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Andrés Santander: el nuevo secretario general del PS que saca ronchas en La Moneda Duros cuestionamientos al “lugarteniente” de Isabel Allende también al interior de la tienda

Andrés Santander: el nuevo secretario general del PS que saca ronchas en La Moneda

Marcela Jiménez
Por : Marcela Jiménez Periodista de El Mostrador
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A pesar de su condición de hombre de confianza de la timonel socialista y de los 2 mil 52 votos que obtuvo en la última interna de la colectividad, el dirigente no es una figura que genere apoyos, respeto ni aplausos en su partido. En Palacio lo consideran un personaje que no tiene “vuelo propio” y que “no es referente de nadie”, mientras que en el PS asumen que, a contrapelo de la opinión que hay de él en los distintos lotes, logró instalarse en el puesto clave de la nueva mesa directiva por imposición de la propia senadora. No pocos lo fustigan por contribuir al escenario de división interna que hay en la colectividad, a raíz de la indefinición en materia presidencial.


Durante los últimos dos años, el recién renunciado director del Fosis, Andrés Santander, integró casi todas las ternas que llegaron a La Moneda desde el PS como propuestas para distintos cargos en el Gobierno. Sin embargo, su nombre fue rechazado una y otra vez, porque –según reconocen en Palacio– nunca obtuvo el visto bueno necesario para ascender, especialmente de la poderosa jefa de gabinete de la Presidenta, Ana Lya Uriarte, pese a que ambos militan en el mismo partido.

En las huestes del PS afirman que esa “desconfianza” que llevó a Uriarte a rechazar siempre el nombre de Santander como posible subsecretario, es la misma que comparten transversalmente dirigentes, parlamentarios y militantes de todos los “lotes” internos de la colectividad. Una contradicción, considerando que el ex director del Fosis está ad portas de convertirse en el nuevo secretario general de la tienda, una vez que lo ratifique el nuevo comité central elegido en las internas del 26 de marzo.

Cuesta encontrar figuras en el PS que no hagan una mueca o al menos no guarden un incómodo silencio inicial al preguntarles sobre Santander. Todos justifican el hecho de que el dirigente tiene en sus manos la secretaría general como parte del acuerdo político al que llegaron en el seno de la lista “Unidad Socialista”, que aglutinó a Grandes Alamedas, el Tercerismo, la Nueva Izquierda, el Colectivo Socialista y la Renovación, que en las internas triunfó con casi el 76% de los votos y que lideró el ex ministro Álvaro Elizalde, quien asumiría como el nuevo dirigente máximo del partido.

Hace una década que Santander tiene cercanía con Allende y, junto a Leonardo Jorquera, conforman el círculo de hierro de la timonel saliente. Por lo mismo, todos en el PS aseguran que fue la senadora la que puso sobre la mesa, durante las negociaciones internas, la condición de instalar a su brazo derecho en la secretaría general, como una manera de asegurar ciertos niveles de influencia política.

Pero a pesar de su condición de “lugarteniente” de Isabel Allende y de los 2 mil 52 votos que obtuvo en la interna, Santander no es una figura que genere apoyos, respeto ni aplausos en su partido. En Palacio lo consideran un personaje que no tiene “vuelo propio” y que “no es referente de nadie”, mientras que en el resto de la colectividad lo califican de “déspota” y “prepotente”, que tiene el defecto de “vanagloriarse” de su condición de operador, con cierta tendencia a algunas malas prácticas, lo que habría influido en su quiebre político con la diputada Maya Fernández, de quien fue muy cercano.

[cita tipo=»destaque»]Por este listado de cuestionamientos es que, en el seno de las bancadas de diputados y senadores socialistas, consideran que su llegada a la secretaría general no es sino solo un reflejo “de los complicados y alicaídos tiempos” que atraviesa el PS, herencia de la ambigua gestión que realizó Allende durante los últimos dos años.[/cita]

A no pocos en el PS molestó que el dirigente actuara –mandatado por Allende– en la negociación municipal de la Nueva Mayoría el año pasado, en circunstancias que ejercía como director del Fosis, y que mantuviera esa “doble militancia” para las internas del partido, aprovechando, cada vez que tuvo que viajar por su cargo al Congreso, de hacer lobby ante los ojos de todos.

Por este listado de cuestionamientos es que, en el seno de las bancadas de diputados y senadores socialistas, consideran que su llegada a la secretaría general no es sino solo un reflejo “de los complicados y alicaídos tiempos” que atraviesa el PS, herencia de la ambigua gestión que realizó Allende durante los últimos dos años.

“Está súper cuestionado, en todos los lugares donde ha trabajado, su mayor problema es que trabaja para sí mismo”, sentenciaron en La Moneda.

Un influyente senador socialista agregó que “Santander es de juego chico, nunca le puso muchas luces a Isabel Allende, se caracteriza por operaciones pequeñas, porque no tiene mirada de largo plazo y no tiene mirada de país, eso se notó porque no logró afirmar a Isabel como una líder del partido”.

