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Miembro de la Comisión Bravo: “El modelo de José Piñera es un fracaso” Claudia Sanhueza y el debate de las pensiones

Miembro de la Comisión Bravo: “El modelo de José Piñera es un fracaso”

La directora del magíster en Políticas Públicas de la UDP –que al interior de la instancia se alineó con la opción B, que apuesta por un sistema mixto con pilar de reparto– asegura que el “actual ahorro forzoso” de las AFP “ha significado destinar recursos a lo más ricos y a los mercados desregulados”. La economista señala que en Chile se ha impuesto un discurso político y público que apunta a que los sistemas de reparto están quebrados, lo que ella descarta, afirmando que es al revés, ya que nuestro sistema, que es de “pura capitalización individual”, es el que realmente está en la UTI.


Las millonarias pensiones en Gendarmería, condimentadas por el caso de la ex esposa del diputado PS Osvaldo Andrade, aumentaron el creciente descontento ciudadano que adquirió aún más fuerza luego de la multitudinaria marcha nacional que este domingo se tomó las calles por segunda vez en un mes, convocada por el movimiento “NO + AFP”.

Los 1,3 millones de chilenos a nivel nacional que salieron a exigir mejores pensiones, parecieron dejar en claro que los cambios anunciados recientemente por el Gobierno para mejorar el sistema –que incluyen el aumento de 5 puntos porcentuales de la tasa de cotización, lo que permitiría crear un pilar de ahorro colectivo solidario– no fueron suficientes.

La integrante de la Comisión Bravo, Claudia Sanhueza, aborda el malestar que han generado las AFP por haber “prometido algo que no se cumplió” y “la discriminación” que significa llegar al cese de actividades dependiendo de un mercado laboral “injusto”.

La economista y directora del magíster en Políticas Públicas de la Universidad Diego Portales (UDP), critica la mirada de la industria que entiende a la vejez como un problema privado, en que cada uno se cuida a sí mismo, al tiempo que reflexiona sobre ciertas miradas dentro del sistema, que ayudarían a distribuir mejor el poder político e invertir en actividades sustentables, como un sistema mixto –de ahorro individual y de reparto– en que los trabajadores conozcan en qué son invertidos sus fondos y hacia dónde se quiere avanzar en conjunto como país.

-¿Cómo se articulan, desde el punto de vista del poder, las AFP en la sociedad chilena?
-Es necesario entenderlas como una tríada entre la política social, desarrollo económico como proyecto y la distribución de poder político. El sistema de AFP entiende que la vejez es un problema privado y cada uno se cuida a sí mismo, es completamente individualista. Lo que explicaba muy bien José Piñera, cada uno ahorrando en el mercado laboral y trabajando lo que más pueda, tiene cierto nivel de pensión en la vejez.

Desde el punto de vista de la justicia social es difícil justificar que, en una etapa de la vida en donde ya no estás en condiciones de trabajar, de ninguna manera, sea justo que esa calidad de vida esté determinada por lo que pasó en el mercado laboral, que además es desigual. Hay muchos trabajadores sin contrato, hay discriminación en temas de género, porque es en las mujeres que recae todo el proceso de maternidad y del cuidado de niños y enfermos, y nadie les da las gracias. Hay un montón de reglas y leyes que las afectan directamente, la legislación chilena es un contrasentido. No me vengan a decir a mí que es justo que la calidad de vida de la mujer dependa de su vida laboral, porque ella decidió tomarse los postnatales, cuidar a sus hijos, etc. En un sistema de seguridad social, hablamos de una sociedad que se cuida entre ella, una responsabilidad colectiva.

-¿Este sistema de seguridad colectiva es una manera completamente diferente a cómo funcionan las AFP?
-Habría que ver de qué manera un sistema de ahorro funciona de manera colectiva, una cosa es lo que existe hasta ahora, el financiamiento a actividades no reguladas, que muchas veces financia a una clase política que ya es bien poderosa, y otra cosa es que los trabajadores generacionalmente vayan ahorrando y, así, lograr un cuidado mutuo cuando estemos en inactividad. Eso es ahorro colectivo y tiene un sentido distinto al que existe actualmente.

Una cosa es defender este sistema de ahorro individual que es en extremo salvaje y otra cosa es darle aspecto de cuidado colectivo y social a un sistema de ahorro. Hay que distinguirlos, este sistema de AFP es un extremo aplicado de manera brutal.

-¿Cuál sería el costo político y social de llevar a cabo un sistema mixto?
-En Chile se ha impuesto, en el discurso político y público, que los sistemas de pensiones de reparto están quebrados, cuando lo único que pasa es que, como se financia con los actuales activos, el financiamiento se transforma en un problema público.

