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Todo el poder de Cristián Edwards para quedarse con El Mercurio Documentos reservados con decisión de su padre

Todo el poder de Cristián Edwards para quedarse con El Mercurio

Tras una prometedora carrera en el New York Times y dos años trabajando en temas de gestión al interior del diario que fundó su bisabuelo, el cuarto hijo de Agustín Edwards Eastman fue acumulando cada vez más potestad al interior de la sociedad que administra el medio, como evidencian las continuas modificaciones a su estructura de poderes, hasta llegar a tener las mayores facultades –como el apoderado clase A–, convirtiéndose, así, por voluntad de su progenitor, en el hombre fuerte de la empresa, para terminar de facto con la antigua tradición de los Agustines.


Tras la muerte de Agustín Edwards Eastman y escritas muchas páginas que hacen referencia a sus dimensiones política y comercial, así como a su rol principalmente histórico en los destinos de Chile durante la segunda mitad del siglo XX, una pregunta clave surge como elemento de mayor tensión durante los epitafios: ¿quién sucederá en el poder periodístico al último patriarca de los Agustines? Y asimismo: ¿se mantendrá el mayorazgo de la dinastía Edwards en El Mercurio?

Según documentos notariales a los que tuvo acceso El Mostrador, Edwards Eastman desde hace seis años comenzó a preparar –en distintos roles y con distintos grados de poder– a su futuro heredero en el diario. Su nombre: Cristián, vicepresidente de El Mercurio SAP, hoy el único miembro de la familia capaz de hacer y deshacer en la empresa periodística.

La secuencia comienza en 2011 y dibuja el ascenso de Cristián en un negocio que no solo conoció por herencia: después de su secuestro, a manos del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, en septiembre de 1991, el entonces joven heredero se radicó en Estados Unidos. Esto, hasta mediados de 2009, cuando regresó a Chile.

Era el primer paso para reinstalarse en el país y seguir la huella de su padre.
Decisiones de Santa María
En Manhattan, Cristián Edwards –MBA de la Escuela de Negocios Wharton– tomó cursos de computación y se dedicó a la consultoría y posteriormente realizó una brillante carrera ascendente en el New York Times, uno de los diarios más influyente del mundo, donde llegó a desempeñar el cargo de presidente del New Service, dirección estratégica dedicada a la gestión de sus contenidos de pago.

En este importante cargo en la compañía de la familia Sulzberger, fue testigo directo de la crisis que azotó a los medios en 2008-2009, la que golpeó muy especialmente al periódico de la Gran Manzana, que debió recurrir al magnate Carlos Slim para apalancar su sobreendeudamiento.

Tras regresar al país para desempeñarse en cargos administrativos en El Mercurio SAP, el 25 de agosto de 2011, a las seis de la tarde, en una de las oficinas del edificio ubicado en Santa María 5542, se comenzó a tejer el poder de Cristián. A esa hora, el directorio acordó facultar a Jonny Kulka Fraenkel –entonces gerente general– y a Cristián Edwards del Río, en calidad de Apoderados Clase A, para que representasen a la sociedad con las más amplias facultades.

Como vicepresidente, Cristián Edwards estaba por sobre Kulka y el resto de los gerentes. Aunque inicialmente su principal misión era hacerse cargo de un proyecto digital de pago de El Mercurio, fue ampliando su injerencia a otras áreas, en especial, la comercial.

[cita tipo=»destaque»]Sin perjuicio de las atribuciones generales que la Ley de Sociedades Anónimas le confería a Cristián Edwards del Río en su calidad de gerente general de la sociedad, se acordó facultarlo expresamente, y en calidad individual, como apoderado clase A. Esto, a fin de que pudiera administrar y representar a dicha sociedad con las más amplias facultades. Ser apoderado clase A significa tener la potestad más amplia para administrar la empresa, sin tope de montos.[/cita]

Al momento de su arribo renunciaron ocho altos ejecutivos. Cuatro históricos, con más de dos décadas en la compañía: Julio Manusevic, gerente general de diarios regionales; Patricio Moreno, gerente comercial; Juan Enrique Canales, gerente de nuevos negocios (productos asociados al diario); y Rodolfo Álvarez, gerente de operaciones que manejaba las áreas digital y prensa.

En una sesión desarrollada en las mismas oficinas de avenida Santa María, el 4 de julio de 2013, ante la mirada del presidente (Agustín Edwards Eastman) y la asistencia de los demás directores (Agustín Jr., Enrique Barros Bourie y Richard Büchi), Kulka aceptó asesorar al grupo en materias estratégicas y de planificación, presentando su renuncia a la gerencia general. De esa forma dejaba el paso libre a Cristián para instalarse como gerente general interino, una decisión tomada por unanimidad por los miembros del directorio, que tras una breve discusión dejaron que hablase Cristián Edwards del Río:

–Gracias por la confianza –dijo Cristián, después del nombramiento que lo ungió con más poder en la sociedad.

Eran pasadas las 10 de la mañana cuando el patriarca esperó los agradecimientos de su hijo y tomó la palabra. Quería informar que, debido a los cambios en la administración, era necesario reestructurar los poderes de la sociedad, aunque obviamente sin revocar sus propias facultades amplias para gobernar El Mercurio. Así, en esa reunión, por unanimidad de los directores presentes, se acordó entregar una nueva estructura de poderes.

Sin perjuicio de las atribuciones generales que la Ley de Sociedades Anónimas le confería a Cristián Edwards del Río en su calidad de gerente general de la sociedad, se acordó facultarlo expresamente, y en calidad individual, como apoderado clase A. Esto, a fin de que pudiera administrar y representar a dicha sociedad con las más amplias facultades. Ser apoderado clase A significa tener la potestad más amplia para administrar la empresa, sin tope de montos.

Tiempo después, el 21 de marzo de 2014, de acuerdo a los documentos notariales revisados por El Mostrador, Cristián Edwards pidió alejarse del cargo para poder dedicarse “a las labores propias de la vicepresidencia ejecutiva”. Ese mismo día, por decisión unánime de los miembros del directorio, Alejandro Arancibia Bulboa reemplazó a Edwards del Río en la gerencia general. Así se selló la figura que perduró hasta el día de la muerte de Agustín Edwards padre.

Dentro de las resoluciones tomadas en acta durante aquella mañana, se acordó otorgar una nueva estructura de poderes para la sociedad: sin perjuicio de las atribuciones de Arancibia Bulboa como gerente general, se ratificó a Cristián Edwards del Río en calidad de apoderado clase A de la sociedad.

Así, con la tercera modificación de la estructura de poderes, Cristián mantuvo su rol más relevante e incluso fuera del cargo concreto que ostente: ser dueño y señor de El Mercurio. Y, todo ello, sin llamarse Agustín.

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