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Piñera gobernando a punta de encuestas semanales y big data PAÍS

Piñera gobernando a punta de encuestas semanales y big data

Hernán Leighton
Por : Hernán Leighton Periodista de El Mostrador
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Las últimas encuestas internas de La Moneda han arrojado una conclusión que preocupó al Presidente, porque han sido contundentes –dieron a entender quienes han tenido acceso a estos estudios– en que, cuando el Presidente aparece con posturas “amarillas” o tibias, el voto duro, que es el que sostiene los números de aprobación del Gobierno, reacciona –negativamente– de inmediato. Esa sería la explicación del giro radical que tuvo el Mandatario desde la semana pasada, cuando osciló desde el discurso conciliador y convocante a emplazar a la oposición a ponerse a trabajar. Más que argumentos políticos de peso, la verdadera pauta de las definiciones presidenciales serían los compilados semanales de Cadem, complementados por el monitoreo de las redes sociales que realiza la Secom.


Ya no es el mismo de marzo, se cumplieron los primeros cien días de su Gobierno, algo cambió en La Moneda, el tono conciliador del inicio ya no es el mismo y desde la semana pasada se observa un Presidente Sebastián Piñera con un discurso mucho más duro, casi confrontacional, algo desatado. Un nuevo estilo del Mandatario que responde, claramente, a lo que dictan las pautas de una de sus principales debilidades: las encuestas.

La señal más contundente de ese giro se dio la semana pasada, cuando, acompañado por su ministro del Interior, Andrés Chadwick, el Jefe de Estado viajó a La Araucanía, donde hizo el anuncio del cuestionado “Comando Jungla” para enfrentar los problemas en la región, un grupo especializado del Gope entrenado por las fuerzas colombianas instruidas para combatir a las FARC.

Hasta ahí todo estuvo dentro del diseño que se había realizado en Palacio, pero Piñera sacó un as de su manga que dejó a todo su círculo de colaboradores descolocado, ya que sin previo aviso cambió el tono conciliador de su discurso público, con el que en innumerables ocasiones ha invocado la figura del ex Presidente Patricio Aylwin. Sin que nadie le preguntase nada, en pleno Encuentro Empresarial de La Araucanía (ENELA), el Mandatario golpeó la mesa y conminó a la oposición a ponerse a trabajar, para luego en otras dos instancias más durante su gira– insistir en el punto, al advertir a dicho sector que “si no quieren colaborar, no se dediquen a obstruir”.

El plan original que se acordó en un principio entre La Moneda y Chile Vamos fue que eran los parlamentarios y dirigentes del oficialismo los encargados de enfrentar la consigna que había logrado instalar la oposición sobre la “sequía legislativa” del Gobierno. Después, era la ministra vocera, Cecilia Pérez, la que debía reforzar dicho discurso, pero en ningún momento se habló ni coordinó que la ofensiva la liderara el Presidente, quien, al salirse de ese libreto, nuevamente expuso la figura de la máxima autoridad del país.

Así, Piñera volvió a quebrar el diseño de protección ideado en Palacio para blindar su imagen y evitar los errores cometidos durante su primer mandato, entre ellos, el que se identificó como uno de los principales: las jugadas personales del Mandatario sin cálculo previo que, entre suma y resta, casi siempre le dieron resultados en rojo. Entre quienes conocen bien al Presidente, justifican su nueva arremetida como algo propio de su forma de ser, ya que si bien ha cambiado, al final del día es como la fabula del escorpión, su naturaleza y «carácter lo traiciona”.

Su debilidad

Eso no implica que este nuevo escenario no genere cuestionamientos internos a la forma de trabajar de Piñera, un estilo en el que las encuestas aparecen como factor gravitante a la hora de la toma de decisiones. No son pocos quienes se han sentado en la oficina del Mandatario y que señalan a las mediciones internas de Palacio como una suerte de obsesión presidencial, a punto que –reconocen en La Moneda– no logra escindirse de ellas a la hora de poner en la balanza convicciones o conveniencias políticas.

En el seno del piñerismo comentaron que Cadem entregaría semanalmente compilados de los sondeos públicos, en los que se miden temas, ministros, subsecretarios, todos en detalle, y que el Presidente revisa acuciosamente. «Lamentablemente está decidiendo qué hacer semana a semana según lo que dicen las encuestas. La única diferencia con el primer Gobierno es que ahora las complementan con el big data de la Secom, lo que marcan las redes sociales», afirmó un conocedor de la trastienda de Palacio.

Las últimas encuestas internas de La Moneda han arrojado una conclusión que preocupó a Piñera, porque han sido contundentes –dieron a entender quienes han tenido acceso a estos estudios– en que, cuando el Presidente aparece con posturas “amarillas” o tibias, el voto duro, que es el que sostiene los números de aprobación del Gobierno, reacciona –negativamente– de inmediato.

Por esa razón es que cercanos al Mandatario hicieron el enlace para explicar la reacción de este con la oposición, pasando por arriba del diseño acordado. Endurecer su postura trae réditos inmediatos, esa es la conclusión interna en la sede gubernamental.

