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Vuelve a presentarse en Chile la aclamada obra de danza contemporánea «Los ruegos» de Claude Brumachon Pieza fundacional del colectivo artístico «Movimiento»

Vuelve a presentarse en Chile la aclamada obra de danza contemporánea «Los ruegos» de Claude Brumachon

La compañía Movimiento, fundada en 1997, se reúne para remontar Los Ruegos, pieza clave de la danza contemporánea nacional, bajo la dirección de Claude Brumachon -autor de la obra- y Benjamin Lamarche, ambos directores del Centro Coreográfico Nacional de Nantes, Francia. El montaje, que indaga en las fracturas sociales, familiares y personales derivadas del golpe militar de 1973, aúna la coreografía con el poema «Canto a mi amor desaparecido», del Premio Nacional de Literatura Raúl Zurita, en la voz de su autor. La música es creación del compositor francés Bruno Billadeau.


Con su elenco original -a excepción de dos bailarines- regresa a la cartelera nacional Los Ruegos, de Claude Brumachon, bajo su propia dirección en colaboración con Benjamín Lamarche, ambos directores del Centro Coreográfico Nacional de Nantes. Estrenada en 1997, la obra difundió en Chile y el extranjero su mensaje que indaga en las fracturas sociales, familiares y personales derivadas del golpe militar de 1973.

Uno de los montajes de danza nacional contemporánea más aplaudidos de dicha década, con el cual nace la compañía chilena Movimiento, colectivo independiente surgido de esta co-producción chileno-francesa impulsada en nuestro país por las bailarinas y coreógrafas Teresa Alcaíno e Isabel Croxatto.

los ruesgos 2El nombre del colectivo alude tanto a la movilidad de los cuerpos como al movimiento artístico-social que se propone encarnar, cumpliendo un rol fundamental en el desarrollo de la danza contemporánea nacional: investigando, realizando talleres, abriendo espacios e incorporando nuevos bailarines profesionales a la compañía. El grupo lleva a cabo una contundente labor de educación y extensión hacia la comunidad,comprometida con la democratización de la cultura, los temas sociales contingentes y el rescate de la memoria histórica.  Ello constituye uno de los sellos de la compañía, cuyos miembros tienen hasta la actualidad una importante participación en la docencia, la creación, la dirección y la gestión cultural.

Su proyecto nuclear fue Danza para Todos, una instancia de formación, diálogo y participación de distintas agrupaciones independientes de danza contemporánea, realizando presentaciones gratuitas en espacios públicos.

En el proceso de audición para el primer montaje de la obra, realizado en Santiago por el propio Brumachón, participaron alrededor de 150 bailarines. Teresa Alcaíno, Isabel Croxatto, José Miguel Acevedo,  Magdalena Bahamondes, Andrés Maulén, José Olavarría, Mario Ossandón, José Pablo Parra, Natasha Torres, Barbara Vasquezfueron los diez  seleccionados, quienes conforman esta compañía, referente de la danza independiente nacional, que se mantuvo activa hasta el año 2008, acumulando una fructífera trayectoria artística, con presencia en escenarios tanto nacionales como extranjeros (Francia,Bolivia ,Uruguay,Costa Rica,Cuba,Brasil)

Entre sus principales montajes figuran Trilogía Poética (Mistral, dirigida por Teresa Alcaíno; Abscence, dirigida por Claude Brumachon y Altazor, dirigida por Isabel Croxatto); Viaje a la Semilla, bajo la dirección de Martín Erazo (director de La Pato Gallina) y la creaciones colectivas Desida y Sujetaltac. (creada por Vilma Jimenez,Magdalena Bahamondes,Natasha Torres y Paula Opazo).

Un país fracturado

Los Ruegos se basa en la historia reciente del país, marcada por el golpe militar de 1973, para dar vida a un montaje de 35 minutos que se propone como un espacio de rescate y vivencia de la memoria, la pérdida, la ausencia de los seres queridos y la fractura social.

“La obra se levanta como un ruego: el grito doloroso de un pueblo que necesita sanar las heridas de su pasado. Escénicamente, esto se traduce en una composición de cuerpos que, haciendo uso de un lenguaje muy vital y energético, se ausentan, se reencuentran, dialogan, disputan, se sostienen”, califica el colectivo.

La pieza pone de manifiesto la vigencia de las demandas sociales y políticas de los 90 y las grietas del proceso de democratización del país. Asimismo, el remontaje constituiría para sus gestores “un puente entre distintas generaciones de bailarines y un testimonio que los más jóvenes reclaman, no sólo de una determinada manera de concebir el rol del arte, sino también de recuperar un lenguaje gestual que fue valorado y asimilado por la nueva generación de bailarines a comienzos de la década pasada”.  Y  que hoy vuelve a ser interpretado con la madurez  de quince años de experiencia.

En la banda sonora, creada por el destacado compositor francés Bruno Billadeau, se incorpora el poema de Raúl Zurita «Canto a mi amor desaparecido», cuya lectura, en voz de su autor, actúa como un contrapunto de los cuerpos en movimiento.  La reposición se  acompaña de la exhibición de un documental de corta duración, realizado por la oficina Puerto Audiovisual,  en el que se combinan imágenes de los montajes que realizó la compañía en sus diez años de existencia con entrevistas actuales a los bailarines que la integraron.

La influencia de Brumachon

Los coreógrafos y bailarines Claude Brumachon y Benjamín Lamarche, directores del Centro Coreográfico Nacional de Nantes, Francia, visitaron por primera vez Chile en 1992, quedando sorprendidos con el compromiso de los bailarines nacionales tanto con la danza contemporánea como con su propia historia política.  Desde entonces desarrollan un estrecho vínculo con nuestro país, realizando talleres en importantes espacios y montando  en 1993, con bailarines locales, la obra Folie, reconocida internacionalmente como una importante pieza en la historia de la danza contemporánea.

En este montaje participaron Magdalena Bahamondes, Andres Maulén, Alfredo Bravo, Mariella Cerda, Valentina Pavez, Rodrigo Fernández, Sonia Araus, Bárbara Vásquez, Carolina Cifras, Isabel Croxatto, Beatriz Alcalde, Francisca Brunet, Nicole Brunet y Teresa Alcaíno.  El mismo año, bailarines chilenos realizan, con su apoyo, residencias en Nantes, en algunos casos proyectando su carrera en Francia.

El director instala en el desarrollo de la danza contemporánea local su lenguaje corporal, en el cual el cuerpo es el sujeto que experimenta y expresa en escena, de manera visceral,  las emociones que son, en su estado puro, el motor del movimiento.  “Es el cuerpo entero el que llora, grita o se desgarra”, señalan los bailarines

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