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Francisca Valenzuela se suma al #YoTambién y cuenta sus experiencias de acoso sexual Campaña en redes sociales

Francisca Valenzuela se suma al #YoTambién y cuenta sus experiencias de acoso sexual

«Cuando un colega o profesional de mi industria me ofreció una oportunidad laboral importante pero a la hora de yo decirle que tenía pareja, me des-invitó y quitó la oportunidad», escribió la cantante como parte de su testimonio.


Miles de mujeres en todo el mundo están contando sus experiencias de acoso u hostigamiento sexual bajo el hashtag #YoTambién,  #MeToo, #MoiAussi, #EuTambem y más idiomas que se van sumando.

La chilenas no han estado ajenas y y la campaña está presente en las diversas redes sociales. Una de las mujeres nacionales que contó su experiencia en Facebook fue la cantante Francisca Valenzuela, quien enumeró diversas situaciones de este tipo que ha debido enfrentar en su vida, las que se pueden leer a continuación:

«Cuando me dijeron mejor sácate la ropa y haz un calendario en vez de cantar y hablar tanto; cuando me toqueatearon en conciertos, tanto como artista pasando por el público como espectador asistente; cuando me dicen qué esperas si usas esas calzas tan apretadas; cuando me pidieron matrimonio en una reunión, al frente de una mesa de ejecutivos, en una situación “chistosa” como para convencerme frente a una decisión; cuando, de paso en un hotel durante una gira, me dieron de regalo un masaje y el masajista trató de aprovecharse de mí; cuando me sobaron la espalda o hicieron masajes sin que lo pidiera o sin que fueran mis amigos/familiares durante reuniones laborales; cuando me preguntaron si hice “favores” para conseguir ciertas cosas en mi carrera y cuestionaron mi talento y capacidad de trabajo; cuando me han gritado “mueve la colita y sácate la ropa” en el escenario (rara vez he visto que se lo griten a mis contrapartes masculinos); cuando me han dicho personas desconocidas, de manera irrespetuosa y sin preguntar, dame un besito, yapo, que te cuesta, pero déjame abrazarte y darte un beso, tironeando mi cuerpo; cuando un colega o profesional de mi industria me ofreció una oportunidad laboral importante pero a la hora de yo decirle que tenía pareja, me des-invitó y quitó la oportunidad, tratándome totalmente diferente al saber que no estaba “disponible”; cuando en la prensa me han preguntado “¿no eres el producto de un manager o un sello?” asumiendo que no compongo, creo, controlo propia carrera; o “¿no será que tu frivolizas la música? ya que veo que te gusta la ropa o sacarte fotos y que haces esos pasitos como mírenme mírenme con el hombrito pa’ acá y pa’ allá” sin haber conocido mi cuerpo de trabajo ni ver que eso es un tremendo doble estándar; cuando me dijeron una y otra vez, cálmate, a nadie le gustan las niñas enojonas o difíciles y no quieres caer mal; o hazte la lesa no más, mira para el otro lado, si así son las cosas; cuando te infantilizan o objetivizan; cuando nos siguen en la calle y/o te gritan cosas que no hemos pedido; cuando te dicen “ay si total se juntan a quejarse nada más” a la hora de alzar la voz y visibilizar historias y testimonios de mujeres en mi industria de la música (por ejemplo, cuando comento sobre mi intención y raciocinio tras Ruidosa Fest).

«Yo creo que desde el hoy, con mayor madurez, edad y experiencia -y seguridad en mi misma- miro para atrás y puedo darme cuenta de cosas que han pasado. Cosas que siguen pasando. Y yo he tenido mucha suerte y he tenido a mi alrededor a familia, amigos, seres queridos y colegas que me han apoyado, enseñado y protegido.

Pero hoy, sí puedo identificar, ponerle nombre, decirlo con palabras. Muchas veces pasaban cosas y me sentía confundida, incómoda y paralizada. No sabía qué hacer. No sabía cómo decir, “no haga eso, etc” y defenderme y seguir adelante con la reu/entrevista/conversación/concierto/etc. Y creo que esto pasaba porque sentía que el problema era YO. Que la inadecuada era yo. Que la insuficiente era yo. Que yo, la niña, la mujer, la debilucha, la miedosa, era la que no sabía y que tenía saberlo todo. Hacerlo todo. Y nunca equivocarse. Internalicé la cultural patriarcal y justificaba la incomodidad, lo inapropiado, la sensación inseguridad e incertidumbre con: esto lo hacen porque soy débil, porque soy un fraude, porque pueden manipularme, porque me dejo manipular.

Además, muchas de estas instancias suceden en una dinámica de poder -las personas que hacen estas cosas y exhiben este comportamiento -ya sea una pareja, o personas con que trabajas- las admiras, te pueden ayudar u ofrecer cosas, los miras hacia arriba y están en una posición de importancia. Y cuando sucede algo que te deja confundida e incómoda, paralizada, en alerta, siempre es como: para qué armar problema, no estoy ni segura de esto, si esta persona tiene experiencia, él sabe, entonces ¿yo qué sé? Y si digo algo, si hago algo, pongo en jaque esta relación, pongo en riesgo esta reunión, oportunidad, etc. Básicamente, pa’ qué hacer problema y cagarla más y darle a esta persona/institución más razón para no darme esa oportunidad/escucharme/no caerle bien/etc.

En fin. Estos son algunos ejemplos que se viene a la cabeza mientras tipeo esto en el compu después de ver los testimonios y comentarios de múltiples mujeres alrededor del mundo -incluyendo mis familiares, amigas, y colegas. No me sorprenden los testimonios. Me horrorizan, me dan rabia, me dan tristeza. Pero no me sorprenden. Porque para nosotras, lamentablemente, es obvio que esto pasa. Hemos aprendido a esquivar miradas, toquetones, gritos. Ha estar exigidas, “disponibles” y desechables. Hemos aprendido a navegar conversaciones inapropiadas. Muchas mujeres están en riesgo -por sus vidas y seguridad- día tras día alrededor del mundo entero. No podemos dejar de escuchar y mirarlas y ayudarlas. #niunamenos #vivasnosqueremos. Pero hoy, al ver el mundo digital rebalsar con #MeToo y #Yotambién, soy recordada de cuánto me enorgullece, emociona e inspira la valentía y fuerza de las mujeres. De las que conozco y las de mi comunidad; las que no conozco y admiro de lejos; las que están todos los días luchando y haciendo algo por sus familias, vidas, carreras, países y planeta. Cuántas historias y realidades son aún invisibles. Esto es la punta del iceberg y de lo que tenemos al alcance. Tenemos que ir cambiando y transformando la cultura patriarcal una historia a la vez».

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