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Consejo de RN sin «Manual de Carreño»

Con la emoción provocada en Renovación Nacional por la proclamación unánime de su candidato presidencial Sebastián Piñera, dado que la última vez el Consejo General estaba dividido, los máximos dirigentes olvidaron los modales y las buenas costumbres. Por desgracia el afectado resultó ser el presidente de la UDI Juan Antonio Coloma, ilustre invitado al evento, quien ni en sus peores pesadillas debe haber imaginado nunca que para presenciar la ratificación del abanderado de la derecha tendría que acreditarse.


Con la emoción provocada en Renovación Nacional por la proclamación unánime de su candidato presidencial Sebastián Piñera, dado que la última vez el Consejo General estaba dividido, los máximos dirigentes olvidaron los modales y las buenas costumbres. Por desgracia el afectado resultó ser el presidente de la UDI Juan Antonio Coloma, ilustre invitado al evento, quien ni en sus peores pesadillas debe haber imaginado nunca que para presenciar la ratificación del abanderado de la derecha tendría que acreditarse.

Pero así fue. Y la falta de tino no pasó inadvertida en el gremialismo. Cómo es posible que a un socio estratégico, un invitado de honor, se le haya obligado a pasar por acreditación antes de ingresar al salón de honor. Aunque, para ser honestos, al comienzo Coloma ni cuenta se dio del trabajo que le costó a su equipo todo el proceso, lo cierto es que no gustó nada, nada, nada en la UDI.

Nadie en el gremialismo entiende que un funcionario de rango menor de RN, encargado de acreditar a los consejeros del partido, mismos que deben ratificar, según la ley, no sólo a su abanderado sino también la plantilla parlamentaria, razón por la cual deben demostrar que son consejeros, haya incurrido en tal falta de tino, considerando que Coloma era uno de los invitados más importantes, porque no digamos que los demás integrantes de la Coalición por el Cambio se acercan si quiera a los votos que la UDI le reserva al candidato. Por lo pronto, dicen en la UDI, una leída rápida al «Manual de Carreño» no le hace mal a nadie.

 

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