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María Olivia Mönckeberg: “Para el Opus Dei es muy complejo vivir en una sociedad cada día más abierta” Autora del libro “El Imperio del Opus Dei en Chile” –hoy reeditado y actualizado

María Olivia Mönckeberg: “Para el Opus Dei es muy complejo vivir en una sociedad cada día más abierta”

En conversación con El Mostrador, la periodista reveló que, trece años después de la primera publicación de su libro, se encuentra “mucho más convencida del poder y la influencia del Opus Dei en Chile», principalmente porque, lejos de ser sólo un grupo religioso, “tienen poder, en el sentido de que logran mover voluntades y, también, en el sentido material: es cosa de ver ese gran proyecto que es la Universidad de los Andes». Con un tono sincero y reflexivo, la investigadora repasa los nombres de quienes encabezan las donaciones y recuerda los testimonios que la ayudaron a entender el estilo de vida de los numerarios y supernumerarios.


Tras repasar sus libros, que van desde El saqueo de los grupos económicos al Estado de Chile (2001) hasta La máquina para defraudar (2015), María Olivia Mönckeberg se empezó a dar cuenta que algunos personajes «saltaban de un libro a otro, formando conexiones». Uno de ellos es Eduardo Fernández León, socio estratégico del grupo Hurtado Vicuña y, según podrá evaluar el lector, quizás la respuesta a la pregunta que la propia autora enuncia en su libro: ¿Quién manda, realmente, en el Opus Dei?

Usted se decidió a reeditar el libro cuando se enteró que Mario Fernández, la segunda autoridad del país, era supernumerario. ¿Por qué le llamó tanto la atención?

-Porque, en la trayectoria del Opus Dei en Chile, no figuran los personajes demócratacristianos, y me llamó la atención ese hecho, de que fuera en el gobierno de una Presidenta socialista, con el Partido Comunista en sus filas, y con temas valóricos en juego, como el proyecto de ley por las tres causales del aborto. Sin embargo, el caso de Fernández seria más bien un caso excepcional a nivel de gobierno. En el gobierno anterior sí hubo supernumerarios en subsecretarias, en el ministerio de Educación, un ministerio muy sensible para el Opus Dei. Lo que sí es evidente, es que dentro de dicha institución, los integrantes suelen ser de la UDI y de Renovación Nacional.

-¿Y eso tiene relación con lo que, en su libro, plantea Arturo Fontaine? En el sentido de que el Opus Dei legitima la riqueza que proviene del trabajo.

– Él lo señala muy bien, porque hay una relación con raíces filosóficas, incluso del calvinismo. Para el Opus Dei, el trabajo bien hecho es una de las ideas fuerza más importantes, uno de los criterios en que se basa toda su enseñanza y lo que le piden a los integrantes. Dentro de esa lógica, el trabajo empresarial bien hecho recibe premios; en ese aspecto no hay problema. Sin embargo, llama la atención que uno no escucha a la gente del Opus Dei manifestando su preocupación por la desigualdad, diciendo que se debería impulsar una política tributaria que distribuya mejor la riqueza; eso no se ve. Lo que se aprecia es la caridad más personal.

“La influencia de estos grupos sobre las élites es vasta. Colegios, universidades, seminarios empresariales, retiros y jornadas de oración, han actuado como eficaces instrumentos de expansión entre ejecutivos y hombres de negocios y sus familias, los que han encontrado en estos movimientos el lugar donde su éxito personal financiero, lejos de ser estigmatizado, es impulsado y celebrado”, cita de Fontaine, incluida en el capítulo “lazos empresariales” del libro.

-Los integrantes del Opus Dei afirman que no buscan el poder y que tampoco lo tienen…

Yo estoy cada vez más convencida de que tienen poder en el sentido de que logran mover voluntades, y que a su vez pueden mover montañas, con poca gente, en términos de número, pero con mucha convicción, con mucha claridad en lo que creen. Como les gusta decir a ellos, no solo colocan las primeras piedras, sino también las ultimas. Yo no creo en la afirmación de que no tengan poder material, lo tienen, y no sólo material, sino influencia, en diversos ámbitos. Mi mirada, trece años después, es mucho más convencida todavía… Todos esos proyectos han ido creciendo, uno no podría nombrar nada que se haya achicado, y la Iglesia Católica, en su conjunto, que ha visto más reducida la masa de católicos practicantes y observantes; eso no se ve en el Opus Dei: en lo que significan las relaciones de negocios, su gente, su influencia sus lazos empresariales.

-Hasta ahora, ¿cuál ha sido la demostración de poder más importante?

