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Cómo ser un buen Rafael Garay Opinión

Cómo ser un buen Rafael Garay

Bruno Ebner
Por : Bruno Ebner ‎Periodista y realizador independiente
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Todos los estafadores piramidales tienen algo en común; mejor dicho muchas cosas, un modus operandi y características propias de estos falsos mesías. Si usted quiere imitarlos, aquí tiene algunos pasos que necesariamente debe seguir.


Ya nos estamos acostumbrando cada día a estos vendehúmos, ayatolás de los chantas. O, sencillamente, hemos tenido muy mala suerte, pues este año se han destapado tres ollitas y todas nauseabundas.

AC Inversions, de Patricio Santos; Arcano y Ónix, de Alberto Chang, y la más sabrosa de todas, por su morboso tufo de misterio y final incierto: Think & Co, de Rafael Garay.

Todos estos personajes tienen algo en común; mejor dicho, muchas cosas, un modus operandi y características propias de estos falsos mesías. Si usted quiere imitarlos, aquí tiene algunos pasos que necesariamente debe seguir. Aprenda a ser un buen Rafael Garay.

Exagere su currículo (o de frentón miéntalo): todos estos inventores de la rueda modernos han salido de universidades normales chilenas, no públicas pero buenas, y luego han vociferado estudios de posgrado en universidades extranjeras. Chang en Stanford y Garay en la Universidad de Lleida (España). Y, por supuesto, era falso. Stanford desmintió al «compadre» de Richard Branson (dueño de Virgin) y Garay le confesó borracho a su socio Esteban Aedo –hoy formalizado– que lo de Lleida era mula. Chang juró haber sido dueño del 1% de Google, lo que nunca pudo probar. Garay se autodenominó «economista» ante la suspicacia de las grandes personalidades nacionales del rubro; eso sí que ayudado un poco por canales y radios que lo elevaron casi a la categoría de gurú, «economista del pueblo» y demás tonteras para escolares aburridos. Por su parte, Santos sacó provecho a su niñez vivida en Francia para encantar a las masas criollas con un elegante dejo galo en su acento. ¿Quién podría pensar mal de alguien criado en Europa? Se olvidaron de Madame Gil y su «estafa de los quesitos».

Ofrezca la rentabilidad que se le ocurra: invéntela, ¿qué más da? Si usted sabe que es mentira, o insostenible en el largo plazo. AC Inversions prometió entre el 5% y 10% mensual, y que en un año podría llegar hasta el 80 % o más. Chang, más pulcro, juró el 20% o 30% anual. Pero el más cara de nalga sin duda fue Garay. No tanto por garantizar hasta el 18% anual, sino por advertir públicamente en sus medios habitués que estas rentabilidades mágicas ¡eran falsas! Garay, como un Caifás, clamó en contra de los blasfemos que cometían sacrilegio a través de las estafas piramidales y dijo a los suyos que su amor por la justicia lo obligaba a buscar crucificar a estos desalmados. Él no, claro. Este disfraz de adalid republicano puede ser una buena idea, como un distractor mientras, a la vez, utiliza el lado oscuro para consumar sus fines.

Júntese con la farándula: está claro que estos hechiceros de radio AM debían codearse con todo lo que oliera a glamour; desde el jet set mundial, como Chang y sus fotos con Bill Clinton o diciendo ser amigui de Branson, hasta la módica farándula nacional, como hizo Garay al arrimarse a rostros de televisión y otros. Y, era que no, aprovecharon de hacer huevo de pato a varios personajes conocidos. Chang les vio las caras, entre otros, al insoportable José Miguel Viñuela, al eterno crédito olímpico de Chile, Tomás González, a una actriz llamada Josefina Montané y hasta al pintor Mario Toral. Garay, por su parte, se choreó varios millones de su ahora obvio ex amigo y conductor de noticias, Iván Núñez. Santos fue más discreto y prefirió hacerse con los ahorros de miles de chilenos anónimos.

