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El asqueante basureo de la universidad pública Opinión

El asqueante basureo de la universidad pública

Juan Guillermo Tejeda
Por : Juan Guillermo Tejeda Escritor, artista visual y Premio Nacional "Sello de excelencia en Diseño" (2013).
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El lenguaje de esta ministra, formada por cierto en la Pontificia Universidad Católica de Chile, donde las ideas dependen de los concilios y de las liturgias, y los rectores los nombran precisamente los Pontífices según les aconsejen los arzobispos del caso –los conocemos–, el lenguaje de ella ha abandonado todo pudor académico.


Ha declarado la ministra Delpiano, naturalmente a Emol, que la rectora Pey «no es que haya hecho bien o mal, tiene una idea de universidad distinta». En el tono de esta declaración se asienta de manera pestífera, una peste que la ministra no huele, porque a partir de cierto instante los olfatos se desvanecen, una peste bajo la cual nadie puede ya distinguir qué es educación y qué es negocio, se asienta allí el más brutal desprecio por la educación pública.

La esencia, ya perdida en Chile, de las universidades públicas, de las gloriosas universidades públicas chilenas, y de nuestros liceos, que dieron armazón y tolerancia a este país durante tantos años, consiste precisamente en la coexistencia activa de ideas distintas dentro de un mismo accionar institucional.

Pero el lenguaje de esta ministra, formada por cierto en la Pontificia Universidad Católica de Chile, donde las ideas dependen de los concilios y de las liturgias, y los rectores los nombran precisamente los Pontífices, según les aconsejen los arzobispos del caso –los conocemos–, el lenguaje de ella ha abandonado todo pudor académico.

Se trata de compatibilizar la voz de la democracia con la billetera de unos cuantos mercaderes de la educación, y en esa balanza las ideas de Roxana Pey sencillamente desentonan. Una entonación que tiene a este Gobierno con una aprobación tan baja a medida que trata de entonarse con unas u otras billeteras, y que le pide a esta ministra despedir a una rectora de una universidad pública chilena.

Muchos de quienes hemos sido formados en las universidades públicas nos revolcamos de ira al asistir a estos manejos, a esta impudicia, a tanta falta de humanidad.

Pareciera que la rectora debe asumir el papel de integrante sometida de unos funcionarios que dan la espalda al clamor de la gente y orientan sus papilas al olor del dinero asquerosamente conseguido. Dinero de universidades privadas que no son ni universidades ni tampoco privadas, porque no cultivan el conocimiento sino el negocio, y no van libremente al mercado sino que se meten en el cuerpo el dinero estatal proveniente de toda clase de auspicios, fondos concursables, subsidios y artimañas inmobiliarias a las que, en principio, odian o desprecian porque vienen del Estado, pero que finalmente adoran porque se trata, finalmente, de dinero público. Dinero de la gente sin recursos que va a dar a quienes recursos tienen, y muchos, gracias al accionar de gobiernos que no gobiernan para las personas sino para las corporaciones.

[cita tipo=»destaque»] Si la ministra considera que una idea distinta es causal de despido de una rectora, no tiene la altura ni para ser ministra ni para dedicarse a la educación, ni para meterse con las universidades públicas. En caso de incompatibilidad entre ella y la rectora Pey, es la ministra Delpiano quien debiera dejar el cargo.[/cita]

Piensa uno en esos alumnos de bajos recursos que no logran terminar unas carreras universitarias hechas para estafar, y piensa uno en los centros de adoctrinamiento que se llaman a sí mismos universitarios, y piensa uno en el castigo feroz propinado durante décadas a nuestras universidades públicas.

Y piensa uno. finalmente. en que en las universidades públicas imperan algunas leyes que nadie ha podido borrar: tu clase social desaparece al entrar al recinto; tus opiniones son no solo permitidas sino una necesidad, un insumo, una parte viva del sistema; no existen los adoctrinamientos; y los negocios quedan fuera.

Este despido administrativo de una Rectora por parte de una ministra que ha sido ministra de varias cosas diversas es un atentado a la dignidad del saber, a la médula misma de las universidades públicas. Es intolerable.

Tuvimos hace poco un Gobierno que gobernaba para los privados. Hoy tenemos unos gobernantes que ponen la mitad de su masa corporal en la silla de lo privado y la otra mitad en la silla de lo público. Cómo nos hace falta un Gobierno que gobierne para lo público, para las personas, para las ideas. Y no para las billeteras.

Si la ministra considera que una idea distinta es causal de despido de una rectora, no tiene la altura ni para ser ministra ni para dedicarse a la educación, ni para meterse con las universidades públicas. En caso de incompatibilidad entre ella y la rectora Pey, es la ministra Delpiano quien debiera dejar el cargo.

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