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Francisco Javier Gil, creador del sistema de Ranking de Notas: “Es irresponsable entregar gratuidad si no se pide requisito académico” Director de la Cátedra Unesco asegura que la PSU profundiza la desigualdad

Francisco Javier Gil, creador del sistema de Ranking de Notas: “Es irresponsable entregar gratuidad si no se pide requisito académico”

Macarena Segovia
Por : Macarena Segovia Periodista El Mostrador
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El especialista en sistemas de acceso asegura que el camino para cambiar la forma en que se ingresa a las universidades, los IP y CFT, no ha sido fácil. “Nosotros estamos permanentemente intentando correr el cerco, pero hay gente al otro lado que no estudia, que es negligente, que no le duele desgraciadamente la injusticia social. De este lado hay gente a la que sí nos duele y estamos siempre proponiendo cosas”.


Francisco Javier Gil, coautor del proyecto de Ranking de Notas y director de la Cátedra UNESCO-USACH de Inclusión en la Educación Superior, analiza el estado actual de la Educación Superior en Chile, las deficiencias en el sistema de acceso, marcado por la ponderación de la Prueba de Selección Universitaria (PSU) y la inequidad en la formación escolar de los niños y las niñas del país.

A pesar de que el especialista en educación reconoce que ha habido grandes avances en los últimos diez años, como por ejemplo la disminución de la importancia de la PSU, asegura que es importante seguir profundizando en la relevancia de “la trayectoria escolar de los estudiantes a la hora de postular a las universidades”, ya que “en Chile ha habido una sobrevaloración de estas pruebas estandarizadas, que se sabe que tienen muchas debilidades desde el punto de vista de la equidad”.

Según Gil, la PSU es un mecanismo que profundiza la desigualdad social y aumenta la inequidad en el sistema educacional, marcando fuertemente la diferencia según la procedencia escolar de cada estudiante. Afirma que actualmente los estudiantes de colegios técnico-profesionales, escuelas rurales y las mujeres, obtienen menores resultados que los hombres de liceos científico-humanistas ubicados en las ciudades, lo que trae consigo una reproducción de la desigualdad “nefasta”, lo que, a la hora de observar los resultados por ranking de notas, hace que se vean anulados.

El especialista sostiene que el camino para el cambio no ha sido fácil. “Nosotros estamos permanentemente intentando correr el cerco, pero hay gente al otro lado que no estudia, que es negligente, que no le duele desgraciadamente la injusticia social. De este lado hay gente a la que sí nos duele y estamos proponiendo, siempre proponiendo cosas”, enfatiza.

-Hace años que se habla de que la PSU no es un sistema integral a la hora de definir las aptitudes y capacidades del estudiante, pero, aun así, no ha habido mayores certezas gubernamentales respecto al tema. Por ejemplo, en la Reforma a la Educación Superior no hay claridad respecto a su reformulación. ¿Ha habido una falta de voluntad política aún mayor para cambiarla?
-El acceso a la Educación Superior depende de la PSU, pero también de las notas y felizmente ahora está el ranking. Que se cambie la PSU por otro nombre es secundario, porque, si se cambia la PSU por otra prueba, esta también va a segregar a los estudiantes de menores recursos económicos. El problema que tiene la PSU en Chile es que no ha incorporado a los estudiantes de los colegios técnico-profesionales. No hay pregunta para los jóvenes que egresan de estos colegios, ese es el problema de la PSU. Estamos contentos porque hay universidades que solo ponderan un 60% de PSU, pero es verdad que no ha habido una posición política clara de mejorarla. El sistema en su conjunto que establece PSU, NEM y Ranking, eso sí que ha cambiado, porque hoy la PSU pesa mucho menos que hace diez años.

-¿Cómo se puede avanzar a ese cambio?
-Nosotros en la Universidad de Santiago creamos el propedéutico precisamente porque lo que captura es el hecho de que el joven en su contexto ha aprovechado al máximo las oportunidades que tuvo. Ese sistema se expandió, luego este Gobierno implementó el sistema PACE, un propedéutico que está en todas las comunas y los eximimos de la PSU. No vale nada cualquier puntaje que se obtenga. Si estuvo en el 15% de los promedios superiores en su colegio, tiene asegurado un cupo en la universidad. La meta nuestra es que para todos los jóvenes de Chile, si sus notas están dentro del 15% superior, la PSU no valga nada, que lo único que valga sea su trayectoria escolar. Para los niños que no obtengan notas tan buenas, hay que usar una prueba, con el nombre que sea era mejor la PAA que la PSU. La tercera vía de ingreso es para personas que salieron hace muchos años del colegio, a las cuales no hay que considerarles su trayectoria escolar, porque la persona puede descubrir su compromiso con posterioridad. Para esos casos, solo hay que considerar una prueba de admisión. Hacia allá estamos caminando.

[cita tipo=»destaque»]“El fondo de la educación es lograr que las personas sean felices, que se desarrollen en plenitud. Cuando se les va arrinconando, pasa la profecía autocumplida, en que les dicen a los niños de colegios más pobres que se olviden de estudiar en la educación superior: ‘Eso no es para ti, es para otro tipo de niños’. Esto es nefasto, le hace mucho daño a este país”[/cita]

-Aun así se han mantenido las desigualdades respecto a contenidos y formación, ¿cómo debiese ser el programa de enseñanza y las pruebas para medir una educación más integral?
-Soy un firme partidario de que las personas entren a programas de bachillerato,  que en los primeros dos años se les entregue una formación general, les enseñen Filosofía, Química, Psicología, una especie de 5° año medio, para que no se transformen solamente en unos profesionales reproductores de una sola disciplina. A los jóvenes más estudiosos, les va bien en todo y les gusta todo, por lo que se demoran más en saber cuál es su verdadera vocación.

