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Jaque mate al liderazgo de Escalona deja agónica a la Nueva Izquierda del PS El subsecretario Aleuy es de los pocos que se mantienen en la NI

Jaque mate al liderazgo de Escalona deja agónica a la Nueva Izquierda del PS

Marcela Jiménez
Por : Marcela Jiménez Periodista de El Mostrador
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Si el poder de Escalona se consagró tras el triunfo de Bachelet en las elecciones de 2006, en esta segunda administración bacheletista todo fue distinto. Porque, si bien en el Gobierno ha existido una fuerte y clara presencia de figuras del grupo de la Nueva Izquierda en puestos claves –partiendo por Aleuy en la Subsecretaría del Interior; la jefa de gabinete de la Presidenta, Ana Lya Uriarte; la ministra vocera Paula Narváez; Andrade desde la presidencia del PS, primero, y luego desde la testera de la Cámara de Diputados; más una serie de asesores socialistas repartidos en diversos puestos en Palacio y ministerios–, lo cierto es que el gran ausente en estos años ha sido, precisamente, Camilo Escalona.


Por años fue la columna vertebral del socialismo, la corriente interna que concentró el máximo poder y desde la cual se movieron las riendas tanto del rumbo que seguía el partido de Clodomiro Almeyda como de la impronta de la política de alianzas con los socios de coalición. Pero hoy el escenario de la otrora influyente Nueva Izquierda (NI) es diametralmente distinto y la derrota electoral en noviembre de su máximo líder, Camilo Escalona, en su intento por volver a la primera fila a través de un escaño senatorial por la Región de Aysén, complicó cualquier opción de un rearme en el mediano plazo de este mítico “lote”.

El origen de la Nueva Izquierda viene del reconocimiento de Almeyda como secretario general del PS en los años clandestinos de la dictadura. En torno a su figura se plasmó la reunificación de la colectividad y fue Escalona el que se levantó como el delfín político del ex canciller de Salvador Allende. Durante los años 90 tuvo una amplia presencia en las bases socialistas, pero no así en cargos de primera línea. Fue en la década siguiente cuando comenzaron a ganar espacios de influencia y protagonismo, especialmente cuando una de entre los suyos, Michelle Bachelet, llegó a La Moneda por primera vez en marzo de 2006.

En ese momento se consagró el poder de Escalona y la NI fue el “factótum” de la Mandataria en esos años, al tiempo que figuras como Osvaldo Andrade y Mahmud Aleuy salieron de entre las bambalinas del PS y las negociaciones electorales, para asumir cargos públicos.

Sin embargo, en esta segunda administración bacheletista todo fue distinto. Porque, si bien en el Gobierno ha existido una fuerte y clara presencia de figuras de este grupo en puestos claves –partiendo por Aleuy en la Subsecretaría del Interior; la jefa de gabinete de la Presidenta, Ana Lya Uriarte; la ministra vocera Paula Narváez; Andrade desde la presidencia del PS, primero, y luego desde la testera de la Cámara de Diputados; más una serie de asesores socialistas repartidos en diversos puestos en Palacio y ministerios–, lo cierto es que el gran ausente en estos años ha sido, precisamente, Camilo Escalona.

Por eso su elección como senador era clave para la NI, porque su regreso implicaba la posibilidad de recuperar cuotas de influencia y protagonismo en la futura oposición, desde la plataforma donde se atrincherará a partir de marzo la centroizquierda: el Congreso. Pero el magro 6,09% que obtuvo en las urnas –ante el 15,15% de la PPD Ximena Órdenes, que se quedó con el cupo– lo dejó fuera y, con eso, se generó internamente en el PS una sensación colectiva y transversal de que “dicho lote está en el suelo”.

Esta no es la primera derrota dolorosa que experimenta Escalona, pero es la tercera consecutiva después de su fallida incursión senatorial en la VIII Región, el 2013, y su intento posterior, en 2015, por regresar a la presidencia del PS, y, sobre todo, es la que enfrenta con la Nueva Izquierda “en el suelo” y “disgregada”, según aseguran colectiva y transversalmente en el PS en estas semanas.

“La Nueva Izquierda como se le conoció ya no existe. Lo que es hoy, es un grupo que está exclusivamente en torno a Escalona, mucha gente se ha desprendido de la tendencia y lo cierto es que ahora en todas las otras corrientes hay gente que fue NI”, sentenció un histórico ex miembro de dicha fracción.

Si uno pregunta a autoridades de Gobierno, asesores y parlamentarios del PS, todos coinciden en que la Nueva Izquierda está agonizando y muchos consideran que se encuentra en fase terminal, que no existe punto de retorno, posibilidad de rearmarse, aunque hay algunos con ciertos grados de optimismo sobre su capacidad de recuperación. “Si fuimos capaces de sobrevivir a la dictadura, la Nueva Izquierda puede salir perfectamente de este mal momento”, sentenció un socialista cercano a Escalona.