[cita tipo=»destaque»]En el seno del piñerismo comentaron que Cadem entregaría semanalmente compilados de los sondeos públicos, en los que se miden temas, ministros, subsecretarios, todos en detalle, y que el Presidente revisa acuciosamente. «Lamentablemente está decidiendo qué hacer semana a semana según lo que dicen las encuestas. La única diferencia con el primer Gobierno es que ahora las complementan con el big data de la Secom, lo que marcan las redes sociales», afirmó un conocedor de la trastienda de Palacio.[/cita]

Personeros del oficialismo afirmaron que “las encuestas influyen mucho en él, él dice que no, pero sí, uno cambia, pero no tanto”. En la derecha complementaron el punto con una reflexión: “Todos pueden saber que se trata de un desastre, pero la encuesta dice lo contrario (…). Da la impresión de que el programa de Gobierno siempre puede variar, es su forma de ser”.

La debilidad del Presidente por lo que dicen las encuestas es tan evidente y asumida en la derecha, que reconocen que solo basta observar la conducta del Jefe de Estado estos meses  para darse cuenta de que «Piñera no ha ido en contra de la corriente en nada, en el último tiempo todo ha ido de acuerdo a la dirección de los vientos”.

La encuesta Cadem del 3 de julio –la parte que se hace pública del sondeo, no el compilado que manejan en Palacio– arrojó que en el atributo de Piñera sobre su capacidad para solucionar los problemas del país, ha habido una merma, desde marzo, de cinco puntos (72% al 67%), misma tendencia a la baja que registró la confianza que genera el Presidente, donde cayó siete puntos (60% al 53%) y descendió otros seis puntos (58% al 52%) en su habilidad para conocer las necesidades de las personas. También perdió terreno –cinco puntos– en una arista no menor, el nivel de cumplimiento de sus promesas: obtuvo el 47%.

El golpe a la mesa a la oposición no es el único episodio. En el Ejecutivo recuerdan que, hace no más de una semana, el propio ministro de Hacienda, Felipe Larraín, fue claro en señalar –a través de un oficio en respuesta a la Subsecretaría de Redes Asistenciales– que, debido a la política fiscal de austeridad en materia de gasto público, se negaba la solicitud para la construcción del nuevo Hospital Sótero del Río en la comuna de Puente Alto.

Solo pasó un día para que Piñera pasara por arriba de la posición fijada por el jefe de la billetera fiscal y saliera a anunciar «en forma fuerte y clara, el Hospital Sótero del Río, que es tan importante para la comuna de Puente Alto y para toda la zona sur de Santiago, se va a construir”.

Fuentes cercanas a Piñera aseveraron que le hicieron saber al Presidente –a través de terceros– de la importancia de la construcción de dicho hospital y su impacto en la futura elección presidencial, ya que en una de las zonas más populares y con la mayor cantidad de electores del país, una obra de esa magnitud puede cambiar hasta la sensibilidad de un votante de izquierdas.

Pare el decano de la facultad de Ciencias Políticas y Administración Pública de la Universidad Central, Marco Moreno, el tema pasa por el hecho de que “Piñera trata de conectar con cierta opinión pública que cuestiona el rol de los parlamentarios. Esto ya fue puesto en la arena pública a propósito de los altos sueldos que reciben, por eso instala la idea de los políticos que no trabajan, de los políticos flojos. Eso lo conecta con un estilo populista, el estilo neotrumpista que lo caracteriza en estas últimas intervenciones».

El académico y analista añadió que lo que se vislumbra «es una estrategia que esta marcando el no transitar por el camino legislativo. Al ver que no cuenta con mayorías en el Congreso, busca cómo hacer viable un Gobierno que se sustente en medidas de corto plazo, efectistas, que conecten con la opinión pública y que le permitan demostrar resultados en términos de acciones”.

En la vereda contraria, el académico de la facultad de Gobierno de la Universidad del Desarrollo, Gonzalo Müller explica los cambios en el discurso presidencial como parte de “la vieja política de la zanahoria y el garrote, todo el diálogo para construir y avanzar, para que funcionen mesas y grandes acuerdos nacionales. Pero, para una parte de la oposición que quiere atrincherarse y obstruir, en esa situación, tiene todo el derecho a decirles que hagan la pega. Y tuvo una reacción: varios de los proyectos se están viendo esta semana”.

Ministros sin piso

Una vez Piñera emplazó a la oposición a ponerse a trabajar, el primero de sus ministros en reaccionar fue Chadwick, quien debió llamar de inmediato al senador por La Araucanía, Francisco Huenchumilla (DC) para aclarar el alcance de las palabras del Mandatario al parlamentario que hoy ejerce hoy como presidente de una de las comisiones claves de la Cámara Alta, la de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento, pero que además ha liderado las críticas a las modificaciones que se quieren implementar a la Ley Antiterrorista.

Chadwick no fue el único que tuvo que salir a realizar control de daños. El ministro de la Segpres, Gonzalo Blumel, también salió a tratar de morigerar la molestia que se instaló y se desplegó en el Congreso con ese objetivo. Desde la oposición afirmaron que el secretario de Estado efectivamente trató de «explicar lo inexplicable”, que se reunió con todos los parlamentarios a los que Piñera sacó ronchas, “para hacerles creer que no era un tema personal”, pero no tuvo mucho éxito.

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