Sea cuentero: aquí es indudable que, para convencer a medio país de entregarle plata, así como si nada, usted debe ser un maestro del verso, la mejor de las sirenas, mucho más que un mero charlatán de feria, vendedor de falsos elíxires. Cada uno a su manera, Santos, Chang y Garay, eran unos verdaderos rasputines; tenían ese don de encantar a las víctimas con su mirada; de, al igual que el monje ruso, predecir sucesos increíbles, específicamente prometer riqueza. Garay logró engrupir a varios canales y radios con su labia fácil y cercana, ideal para enseñar al pueblo, pero nunca a los verdaderos expertos, esos que se refugian en las secciones de economía de los diarios serios. Habría sido imposible ver a Garay junto con Alejandro Foxley, Eduardo Aninat, Nicolás Eyzaguirre, Klaus Schmidt-Hebbel o Felipe Larraín. Además, ¿por qué a los antes nombrados no se les ocurrieron tamaños milagros?

[cita tipo=»destaque»]No puede tener la austeridad –o sobriedad– de Sebastián Piñera o Andrés Velasco, sino todo lo contrario. Es recomendable poseer varios autos de lujo y que lo vean en un Ferrari hasta tomando té en el Tavelli. Raye en lo futbolista. Adquiera muchas propiedades e intente volar en jets privados, y mejor si hace creer al resto que son suyos, como lo hizo Chang. Business o primera le quedarían chicas a alguien tan prodigioso en el hacer fortuna como usted.[/cita]

Sea lujoso: si usted quiere transmitir sensación de triunfo, abundancia y bienestar a sus futuras víctimas, debe vivir a la altura de lo que predica. No puede tener la austeridad –o sobriedad– de Sebastián Piñera o Andrés Velasco, sino todo lo contrario. Es recomendable poseer varios autos de lujo y que lo vean en un Ferrari hasta tomando té en el Tavelli. Raye en lo futbolista. Adquiera muchas propiedades e intente volar en jets privados, y mejor si hace creer al resto que son suyos, como lo hizo Chang. Business o primera le quedarían chicas a alguien tan prodigioso en el hacer fortuna como usted. Luego, cuando se destape la chapuza, no se preocupe. Venda todo y mándese a cambiar con viento fresco.

Fondéese: usted sabe que nada dura para siempre y que en algún momento lo van a pillar. Prepare bien su fuga, mire los mapas y estudie el país en el que se esconderá. Existen casi 200 países reconocidos por la ONU. De ellos, Chile solo tiene tratados de extradición con una veintena, todos cercanos. No se le ocurra fugarse en Latinoamérica, hay extradición con la mayoría de países. Es cierto que en Argentina no hay, la hubo hace mucho, pero ya no está vigente. Sin embargo, existen convenios de cooperación regional que posibilitarían sus vacaciones obligadas en Colina II. Por lo mismo, tampoco se arranque a Europa Occidental, ni a USA ni Australia. Sea exótico, elija Malta o Rumania, como Chang o Garay, respectivamente, aunque a este último la Interpol ya le respira en la nuca, cerca de Transilvania. Apréndase las fronteras abiertas del territorio Schengen, o fronteras o fronteritas no habilitadas pero fáciles de cruzar. Mejor aún, váyase directamente a Sudán del Sur, las Islas Comores, Burundi o Kirguistán. También puede optar por aquellos países que no reconoce nadie, salvo entre ellos mismos: Nagorno Karabaj, Abjasia o Somalilandia. Ahí sí que no lo encuentra ni Batman. Antes de irse, invente a sus cercanos un subterfugio falaz como excusa (un viaje de negocios o enfermedad grave), asegúrese de tener todo vendido y los ahorros timados a salvo en algún impune y remoto paraíso fiscal. De ser posible, intente llevarse a su madre y no dejarla presa, a cambio suyo, como lo hizo Chang.

Jure que todo es mentira: cuando esté seguro en su exilio, y sienta que lo poco que le queda de reputación en Chile se va a ir por el inodoro, sea digno. Contacte discretamente con un medio de comunicación (de preferencia no alguno al que haya hecho leso con sus homilías en los matinales), con un familiar o abogado sediento de fama, y diga que está «preparando su defensa», que demostrará que «no hay ninguna estafa» y que «devolverá hasta el último peso ‘invertido'». O también, como lo hizo Patito Santos, llore que todo se debió al cruel vaivén del mercado, que «no hay dinero y lo que se perdió, se perdió». Eso sí, Santos habló desde la cárcel. Tenga usted más cuidado (ver punto anterior).

¡Suerte y a la pista!

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