-¿Un joven a los 17 años está preparado para escoger?
-Algunos sí, tienen la madurez suficiente y claramente definida una vocación, pero lo normal es que los jóvenes no tengan tan definido su proyecto de vida. A los 17 años es bueno que inviertan y que amplíen su universo de posibilidades y sus expectativas. Que puedan conocer todas las carreras que están en el sistema y que puedan elegir.

-Respecto a la educación escolar, ¿qué errores hay en la formación, existe una educación integral, más allá de la preparación para la universidad o centros de formación técnica?
-Mi impresión es que, en los colegios, la parte de orientación a los estudiantes es muy limitada. No se les prepara suficientemente para el mundo laboral, continuar en un CFT, IP o en la universidad. No se les muestran todas las alternativas. Hay colegios que lo hacen, pero son la excepción, para la inmensa mayoría la responsabilidad dura hasta el último día de 4° medio, pero esta continúa. Debiéramos hacerles orientación para que las trayectorias que sigan los jóvenes, sea aquello que los haga personas más felices, más plenas.  

-¿Hace falta impartir una forma de educación que haga a los niños más felices, que les permita desarrollarse plenamente en la adultez?
-Claro que sí, el fondo de la educación es lograr que las personas sean felices, que se desarrollen en plenitud. Cuando se les va arrinconando, pasa la profecía autocumplida, en que les dicen a los niños de colegios más pobres que se olviden de estudiar en la educación superior: ‘Eso no es para ti, es para otro tipo de niños’. Esto es nefasto, le hace mucho daño a este país. En todos los colegios de Chile, sin ninguna excepción, estudian jóvenes que tienen las capacidades y motivaciones para ir al trabajo, IP, CFT y la universidad. Porque también el mundo del trabajo trae consigo un proyecto que los va a hacer muy felices. Si a un niño desde chico le gustaría ser panadero, puede ser el mejor panadero de Chile, ese niño va a ser feliz, va a ganar plata para mantener a su familia, entonces hay que mostrarle todas las gamas.  

-Las últimas políticas educativas, como la desmunicipalización, los liceos Bicentenario, ¿tienen esta perspectiva más holística de la enseñanza?
-Los liceos Bicentenario son 62 en todo Chile, pero no se resuelve el problema de la educación chilena con 62 colegios si hay un total de 3.200: solo representan el 1,8% de todos los establecimientos del país. Por ahí no va la solución, tenemos que generar cambios lo suficientemente profundos para que se transforme la situación en los 3.200 colegios que existen en el país. No puede ser que se diseñe un colegio pensando que el 100% de los estudiantes quieren terminar estudiando en la universidad, porque la universidad no es para todos, ni tampoco se puede pensar en que haya colegios en que el 0% desea continuar en la universidad, porque los talentos están repartidos igual entre ricos y pobres. El país pierde a excelentes profesionales. No podemos darnos el lujo de abandonar todos los otros colegios, porque hay capital humano potencial que podría hacer que este país crezca, todos los días perdemos lumbreras, talentos y la riqueza intelectual del país que está distribuido entre ricos y pobres.

-¿El Estado debería intervenir en la apertura de carreras y plazas disponibles para los estudiantes?
-Soy muy lejano a la idea de que el Estado defina qué es lo que el niño tiene que estudiar, tienen que ser ellos los que definan qué quieren hacer al salir de 4° medio, obteniendo una formación de buena calidad. Con lo de la carrera de perito criminalista en la UTEM hubo un engaño, se les dijo a esos estudiantes que había campo, pero no era así. Se necesita un organismo, un faro hay varios que muestre todas las posibilidades y la realidad de lo que necesita el país, pero no es correcto que el Estado le diga a un joven qué estudiar.

Debiera haber un observatorio confiable para que les dé a los estudiantes el campo laboral de una carrera en particular. Si una universidad quiere abrir una carrera, tiene que ser lo suficientemente responsable para aclarar la información a sus estudiantes, pero la última palabra siempre la debe tener el joven.

-Respecto a la educación superior, durante este Gobierno se implementó la gratuidad en escala. Una cantidad importante de recursos se han destinado para esta política, ¿están bien focalizados esos recursos?
-Nosotros en la Cátedra de la Unesco creemos que la gratuidad universal en Chile es necesaria y posible. Pero debe ser una gratuidad responsable, no se puede ofrecer gratuidad a un joven que durante los cuatro años de educación media nunca demostró que tenía una motivación para el estudio. Es irresponsable entregar gratuidad si no se pide requisito académico, porque hay jóvenes que no necesitan continuar estudiando después de 4° medio, porque su vocación no está en la vida universitaria, no va a ser feliz allí, él no necesita, ni el país necesita, que entre a la universidad.

Por ejemplo, la beca Vocación de Profesor no tiene requisito socioeconómico, porque sus creadores se dieron cuenta de que los papás no quieren que sus hijos estudien pedagogía, sobre todo los papás de los quintiles más acomodados. La idea de educación gratuita para todos se crea con la beca Vocación de Profesor y aquello que es válido para Pedagogía es válido para todos.

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