra con la actitud del ex Mandatario sobre su situación judicial, que considera “injusto” que a él no lo apoye como sí lo hizo con Longueira en su minuto.

El mismo día que Golborne estaba en la Fiscalía, Piñera dio una coloquial entrevista a Radio Pudahuel y, al ser consultado por la situación de su ex ministro, sentenció que “la ley tiene que ser la misma para todos. La Fiscalía y los tribunales tienen que hacer su trabajo con autonomía e independencia (…) en el caso de Laurence Golborne, él está siendo formalizado por hechos que ocurrieron después que dejó el ministerio, cuando era precandidato presidencial (…) está bien que los fiscales y la justicia hagan su trabajo, para que Chile sea un país cada día más transparente y empecemos a desterrar malas prácticas que, lamentablemente, se han hecho más habituales».

En marzo salieron a la luz pública los correos electrónicos que Longueira, mientras era senador, intercambió con el ex gerente general de SQM, Patricio Contesse, durante la tramitación del la ley de royalty minero, con sugerencias sobre el contenido que debía tener el proyecto y que después hizo llegar al ministro de la Segpres, Cristián Larroulet (UDI), cerebro gris de la administración piñerista.

En ese momento, Piñera hizo una declaración pública, defendió la legitimidad de la ley tramitada y aprobada en su Gobierno, pero además le dio el beneficio de la duda a quien fue su ministro de Economía: «Por supuesto que condeno toda fórmula de cohecho, toda fórmula de soborno y toda actuación al margen de la ley. Pero esa es una situación que la Fiscalía está investigando, el ex senador Pablo Longueira ha sostenido que es inocente y, por tanto, corresponde a los tribunales de justicia juzgar. Yo no soy juez y confío en la justicia chilena y voy a esperar para emitir una opinión (…) hemos seguido con mucha atención la situación que lo afecta y su actuación como senador en la tramitación de este proyecto. Ayer él entregó sus explicaciones, cosa que yo aprecio y valoro».

En todo caso, en ambas situaciones Piñera, tanto en marzo como a fines de junio, blindó a su Gobierno, no habló de ellos como ex ministros, sino que como parlamentario y candidato, respectivamente, pero tuvo una evidente consideración especial con Longueira, diferencia que es la que ha irritado a Golborne.

En la derecha agregaron que el ex ministro de Minería habría comentado, en el sector, que no entiende las razones de esa diferencia entre ambos, si “es evidente que es Longueira quien jugó más al límite de la legalidad”, considerando que tiene un patrimonio que no se condice con el de una persona que ha dedicado su vida a la actividad política, no como él, que siempre estuvo en el sector privado, salvo la incursión en el Gobierno de Piñera y sus fracasadas candidaturas el 2013.

[cita tipo= «destaque»]“Quiere el reconocimiento como líder que no tuvo cuando ganó”, aseguraron en RN. Algo que coincide con lo que hoy reconocen ex colaboradores de la administración piñerista y en la propia derecha. Siempre le molestó sobremanera al ex Mandatario que se afirmara que él no había ganado, sino que la Concertación había perdido, también que desde su propio Gobierno y coalición no se defendiera lo que se hacía esos cuatro años desde La Moneda.[/cita]

Desde Chile Vamos agregaron que Golborne no es el único molesto con Piñera, que en la UDI –a pesar de estar cuadrados ya con la chance de un regreso del ex Presidente– los sectores más ortodoxos consideran poco leal la forma en que se ha blindado, que el partido ha sido el único perjudicado, en circunstancias que todos tienen tejado de vidrio, que se ha dejado sola a la trenza gremialista que fue parte de su Gobierno y que se ha visto involucrada en los casos de financiamiento ilegal de la política, grupo en el que se agrega al ex subsecretario del partido, Pablo Wagner, y el desaforado senador Jaime Orpis.

