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El libro que cuenta la censura al libro y a las bibliotecas tras el shock cultural post 73

El libro que cuenta la censura al libro y a las bibliotecas tras el shock cultural post 73

Escrito por María Rojas y José Fernández, se lanzará en la Feria Internacional del Libro de Santiago, el próximo 24 de octubre, en el marco de la Feria Internacional del Libro de Santiago. Describe “una operación limpieza inspirada en la Doctrina de la Seguridad Nacional, que fue parte de un verdadero shock cultural”, en palabras de uno de sus autores.


Un libro que cuenta la historia de la censura a libros y bibliotecarios de la Universidad de Chile tras el golpe militar de 1973 será presentado el próximo 24 de octubre, en el marco de la Feria Internacional del Libro de Santiago.

La obra pretende posicionar la discusión en torno al peso del olvido impuesto en el gremio bibliotecario durante la dictadura a través de una revisión histórica de los mecanismos de censura aplicados en la Casa de Bello, que llegó a contar con más de 108 bibliotecas pequeñas departamentales, además de las centrales.

Para sus autores, María Angélica Rojas y José Ignacio Fernández, los testimonios de funcionarios y académicos que vivieron en carne propia tortura, exoneración, delación y exilio, son fundamentales.

“La Universidad de Chile no tiene una política de apertura con este tema”, lamenta Fernández. “Las veces que fuimos al archivo institucional no tuvimos acceso o no quisieron responder nuestras preguntas. Afortunadamente hoy el Archivo Central Andrés Bello está empezando a romper ese manto de silencio con los archivos de la Dirección Jurídica”.

Operación limpieza

“El golpe al libro y a las bibliotecas de la Universidad de Chile: limpieza y censura en el corazón de la universidad” (Editorial UTEM) muestra cómo a censura hegemónica y naturalizada permeó cada espacio de la sociedad chilena de manera silenciosa y muchas veces inadvertida, cambiando incluso el prisma desde el cual concebimos nuestra cultura, instituciones y profesiones.

Fue “una operación limpieza inspirada en la Doctrina de la Seguridad Nacional, que fue parte de un verdadero shock cultura”, en palabras de Fernández.

Para su colega se trató de, “una censura al saber, al pensamiento crítico”, para “desmembrar la cabeza de las reformas, destruir cualquier foco de posible respuesta inteligente ante la atrocidad y barbarie que se imponía mediante la fuerza y el terror”.

Aunque ha pasado ya más de un cuarto de siglo del fin del régimen militar, aún siguen vigentes ciertos resabios de aquella época que nos mantienen conviviendo con el miedo en una sociedad hecha de olvido, según los autores.

Su intención es realizar un aporte al necesario proceso de reconstrucción de la memoria a través de la comprensión de la censura como un fenómeno y práctica de las elites de larga data en la historia de Chile y una de las herramientas del terrorismo de Estado que se impuso en el país, al tiempo que homenajear la memoria de todos aquellos que padecieron los hechos aquí relatados.

La biblioteca más grande de la región

Hasta ahora, no había ningún libro que reseñara este tema, que los autores comenzaron a investigar el 2007 durante el seminario de investigación para optar al título de bibliotecario documentalista en la UTEM.

“Estábamos fuertemente influidos por lo que significó la Revolución Pingüina y todo el cuestionamiento a la herencia de la dictadura cívico militar”, explica Fernández (Santiago, 1983).

“Particularmente me motivó conocer cuáles habían sido las consecuencias para nuestra profesión. Ahí surge la idea de investigar sobre la censura a los libros, y en el camino vamos descubriendo que la represión alcanzó a toda la cadena del libro. Seguimos investigando y ocho años después es posible publicar porque no hasta hace mucho, aún era un tema vetado. Un tema del que no se ha publicado mucho porque la censura sigue vigente”.

“Solían hablarnos de las grandes bibliotecas de la Antigüedad pero nunca nos mencionaron que en los ’70 Chile iba a tener la biblioteca más grande de Latinoamérica”, complementa Rojas (Santiago, 1983), en alusión al edificio de la actual Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile. “Nos parecía extraño que se saltaran la historia de esa manera”.

