En estos casi dos meses no sólo al gobierno se le ha hecho difícil el proceso de instalación. A los nuevos parlamentarios o a los que cambiaron de Cámara también se les ha complicado adaptarse a las costumbres de quienes los preceden en antigüedad. Es sabido que el Senado es considerado, en todos sentido, más reposado y tranquilo. Entre otras cosas, porque hasta hace sólo unos años, los senadores tenían un alto promedio en edad, pero hace algún tiempo dicho promedio ha ido bajando, porque elección tras elección ha comenzado a ingresar gente más joven.
Para estos últimos no ha sido fácil acomodarse. Ese es el caso del senador de RN Francisco Chahuán, quien durante el periodo anterior, en que representó como diputado al distrito de Viña del Mar, tenía por costumbre recibir a muchos de sus electores diariamente. Sin embargo, esa práctica no ha caído del todo bien en el piso 10 de la Cámara Alta, donde ocupa la primera oficina a la izquierda del corredor, la misma que perteneció a su predecesor, Sergio Romero.
Ese piso lo comparten con Chahuán, los senadores de su partido Lily Pérez, José García Ruminot, Baldo Prokurica y el independiente Carlos Cantero. Hasta hace unas semanas también tenía su oficina el senador Alberto Espina. Pero según comentan en el Senado se incomodó con el permanente paseo de personas ajenas al Congreso, cosa que habría conversado con Chahuán a quien le habría solicitado que terminara con la recepción de tanta gente en el piso. Como el novato senador hizo caso omiso de las palabras de su compañero de partido y no cambió su rutina, Espina decidió cambiarse de piso, mudándose al octavo.
Pero eso no terminó con los problemas, porque además de recibir gente permanentemente, Chahuán cuenta con un equipo de asesores de unas 15 personas, y otros compañeros de piso también se han incomodado con tanto “trajín”, por lo que en el entorno de Chahuán señalan que el parlamentario está pensando en ser él quien se cambie de piso.