-Yo creo que el proyecto de la Universidad de los Andes, que ahora dicen que encabeza las pérdidas económicas, pero, desde la propia universidad, José Antonio Guzmán Cruzat dice algo lógico: cuando se invierte algo, el proyecto temporalmente pierde, pero no es que no se pueda pagar: es cosa de ver la universidad, lo que se ha expandido desde el punto de vista material; además que todo es de su propiedad, no como estas universidades privadas y lucrativas que están llenas de sociedades. Por otra parte, la pérdida tiene relación con la clínica que se construyó con las donaciones de los supernumerarios, y con préstamos. El próximo año llegarán muchas donaciones para poder hacer frente a este pasajero déficit, ya que si revisas las donaciones de los últimos cuatro años, han sido impresionantes, la cantidad de miles de millones de pesos.

-En su libro usted identifica al empresario Eduardo Fernández León como uno de los inversionistas claves en dicha casa de estudios.

-Por eso lo llamo el gran duque: él encabeza las donaciones, incluso pareciera que la universidad  y la clínica fueran de él. A mí nadie me lo confirmó, pero quizás el terreno de San Carlos de Apoquindo fue donado por él, entonces uno se pregunta quién es realmente, ¿es él quien realmente manda en el Opus Dei? Yo dejo la pregunta abierta a los lectores, y deben tener en consideración que Fernández León tiene relación y presencia en muchos negocios, aparte de ser dueño de muchos territorios en la Región Metropolitana y que opera a través de sus sociedades inmobiliarias, y es el principal accionista de empresas médicas, que es el complejo de salud más significativo.

-Volviendo al tema de las influencias. ¿Hay otro aspecto donde le llame la atención la presencia del Opus Dei?

-Sí,  hay cosas curiosas, algo que supongo pasa por acuerdos en las municipalidades. Esto de las calles. Me refiero a la forma que tienen de rendir homenaje a sus próceres. En Santiago hay una calle que se llama Av San Josemaría Escrivá de Balaguer, que va desde la plaza bicentenario hasta el fin de tabancura, pero lo extraño es que cuando uno recorre en búsqueda de más antecedentes, hay algunas partes donde, si bien la calle no existe, se sigue llamando así en los planos, atravesando hasta Lo Barnechea, en una parte donde no está urbanizado y, después, te encuentras con tres calles del mismo nombre: un claro afán por hacer “homenaje al santo”. Esa calle recorre una especie de orden imaginario, desde la municipalidad de Vitacura hasta Lo Barnechea, donde hay más de algún concejal o alcalde que está o o ha estado estado ligado al Opus Dei.

-En su libro muestra algunos testimonios, donde se explica que el Opus Dei intentaba pescar a los mejores alumnos de las universidades para transformarlos en numerarios o supernumerarios, especialmente si eran de “buenas familias y con apellidos”. ¿Son excluyentes?

– En cierto modo sí, lo son, y les cuesta aceptar a los que no piensan como ellos, porque son demasiado firmes en lo suyo y críticos con lo demás: quizás eso contribuye a que los miren como una institución extraña, donde por ejemplo, en sus colegios, si los padres del niño o niña se separan, muy excepcionalmente pueden mantener a su hijo en el mismo establecimiento. Por otra parte, ha contribuido negativamente a su imagen el excesivo secretismo que tienen, y también el proselitismo y una suerte de superioridad que tienen con respecto al otro, esto de mirar de arriba para abajo.

-En el capítulo “vida de los numerarios” los mismos integrantes del Opus Dei le quitan el peso a las mortificaciones que se auto infringen, como si el cilicio no fuera nada. ¿Tiene una opinión personal respecto a estos hábitos?

-Me parece muy sorprendente que estas prácticas sigan existiendo, a esta altura de los tiempos. La razón que te dan es que son mortificaciones que pertenecen a la antigua tradición cristiana y es muy curioso porque, en diferentes entrevistas, prácticamente todos las reconocen, y cuando hice la investigación creía que esto era del pasado: las torturas que se aplican, la disciplina, el látigo, los cilicios. José Miguel Ibáñez incluso me decía “bueno, se torturan mucho más las mujeres cuando van al gimnasio”. Esto, para ellos, es un sacrificio en nombre de Jesucristo, y por lo que yo sé no ha cambiado nada. En todo caso, yo creo que para el Opus Dei es muy complejo vivir en una sociedad que cada día es más abierta.

-¿Está disponible su libro en la Universidad de los Andes?

-No me consta que lo tengan, creo que no estuvo nunca, habría que verificarlo.

 

 

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