Algunos países han aumentado la edad de jubilación, la carga, han cambiado los beneficios, etc. Pero no han quebrado. Un estudio reciente que compara el sistema austriaco (que es puro reparto) con el sistema alemán, que reparte y capitaliza individualmente (que es mixto), muestra que el sistema austriaco domina en todas las dimensiones: tiene mayores pensiones, mayores tasas de reemplazo, mayor participación laboral, y es de reparto. No es como lo han dicho públicamente. Es más, nuestro sistema, que es de pura capitalización individual, está quebrado, entonces están pensando en aumentar la edad de jubilación, la cotización, o sea, es lo mismo. Serían los mismos supuestos problemas, pero la diferencia está es que se traduce en un problema individual y el otro sería un problema público.

[cita tipo= «destaque»]»Uno mira la historia del país y nunca los trabajadores han tenido tanto poder económico como ahora, que el fondo  de pensiones equivale al 70% del PIB en Chile, que es lo que en términos colectivos pertenece a los trabajadores. O sea, es el stock acumulado de cotizaciones. Entonces es una oportunidad para preguntarse: ¿de qué manera podemos mejorar la distribución del poder?»[/cita]

-¿Qué ocurre en lo económico?
-Es súper interesante, porque lo que hace un sistema de reparto es aumentar el mercado de capitales. Por ejemplo, (Joseph) Stiglitz, Premio Nobel de Economía, está en contra de este sistema justamente por la inestabilidad del mercado de capitales que ha jugado con las economías reales, sometiéndolas de manera seguida en crisis, por lo tanto, hay un tema más macro y complejo. De hecho, en Chile, donde hay un fondo de pensiones tremendo, la mayoría de los recursos está invertido en el extranjero. Por ejemplo, en bonos del gobierno de Estados Unidos. En ese modelo de desarrollo se invierten los recursos sin ninguna mirada de largo plazo, en empresas que contaminan o que no pagan las imposiciones a sus trabajadores, todo muy desregulado.

-¿Cuál sería una opción para invertir, manteniendo la línea de la justicia social?
-Con otro modelo de desarrollo, más industrializado, con política fiscal, uno dice en qué podemos invertir como país para desarrollarnos, como proyecto conjunto. Porque necesitamos rentabilidad, invertir el dinero, pero para que este modelo nos ayude ahora y a las generaciones futuras también. Por otra parte, está la distribución del poder político, porque finalmente lo que estamos viendo con claridad, en el financiamiento de la política, es que está relacionado con la distribución del ingreso y del poder económico. Si tenemos una sociedad donde unos pocos tienen el dinero, la política queda entre los mismos.

Uno mira la historia del país y nunca los trabajadores han tenido tanto poder económico como ahora, que el fondo de pensiones equivale al 70% del PIB en Chile, que es lo que en términos colectivos pertenece a los trabajadores. O sea, es el stock acumulado de cotizaciones. Entonces es una oportunidad para preguntarse: ¿de qué manera podemos mejorar la distribución del poder?

«Uno mira la historia del país y nunca los trabajadores han tenido tanto poder económico como ahora, que el fondo de pensiones equivale al 70% del PIB en Chile, que es lo que en términos colectivos pertenece a los trabajadores. O sea, es el stock acumulado de cotizaciones. Entonces es una oportunidad para preguntarse: ¿de qué manera podemos mejorar la distribución del poder?»

-Hasta ahora, hemos hablado de un diagnóstico de las AFP y posibles caminos a tomar. El reciente anuncio de aumentar en 5 puntos porcentuales la tasa de cotización, ¿se acerca más a la idea de seguridad social que planteas?
-Lo primero es la cotización adicional, que tiene varias formas de evaluarlo. Nosotros en la Comisión Bravo propusimos no aumentar la cotización, sino sacar –de la ya existente– parte de ella hacia reparto y tendríamos un sistema mixto. Era un mínimo del 10% con un corte de 350 mil pesos.

Lo que hace el anuncio es hacer que ese 5% adicional sea alimento de un sistema de reparto, es decir, que no vaya a la cuenta de capitalización individual. Si se pudiera hacer de un año a otro, los recursos serían relevantes, el problema es que no se puede hacer, y la gradualidad de 10 años no va a tener el efecto que tendría en el corto plazo, por eso mismo los comisionados que votamos por la propuesta B, apostábamos por una parte de la cotización ya existente. Con eso tendríamos cerca del 50% de los flujos que hoy van a las AFP y eso haría que las pensiones aumentaran muy relevantemente. Sin el alza en la cotización, eso me parecía mucho más resolutivo.

-A pesar de los cambios anunciados, continúa la desconfianza con el sistema de AFP…
-Con justa razón hay desconfianza, porque no sabemos ni dónde están los fondos, además de no generar buenos niveles de pensiones. Hay que entender que sacar estos flujos que van al mercado de capitales es también cambiar la responsabilidad que tenemos todos en el sistema de pensiones, cambiar el modelo de desarrollo. El actual ahorro forzoso de AFP ha significado destinar recursos a los más ricos y a los mercados desregulados.

-¿Cómo se distribuye mejor el poder con el sistema ya existente?
-Afortunadamente ha pasado todo esto en la discusión pública, las pensiones de Gendarmería hacen cuestionar socialmente lo que está pasando. Por qué, como país, trato de manera diferente a personas que son iguales, eso es discriminación en cualquier parte del mundo.

