El gesto del Gobierno de catalogar como de la “máxima gravedad” los altos montos del contrato de Jaime de Aguirre como director ejecutivo de TVN, buscando debilitarlo y forzarlo a renunciar, es el capítulo final de una relación de distanciamiento y ruptura con Sebastián Piñera de quien fuera su hombre de confianza en Chilevisión, cuando esta estación televisiva era de propiedad del actual Presidente y se triangularon dineros para pagarle bonos por desempeño al hombre fuerte de la TV a través de boletas ideológicamente falsas, en el marco del escándalo por el financiamiento irregular de la política.