El problema para dicho rearme, que no pocos ven imposible, está precisamente en el estilo de liderazgo de Escalona, que ahora, sin una plataforma que le permita tener un rol más relevante, deja en evidencia –explicaron en el PS– la falta de figuras de relevo y reemplazo que lo sucedan. “Su liderazgo excluyente, en el que nadie puede hacerle sombra, terminó por agotar a la Nueva Izquierda. Está basado en la desconfianza y eso lo ha ido dejando solo”, explicó un ex NI.

[cita tipo=»destaque»]El quiebre entre Escalona y Bachelet, durante el primer semestre del 2013, cuando la entonces candidata presidencial no respaldó su deseo de no ir a primarias en la X Región para buscar su reelección como senador en dicha zona, es el hito que marca el principio del desmembramiento interno. Ese episodio también fisuró la estrecha relación política y personal que el ex timonel PS tenía con Andrade, la que terminó de fracturarse el año 2016, cuando el diputado por Puente Alto optó por marginarse del histórico “lote” para conformar una corriente paralela, la Convergencia Socialista.[/cita]

El quiebre entre Escalona y Bachelet, durante el primer semestre del 2013, cuando la entonces candidata presidencial no respaldó su deseo de no ir a primarias en la X Región para buscar su reelección como senador en dicha zona, es el hito que marca el principio del desmembramiento interno. Ese episodio también fisuró la estrecha relación política y personal que el ex timonel PS tenía con Andrade, la que terminó de fracturarse el año 2016, cuando el diputado por Puente Alto optó por marginarse del histórico “lote” para conformar una corriente paralela, la Convergencia Socialista.

Entremedio, ocurrió la interna por la presidencia del PS, en la que se enfrentó a la senadora Isabel Allende, la que ganó finalmente, en parte gracias a que un sector de la Nueva Izquierda no apoyó a su líder histórico, sino que se movilizó y trabajó precisamente para evitar que regresara a la conducción del partido.

El 2017, Escalona apoyó con votos la lista de Elizalde, con lo cual se aseguró un cupo como vicepresidente de dicha directiva, aunque ha sido evidente que ha tratado de mantener la distancia política con dicha conducción, con posturas divergentes en varios temas, siendo el más evidente la definición del candidato presidencial.

La crisis de la Nueva Izquierda está estrechamente ligada al complejo momento interno que vive el PS, a pesar de su relativo éxito electoral en las parlamentarias del 19 de noviembre. La falta de autocrítica, la pérdida de la identidad política del socialismo, la débil conducción de la actual mesa directiva que lidera Álvaro Elizalde, las erráticas decisiones adoptadas en la carrera presidencial y las tensiones en el seno de la Nueva Mayoría, son algunos de los problemas de fondo que enfrenta esta colectividad y que, de una forma u otra, tienen su razón de ser en el paulatino debilitamiento de la Nueva Izquierda como su eje político.

“Cuando la Nueva Izquierda se quiebra finalmente el año 2015, dejó un espacio muy grande en el PS para que distintos actores que no privilegian los valores del PS, sino que una mirada a corto plazo, tomaran la conducción”, se lamentó un histórico ex integrante de la tendencia.

En este punto es donde entran los incipientes análisis internos desde distintas corrientes y actores que, en líneas gruesas, intentan buscar respuestas para que el Partido Socialista recupere el rumbo. Sin embargo, todos saben que es un proceso largo el que se avecina. Pero, también, en el que las expectativas de algunos históricos apuntan a un posible acercamiento de los rostros claves de la NI, pensando en que dicho diálogo es fundamental para fortalecer al partido y ayudarlo en el proceso no menor de recuperar su identidad política.

En este panorama, el subsecretario Aleuy es de los pocos que se mantiene en la NI, aunque en Palacio recalcan que su papel en La Moneda lo tiene tan ocupado, que su membresía a estas alturas es casi nominal. Pero hay socialistas que consideran que, una vez concluido el Gobierno, después que se asiente el polvo y corran las aguas políticas este año, puede jugar un rol de “puente” de entendimiento entre Andrade y Escalona, para que unan visiones de país y ayuden al proceso que debe enfrentar la colectividad con miras a la necesaria realineación de las fuerzas progresistas durante los años en que serán oposición.

También hay ciertas expectativas a mediano plazo con la ministra Paula Narváez como figura de recambio, ya que en el propio PS dicen que no descartaría en el mediano plazo jugar un rol activo en la colectividad, después, eso sí, de replegarse algunos meses una vez concluida la actual administración bacheletista. Una señal de ello, afirmaron, fue su participación en el comité central del sábado 6 de enero, donde en su intervención sintonizó con la demanda interna de las huestes socialistas de redefinir su identidad política.

“Ahora es cuando resulta fundamental entender que la defensa del Gobierno debe partir desde el primer día de la nueva administración (…), la defensa a una visión de mundo –nuestra visión de mundo– y a un sentido político profundo (…). No defender la obra del Gobierno de la Presidenta Bachelet será sinónimo de entregar la pelea por las ideas y es mucho lo que está en juego. No son solo programas o beneficios, está en juego nuestra identidad política”, expresó Narváez en la ocasión.

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