Sin embargo, más allá de las molestias, lo concreto –recalcaron en la derecha– es que la estrategia ha sido hasta ahora efectiva para Piñera y ya se habla de que se ha transformado en “incombustible”, que nada lo ha afectado en las encuestas, que sigue bordeando el 30% de las preferencias en los sondeos del sector. “No le entran balas”, reconoció un integrante de la mesa RN, mientras que otros en el partido agregaron que el ex Mandatario “está inmune a los temas de probidad, es como si se hubiera puesto una vacuna”.

No hay una explicación clara de por qué sucede esto, pero muchos lo hacen notar en la oposición y ya lo comparan con lo que ocurría con Bachelet durante los cuatro años de administración piñerista: que sin importar cómo tratara de golpearla la derecha, nada afectaba su rendimiento en las encuestas.

Una inmunidad que, de mantenerse vigente, va a echar por tierra los pronósticos internos en la propia derecha, los cuales auguraban, hasta hace poco, el error de cálculo de la estrategia de Piñera de apostar por el mal manejo del Gobierno de Bachelet, la mala situación económica y el descontento de la opinión pública, para que –por contraste– su gestión y liderazgo comenzaran a ser valorados y reconocidos en los sondeos. “Hay que reconocer que la apuesta que hizo el 2014 se le ha dado tal cual hasta ahora”, recalcaron en la derecha.

El candidato

En el transcurso de una sola una semana, se anunció que el ex Mandatario lanzaría un libro el 11 de julio, La historia se escribe hacia adelante, que relata la trastienda de su administración. No solo eso, se explicó además después de aquello Piñera hará una gira por Valparaíso, La Serena, Rancagua, Talca, Concepción, Temuco, Valdivia y Puerto Montt, en el marco de la difusión de su libro. Casualmente, todas comunas clave en la disputa municipal de octubre.

Para cerrar la semana, el domingo 3 de julio, El Mercurio publicó una extensa entrevista al ex Presidente, en la que a sus anchas y sin que se le preguntara acerca de ningún tema complicado –como por sus ex ministros Golborne y Longueira–, habló de lo que quiso: del mal rumbo en que se encuentra –a su juicio– el país, de los errores de la administración bacheletista y de los aciertos que –según él– tuvo su gestión de cuatro años desde La Moneda, además de comentar que cuenta con cuadros juveniles que están silenciosamente trabajando diversas propuestas de país.

“Esa es la entrevista de un candidato”, afirmaron en RN. Mientras que dirigentes de la derecha acotaron que “está lanzando, la gira, el libro, todo eso son señales claras de que, aunque no lo ha asumido públicamente, ya tomó la decisión y no va a dar pie atrás”.

No solo eso, en la oposición aseguraron que ha adoptado este camino porque lo que busca Piñera en estos momentos es emular el estilo y tono “estadista” que se le ha dado siempre a Ricardo Lagos Escobar, que quiere sacarse “la espina que tiene clavada” respecto a ser reconocido como un líder y que sea valorada la “obra” de su Gobierno.

“Quiere el reconocimiento como líder que no tuvo cuando ganó”, aseguraron en RN. Algo que coincide con lo que hoy reconocen ex colaboradores de la administración piñerista y en la propia derecha. Siempre le molestó sobremanera al ex Mandatario que se afirmara que él no había ganado, sino que la Concertación había perdido, también que desde su propio Gobierno y coalición no se defendiera lo que se hacía esos cuatro años desde La Moneda, que siempre le dijo a Golborne y a Longueira –entre otros– que “hay que pararse desde lo que hemos hecho hasta ahora”, que se cumpliera el vaticinio de ser un paréntesis y que no se “aprecie” el legado de su gestión.

Con este tono y discurso, Piñera debe aún recorrer un trecho largo, partiendo por reconquistar a las huestes de RN, partido donde aseguran que solo un tercio esta “matriculado” realmente con la idea de su regreso a La Moneda y que en el resto impera una sensación similar a la que ocurrió con buena parte de la Concertación y Eduardo Frei Ruiz-Tagle el año 2009: que lo apoyaron porque “no había otra opción mejor”, pero sin mística ni convicción.

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