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Lagos o Guillier: ¿con quilla o con vela? Opinión

Lagos o Guillier: ¿con quilla o con vela?

Camilo Feres
Por : Camilo Feres Consultor en Estrategia y AA.PP.
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La oferta de Lagos: un bote de vela pequeña, pero con quilla; a cargo de gente con probada experiencia en la navegación mercante y bajo un mando unívoco y vertical. El senador nortino, en tanto, invitando a los interesados a un viaje sin rumbo estricto, en un navío con una gran vela para captar los vientos y con una cierta flexibilidad táctica para recoger pasajeros en distintos puntos del trayecto. El primero, con más capitanes que tropa; el segundo, con la oferta de elegir a los capitanes de entre los primeros valientes que quieran ser tropa.


La elección municipal sorprendió a la Nueva Mayoría en su peor momento. Los días previos a la cita electoral –cargados de derrotas, dispersión y errores no forzados– bien pueden servir para graficar el estado de descomposición de una coalición que se articuló con objetivos tan múltiples como ambiciosos, desde la sacrosanta sintonía con la calle, los movimientos sociales y la ciudadanía (en ese orden), hasta el más prosaico desalojo de la derecha.

Hoy, sin embargo, ni la calle ni los movimientos sociales están con el oficialismo; la mayoría ciudadana se quedó en la casa o votó por la oposición, y la derecha amaneció con renovado ímpetu para reconquistar las posiciones perdidas. Visto desde cualquier perspectiva, el comportamiento electoral de los chilenos le dio el tiro de gracia al Gobierno, con una contundencia que difícilmente podrá ser obviada por la indolencia o mera desidia que ha caracterizado a Palacio. Hoy son muchos los que querrán salvar los muebles y que, para ello, estarán tentados a quemar la casa.

La imagen, por tanto, es de un Gobierno golpeado por las tempestades y con serios problemas de orientación en su tripulación. La elección de este domingo se asomaba como una isla en la que se podía intentar recalar para reparar el agrietado casco de la nave, estibar la carga y organizar las huestes. Sin embargo, el Gobierno llegó a tierra de lado, con el timón para cualquier parte y terminó chocando de lleno con el proceso electoral. Ahora, el barco se hunde y esta es la sensación dominante.

Presumiblemente, serán pocos los que se queden en el barco siniestrado. Algunos, previendo el escenario futuro, ya lo habían dejado: los príncipes de la DC y RD, por ejemplo. Otros, si bien no se habían bajado del navío, llevaban ya buen rato preocupados de los pasajes al siguiente destino y observando con detención el mejor momento para calarse un flotador y saltar de cubierta. Y en los costados, mientras tanto, ya se habían ubicado dos botes salvavidas: uno comandado por Lagos y el otro a cargo de Guillier.

Lagos, que en esta temporada ha sido el que ha debido tomar la iniciativa, incluso había avanzado terreno eligiendo tripulantes para su aventura. Guillier, por su parte, dedicó sus esfuerzos a contener la idea de una vía única para continuar el viaje, ofreciendo una alternativa con buenos y coloridos folletos promocionales.

La oferta de Lagos: un bote de vela pequeña, pero con quilla; a cargo de gente con probada experiencia en la navegación mercante y bajo un mando unívoco y vertical. El senador nortino, en tanto, invitando a los interesados a un viaje sin rumbo estricto, en un navío con una gran vela para captar los vientos y con una cierta flexibilidad táctica para recoger pasajeros en distintos puntos del trayecto. El primero, con más capitanes que tropa; el segundo, con la oferta de elegir a los capitanes de entre los primeros valientes que quieran ser tropa.

Así las cosas, el mundo de lo que alguna vez se articuló bajo el rótulo de Nueva Mayoría y el universo que a partir de ella se intentó representar, comienza la semana en estado de dispersión total.

La elección municipal dejó como resultado derrotas emblemáticas; un electorado desmovilizado; una envalentonada oposición a la derecha; la misma falta de claridad interna que había hasta antes del domingo y un frente incipiente a la izquierda que ofrece refugio a quienes quieran volver a posiciones de vanguardia, ahora que la llama del Gobierno se apaga y afuera hace menos frío.

[cita tipo=»destaque»]Si la irrupción de Lagos había adelantado la “electoralización” del escenario político oficialista, la derrota del domingo no hace sino acelerar dramáticamente ese proceso. Hoy todo contendor futuro estará de espaldas al Gobierno y quienes quieran competir desde las posiciones de la centroizquierda necesitarán que este se lleve la mayor porción de la responsabilidad de la derrota para La Moneda.[/cita]

Si la irrupción de Lagos había adelantado la “electoralización” del escenario político oficialista, la derrota del domingo no hace sino acelerar dramáticamente ese proceso. Hoy todo contendor futuro estará de espaldas al Gobierno y quienes quieran competir desde las posiciones de la centroizquierda necesitarán que este se lleve la mayor porción de la responsabilidad de la derrota para La Moneda.

Algunos dirán que se avanzó demasiado poco, otros dirán que se avanzó demasiado a prisa. Habrá los que dirán que se retrocedió y los que dirán que el diseño era bueno pero el error fue de implementación. Bachelet estará sola, con la orfandad de la derrota agravada por la desconfianza de base que la liga con el establishment de su sector. Quienes la acompañen lo harán por lealtad marcial o por la necesidad superior de un cierre ordenado.

Los que reinarán los días posteriores a la debacle serán los que se van, sean estos los que se suban al barco con quilla, los que elijan el barco con vela, los que propongan que cada quien se vaya en su propia canoa o los que huyan, buscando mitigar los daños de su borrachera oficialista, borrando de sus pasaportes el timbre de la escala neomayorista.

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