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La Plaza de Bolsillo Morandé 83, un oasis en la selva de cemento, un punto de fuga Los «food trucks» se van alternando cada dos semanas

La Plaza de Bolsillo Morandé 83, un oasis en la selva de cemento, un punto de fuga

Un lugar donde se puede tomar un rico café o almorzar es la Plaza de Bolsillo ubicada frente a la mítica puerta de La Moneda de calle Morandé 80. Es producto de una iniciativa conjunta de la Intendencia de Santiago y el Ministerio de Obras Públicas para recuperar sitios fiscales sin uso y darles vida.


Un lugar donde se puede tomar un rico café o almorzar es la Plaza de Bolsillo, ubicada frente a la mítica puerta de La Moneda de calle Morandé 80.

Se trata del producto de una iniciativa conjunta de la Intendencia de Santiago y el Ministerio de Obras Públicas para recuperar sitios fiscales sin uso y darles vida.

En este caso se trata de un lugar que en su tiempo fue usado como cochera presidencial y que luego fungió largo tiempo como bodega. Ahora, en cambio, cada dos semanas se turnan food trucks de distintos sabores para deleitar a los comensales.

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Recuperar espacios

Rodrigo Toro es administrador del lugar, la nave insignia del proyecto a nivel metropolitano, una idea del intendente Claudio Orrego que, en caso de tener éxito, podría replicarse en regiones.

“La función principal es recuperar el espacio para la comunidad. Hasta le fecha hemos tenido muy buena recepción. Nos visitan harto. Es un lugar de relajo y esparcimiento, y la idea es que la gente haga uso de algo que es de ellos, de todos nosotros”.

La plaza es iluminada por un mural de Alejandro “Mono” González, que se inauguró para el Día Internacional de la Mujer.

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Rotación gastronómica

Clave, claro está, es el aspecto gastronómico. Los puestos de comida no son fijos. Pertenecen a dos asociaciones -la Asociación de Emprendedores Gastronómico Móviles e Itinerantes (ASEGMI) y la Asociación Chilena de Food Truck (ACHIFT)- que van rotando a sus integrantes cada dos semanas, que funcionan en carros y combis. Son tres carros por periodo, que se turnan según disponibilidad.

La gracia es que estas entidades poseen una amplia oferta, que va desde comida brasileña a mexicana, pasando por ecuatoriana, venezolana, colombiana, chilota y cubana, entre otros. También hay carros de fruta, jugos y pastelería. “La idea es tener una idea en la oferta, que no se vaya repitiendo y sea atractiva para la gente que pasa”, expresa Toro. El peak es de 13:00 a 15:00 horas.

Uno de los carros presentes en esta ocasión es de Carlos Campos, que además funge como director de ASEGMI. Hoy vende hamburguesa y pasta tailandesa.

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A diferencia de su trabajo en eventos, Campos destaca que acá puede entablar una relación más cercana con los clientes. “Es un público totalmente diferente. Tienes más contacto con ellos, dialogas más. Hay un público cautivo, que todos los días quieres almorzar contigo y te espera. Hay otro feeling”.

Pero no sólo hay gastronomía. Otra novedad es que cada tanto algún músico presenta su show. Ha habido un saxofonista y un guitarrista clásico (que tocó jazz gitano). “La idea es ofrecer este espacio a aquellos músicos que no tienen un espacio, donde puedan tocar tranquilos. Queremos que no sólo sea un espacio gastronómico, sino también cultural”, resalta Toro.

Público cautivo

En cuanto al público, Toro señala que ya hay un “público cautivo”, correspondiente a las reparticiones públicas cercanas, “pero también viene mucha gente de paso, que se encuentra con la sorpresa de este quiebre dentro del cemento. Lo han encontrado muy bueno, porque entran, piden un café, se toman un jugo, comen un sándwich. Les gusta que esté al aire libre. Dicen que les parece novedoso, necesario y les significa un pequeño descanso”.

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Al lugar no sólo llegan funcionarios y empleados, sino también familias, especialmente los fines de semana. De lunes a viernes abren de 8:00 a 18:30, y los fines de semana desde las 9:00 a 19:00 horas.

Claudia Pérez es una de las clientas asiduas de la plaza. Descubrió el lugar caminando. “Llegué aquí por trabajo a la vuelta. Me gusta probar cosas nuevas”.

Viene desde un par de meses y suele venir a almorzar o a tomar un café. “La comida es rica y el espacio es bueno porque es fresquito y cómodo. Además los precios son accesibles para la gente que trabaja en la zona”.

Otra clienta es Gabriela Órdenes, que llegó con una amiga por primera vez y probó pasta tailandesa. “Vivimos acá cerca, por Lord Cochrane. Siempre habíamos pasado y lo vimos también en las noticias. Quisimos pasar a conocer. Me llamó la atención, es bonito, el diseño. Tranquilo e higiénico”.

La comida le gustó. “Lo recomendaría, totalmente. Un plato muy rico. Volveremos para probar otro lugar”.

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