Diseño bélico

Según pudieron descubrir, la censura y destrucción no fue casual en ningún caso, aunque existió resistencia de parte de algunos bibliotecarios.

“Hay un premio Nacional que impulsó la censura y el retiro de ‘literatura marxista’, con la fuerza del poder que tenía por un cargo a nivel nacional a lo largo las bibliotecas de todo Chile con consecuencias incluso de torturas”, señala Rojas, en alusión al escritor Roque Esteban Scarpa, jefe de la DIBAM entre 1973 y 1977. “Es decir, esto fue sistemático y muy pensado”.

Fernández especifica que la Casa de Bello fue parte de lo que se puede denominar «Operación Limpieza» por parte de los militares, “quienes aplicaron un diseño bélico para eliminar todo el legado político cultural de la Unidad Popular”.

“Para ello quemaron libros, cercenaron bibliotecas, destruyeron e intervinieron la Editorial Quimantú”, señala. “Desarrollaron su cruzada a lo largo y ancho del país, pasando por universidades, allanando incluso la Biblioteca Nacional, las bibliotecas públicas de la DIBAM en provincias, incluso las bibliotecas de liceos como en Coronel. La Universidad de Chile fue uno de los epicentros por su carácter, historia e importancia para la sociedad, por ser un faro del pensamiento crítico”.

La censura a los libros se aplicó de varias formas, desde el impedir el acceso hasta el picadillo y quema. Durante las primeras semanas hubo quemas y se combinó con retiro de las estanterías, ocultación en bodegas para impedir su acceso, robo y saqueo.

Aunque el mito alude a la ignorancia de los militares, dice que sabían perfectamente en qué lugar de las estanterías encontrarían los libros a ser retirados y lo que querían borrar. “Esta censura fue una verdadera catástrofe patrimonial, que también  tuvo otro momento muy oscuro cuando se divide la universidad en 1981 y se cercena también la Biblioteca Eugenio Pereira Salas”, añade.

El destino de los funcionarios

Al igual que el resto de muchos compatriotas, muchos funcionarios sufrieron el salvajismo de la dictadura. “Muchos fueros exonerados y acusados de muchas atrocidades como robo o proselitismo, y humillados incluso por colegas”, señala Rojas.

Menciona el caso de la directora la biblioteca del Instituto Pedagógico, María Eugenia Bustamente, docente de la Escuela de Bibliotecología de la Universidad de Chile, quien fue exonerada e invisibilizada de la historia de la universidad.

Fue “una de las primeras bibliotecarias en estudiar en el extranjero esta carrera e impulsora de la biblioteca ‘Eugenio Pereira Salas’, la cual iba a ponernos a la vanguardia siendo la biblioteca más grande de Latinoamerica”, comenta. “Ella nunca más ejerció la profesión debido a las listas negras creadas incluso por sus colegas. Lo más terrible es que tenía hijos y era quien mantenía el hogar.  Creo que la biblioteca de la actual UMCE debería llevar su nombre”.

Otra víctima fue Alberto Villalón, el primer doctor en Bibliotecología en Latinoamérica, quien terminó vendiendo codornices antes de partir al exilio, o Mercedes Bejarano, encargada de la Biblioteca Pública No. 14 de Puerto Natales, torturada después de intentar impedir el saqueo a su biblioteca.

Y todo por defender los libros.

Miedo y división

Las consecuencias siguen a la vista. No sólo en el miedo que, a cuatro décadas del golpe, siguen viviendo muchos funcionarios.

“Permanece porque el carácter mismo de la transición y de los pactos de silencio impuestos hacen que en la universidad convivan víctimas y victimarios”, comenta Fernández. “Recién ahora que hay personas que están jubilando se atreven a contar sus recuerdos, con temor aún”.

Otra es la división de las colecciones de la UMCE, la UTEM y la U. de Chile, que eran parte hasta 1981 de la misma entidad. “Las condenaron a olvidar su historia durante todo este tiempo”, lamenta Rojas. “No existe certeza ni catastro del material perdido, porque no existe conexión entre el patrimonio de ellas, que inicialmente eran Universidad de Chile”.

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