La secretaría general de una colectividad no es un cargo menor, es estratégico. Es la cara pública y cotidiana del partido, pero además es el encargado de las negociaciones con los demás partidos de la coalición, especialmente en un año marcado por las elecciones presidenciales y parlamentarias de noviembre. Un puesto que han ostentado figuras que van desde Carlos Altamirano hasta Luis Maira, Aniceto Rodríguez o Gonzalo Martner, así como también Clodomiro Almeyda, Marcelo Schilling, Camilo Escalona, hasta Pablo Velozo, cada uno de ellos, nombres con los que –agregaron a todo nivel en el PS– se puede estar o no de acuerdo políticamente, tener reparos y críticas a sus gestiones, pero a quienes todos unánimemente les reconocen su densidad política y pensamiento propio, atributos que no estarían en el listado de fortalezas de Santander, según afirman en la tienda.

Santander es Trabajador Social por la Universidad de Concepción, se desempeñó como director de planificación en las municipalidades de San Ramón –donde también fue administrador del municipio– y La Florida. Asimismo, fue jefe del departamento de Control de Gestión de la Comisión Nacional de Medioambiente en la Región Metropolitana y, entre los años 2003 y 2010, estuvo vinculado a la Secretaría General de la Presidencia. En marzo de 2014, la entonces ministra de Desarrollo Social, María Fernanda Villegas (PS), lo nombró director del Fosis, cargo que dejó hace solo unos días para asumir la secretaría general del partido.

En el PS –a nivel de parlamentarios, asesores y dirigentes– explican que Santander siempre fue una figura del “aparataje socialista”, que siempre operó tras bambalinas, que dada su trayectoria municipal tiene muchos amigos concejales, que se ha caracterizado por conseguirle trabajo a mucha gente en el partido, especialmente a sus cercanos, con lo que amarra lealtades, y que en su período en el Fosis habría ubicado a “su gente” en distintos puestos a lo largo del país, algo que confirman en el seno del propio Ministerio de Desarrollo Social. “Así asegura votos para el comité central”, agregó un socialista de larga data y cercano a la mesa de Allende.

Un ejemplo de ello, explicaron en la colectividad, fue la elección hace un año de Jorge Daza como administrador general de fondos del PS, nada casual, tomando en cuenta que el ingeniero comercial es considerado un cercano a Allende, pero en especial a Santander, con quien trabajó hasta ese momento en el Fosis. Ese cargo se creó a la luz de la nueva Ley de Partidos, una suerte de gerente con plenas atribuciones para gestionar los recursos de la colectividad.

Consultado en el verano por El Mostrador sobre las críticas opiniones que genera en el PS, Santander dijo que está consciente de los cuestionamientos, pero los consideró parte de la “mitología política malintencionada” del partido y recalcó que “yo tengo una historia larga en el socialismo, conocí a Isabel Allende siendo miembro de la comisión política, no llegue a esta instancia (ser secretario general) por ella”. Sobre las dudas en torno a su falta de densidad política, se limitó a precisar que tiene opinión y que la expresa siempre con claridad.

Eso hizo en octubre del año pasado, para fustigar públicamente la jugada del laguismo de reclutar al entonces ministro de Energía, Máximo Pacheco, como generalísimo de la campaña del ex Mandatario. «Lamento la forma en que el ex Presidente Lagos y su entorno han actuado, pasando a llevar a nuestro partido, forzando cambios en el gabinete y filtrando sistemáticamente informaciones con objeto de dañar otras precandidaturas», manifestó Santander en ese minuto.

Declaraciones de esta índole han instalado en el PS la idea de que el futuro secretario general es uno de los que ha jugado reservadamente, desde hace tiempo, sus cartas a favor de la candidatura presidencial de Alejandro Guillier y que, por lo mismo, el complicado estado actual que atraviesa el partido ante su indefinición es en parte responsabilidad de las operaciones de Santander.

“Lo que se dice en el PS es que Santander ya llegó a acuerdo con Guillier, no hay pruebas concretas, pero es lo que se habla a todo nivel”, reconoció un senador socialista, mientras que en otras instancias de la colectividad se habló, durante todo el verano, de conversaciones informales y reservadas del dirigente con el abanderado del PR en enero, previo a que el comité central optara nuevamente por dilatar la definición de su candidato presidencial. Incluso, en ese momento, al interior del PS se dio la versión –explicaron– de que las conversaciones con Guillier fueron solo para sondear su disposición a ser medido en una consulta ciudadana, la que finalmente nunca se concretó.

Un punto que Santander desmintió en enero, pero que no logró despejar las dudas internas en la colectividad. Sin embargo, lo que más se le cuestiona a nivel interno en este tema es, precisamente, la “falta de mirada política a largo plazo” que demostró el futuro secretario general del PS, porque –agregaron dirigentes y parlamentarios– no supo aquilatar la dimensión real de la división interior que ha provocado la dilatación de la definición presidencial, como tampoco supo entender que la consulta ciudadana era una salida para ordenar el clima de la colectividad y que, al operar para cancelarla, solo contribuyó a complicar más las cosas.

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