-Pero el sistema siempre ha tendido a esas desregulaciones
-Bueno, no siempre, por eso hay organizaciones sociales preocupadas de este tema, que lo que han entendido es que tiene que haber un trato uniforme de los ciudadanos. Eso también lo tratamos en la comisión, no este trato paralelo en un mismo país. Tú puedes pensar en beneficios adicionales, en caso de guerra o algo así, porque tuvieron una vida distinta, pero no en sistemas paralelos.

-Pero volvemos al punto inicial, esto se trata de una manera ideológica y por tanto política de entender la sociedad, ¿y cómo esto se refleja en el sistema de previsiones?
-Lo que ha penado desde el día uno, son las dos almas en la Nueva Mayoría, que identifico en conceptos como lo hizo Fernando Atria: neoliberalismo con rostro humano versus socialdemocracia en la medida de lo posible, esos son los dos grupos. Lo primero se traduce en un Estado más subsidiario, y lo segundo en impuestos más progresivos, derechos sociales, avance en derechos sociales, seguridades en las pensiones, educación gratuita y sin discriminación, esas dos almas, y hacia dónde tiran, son el conflicto.

Yo soy más partidaria del segundo mundo, pero ese es un tema político y del país. Son las sociedades las que deben decidir en qué mundo quieren vivir. Lamentablemente las discusiones siempre quedan abiertas, no se zanjan.

-Eso pasó con la Comisión Bravo, ¿finalmente quedó en nada?
No, no se zanjó, afortunadamente porque al menos los que pensamos distinto dijimos que no estamos de acuerdo. Hubo un empate técnico, hubo expertos internacionales. Si solo los nacionales hubiesen votado –que somos quienes vivimos el sistema de AFP–, habríamos ganado como modelo B. Teníamos un sentido de más urgencia en incorporar lo mixto y gradualmente uno podría incorporar lo otro. Pero es solo una mirada, no se le puede pedir más que eso, un grupo de expertos haciendo una propuesta, falta también la propuesta política al respecto. Yo estoy convencida de que las comisiones sin la visión de la ciudadanía no tienen ningún sentido, ya no es desde arriba hacia abajo, hay que hacerlo todos juntos, con harto diálogo ciudadano y comprensión. Yo no le voy a exigir a un ciudadano que se aprenda los conceptos, ni que se lea todos los libros, pero él vive su realidad y tiene un montón de información que nosotros no.

El modelo de José Piñera es un fracaso. Se imagina un agente representativo, ¿representativo de qué? La sociedad no es el que tiene el Mercedes Benz, es uno que a lo mejor existe por ahí. Hay que cambiar en el país la manera de hacer políticas públicas, porque no son un remedio, es una forma de convivir, no podemos hacerlas en abstracto. Necesitan ser múltiples en disciplinas, género, edades, etc. Tiene que ser con la participación de muchas organizaciones sociales.

-¿El anuncio de la Presidenta recoge alguna mirada obtenida de la Comisión Bravo?
-Es difícil, porque estaba dividida. Se reflexionó en torno a lo que se propuso, tampoco es obligación hacer lo que diga la comisión, se abusa de estas instancias. Se traslada la discusión política a una comisión de expertos, debería haber una alimentación, pero de cada grupo político. Nos hemos mal acostumbrado a que no sea así. En el futuro sería ideal que la derecha tenga a sus expertos, los de izquierda y la socialdemocracia.

-¿Con esto se logra la distribución del poder político o solo lo hace a nivel discursivo?
-Es interesante ese punto, ahora que ya está trasladada la discusión, probablemente los partidos recojan las miradas de la comisión. Pero hay algo distinto: no son expertos. La discusión pública que se está produciendo y en la que estamos profundizando más, es muy positiva no solo para la política, sino para la sociedad en su conjunto. Es bueno que la sociedad tome estas decisiones de la manera más informada posible y comprendiendo cuáles son los efectos colectivos de estas decisiones individuales.

-¿De qué depende que funcione o continúe avanzando?
-Ojalá que el proceso de cambio o reformas se haga con la sociedad. Eso le da mayor poder relativo a “la socialdemocracia en la medida de lo posible”. Si me olvido y empiezo a negociar al interior con el neoliberalismo o con la misma derecha, pierdo todo el poder que venía desde las sociedades. Que es justamente la principal fuerza crítica.

Tuvimos una marcha el fin de semana que cambió la balanza, había gente dentro del Gobierno que tenía consciencia del carácter de urgencia de este tema, pero no fueron escuchados hasta antes de la marcha. La sociedad está más politizada que antes, lo dice el informe del PNUD, se habla más sobre política, de cuáles deberían ser las reglas en que vivimos. Sin embargo, no hay toma de consciencia de que es preciso invertir en lo colectivo, estamos muy preocupados de trabajar y consumir y no tanto del proyecto conjunto, y son esos los que cambian la política. Pero en el minuto en que eso ocurra, ahí se empoderan políticamente los ciudadanos y la sociedad avanza.

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