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Filósofo sobre coronavirus y elección de a quien salvar: «la lista de espera ya es una experiencia dolorosamente ordinaria para muchos» CULTURA

Filósofo sobre coronavirus y elección de a quien salvar: «la lista de espera ya es una experiencia dolorosamente ordinaria para muchos»

Mauricio Correa, académico de la UC, acaba de lanzar el libro «ÉTICA APLICADA. Desde la medicina hasta el humor», en el texto es editor junto a la destacada filósofa Adela Cortina. «Hoy en día la sociedad exige más comportamientos éticamente correctos en los diferentes ámbitos de la actividad humana. La gente percibe que vivimos en una cierta zozobra moral donde se está perdiendo el significado de las metas internas y el sentido de la justicia en casi todos los ámbitos de nuestra vida social, la política, la economía, la medicina, el urbanismo, entre otros», comenta.


El filósofo y académico de la Universidad Católica, Mauricio Correa, junto la académica Adela Cortina editaron un libro sobre diferentes aplicaciones de la ética, un tema que ha adquirido actualidad en medio del estallido y la posterior pandemia del coronavirus.

Se trata de «Ética aplicada. Desde la medicina hasta el humor» (Ediciones UC, 2020), un texto compuesto por reflexiones de diferentes autores y que abarca la vinculación de este concepto con varias área. El libro se encuentra disponible en www.ediciones.uc.cl.

Para su editor, este libro «no solo era necesario, sino también urgente».

«Hoy en día la sociedad exige más comportamientos éticamente correctos en los diferentes ámbitos de la actividad humana que, como dice el título del libro, van desde la medicina hasta el humor. La gente percibe que vivimos en una cierta zozobra moral donde se está perdiendo el significado de las metas internas y el sentido de la justicia en casi todos los ámbitos de nuestra vida social, la política, la economía, la medicina, el urbanismo, entre otros. De ahí el aporte de este libro, cuya finalidad es ayudar a levantar el ánimo moral teniendo como horizonte la construcción de una sociedad más próxima a la justicia, que es el propósito de la ética aplicada».

Cuestión de dignidad

La contingencia sanitaria es muy particular ¿Cómo ve que este hecho sea el contexto en que se publica «Ética aplicada»?

– La situación es muy lamentable, sin embargo, el libro es muy oportuno en la medida que nos plantea graves y urgentes preguntas sobre cuáles son nuestras prioridades éticas en situación de “normalidad”. Qué tipo de sociedad hemos construido, o bien, si es la sociedad que queremos, o qué es lo que tenemos que cambiar para aproximarnos más a la justicia.

De alguna manera esta era la cuestión ya instalada a partir del estallido social del 18 de octubre en nuestro país: “Hasta que la dignidad se haga costumbre”. Este desafío compromete a todas las actividades humanas, algunas de las cuales son abordadas en el libro.

Penta y ética económica

– En el libro hay un capítulo sobre la ética económica que analiza sus nuevas formas, en este escenario de incertidumbre, el modelo de ser humano en el imaginario colectivo se podría entender como un individualismo extremo en donde opera la racionalidad económica sin dejar cabida a los argumentos morales, en donde como hemos visto, lo económico prima por sobre incluso la vida de las personas. ¿Cuál es su mirada al respecto?

– Usted tiene toda la razón. Hoy se privilegia la búsqueda de la maximización del beneficio económico y el individualismo egoísta. Dentro de esta lógica las razones éticas, como el respecto a la dignidad humana o el cuidado del medio ambiente y la biodiversidad, aparecen solo como una declaración de buenas intenciones, tanto en el ámbito privado como público. Ejemplos sobran en este sentido. Las llamadas “zonas de sacrificio” medioambiental, los “guetos” verticales, y la lista podría seguir. Por si esto fuera poco, además en reiteradas ocasiones se pone la ética en ridículo.

Piense usted en el caso Penta donde dos imputados por fraude tributario tuvieron que realizar un curso de ética empresarial. La misma propuesta había sido ya planteada en el caso Colusión de las farmacias. Hay que decir que la actividad económica y empresarial, como cualquier otra actividad humana, no está exenta de evaluaciones y exigencias éticas que son irrenunciables en la construcción de una sociedad justa. Y existen formas de entender la actividad económica y empresarial basadas en el individualismo egoísta y la pura maximización de beneficios que ha resultado muy perjudicial no solo en Chile, sino a nivel mundial.

Pero los seres humanos, como recuerda de manera insistente Adela Cortina, no son solo maximizadores racionales, sino seres fundamentalmente cooperativos y colaboradores. Si el legítimo interés por el crecimiento económico se busca a costa del sacrificio de las personas o de un sector de la sociedad (generalmente los más pobres y vulnerables), ese no es un desarrollo a la altura humana, ni tampoco ambiental.

Neuroética y humor

– Adela Cortina tiene un capítulo dedicado a la neuroética, ¿cuáles son los principales desafíos y límites de este nuevo saber?

– Una de las características de la ética aplicada es su interdisciplinariedad. Y como su nombre lo indica, en la neuroética se ponen en diálogo el campo de la neurociencia y la ética. Una de las cuestiones que se abordan es la búsqueda de las bases cerebrales de la conducta moral.

A partir de aquí se formulan algunas preguntas interesantes para la ética: ¿tenemos un “cerebro moral”, es decir, unos códigos inscritos en el cerebro por la evolución? ¿Hasta qué punto estamos determinados por perfiles neurobiológicos? Y otras preguntas más tradicionales: ¿somos libres para decidir actuar éticamente o no, o existe el libre albedrío? También surgen otras preguntas éticas sobre la aplicación de los avances neurocientíficos en un campo extremadamente delicado que es el de las intervenciones que buscan la “mejora” humana.

– El libro tiene la novedad de contener un capítulo dedicado al humor, ¿Qué rol juega en todo esto?

– Efectivamente, el humor es una de las nuevas dimensiones de estudio de la ética aplicada y resulta de mucho interés. En general, el humor se refiere a la capacidad para percibir algo como gracioso, y en este sentido, no es tan difícil darse cuenta que el humor también ha tenido que ir ajustándose a los cambios en los criterios éticos que debe respetar.

Basta con recordar el tipo de humor de unas décadas atrás en Chile, donde las personas homosexuales, por ejemplo, eran objeto de burla y humillación pública, y esto causaba mucha risa. Hoy un humor semejante nos parece no solo de mal gusto, sino éticamente intolerable. El respeto irrestricto a la dignidad humana en cualquier condición es una exigencia ética de justicia que no solo los humoristas, sino la gran mayoría de las personas, ya no está dispuesta a tranzar.

Pandemia y ética

– En el contexto de la crisis sanitaria actual, ¿cuál es el ejercicio deliberativo que está en juego desde un punto de vista biomédico? ¿Cómo se aborda el conflicto ético al que se ve enfrentado día a día el personal médico, quienes deben elegir quién vive y quién no?

– Me resulta incómodo el planteamiento de que hay personas en el ámbito sanitario que eligen sobre la vida o la muerte de los demás. No creo que sea exactamente así. Las situaciones reales en que se toman este tipo de decisiones son generalmente más complejas y se toman de manera conjunta, sea por el equipo médico, o bien, un comité de ética.

Dicho esto, y tal como ocurre en otros países, en Chile se ha planteado la necesidad de ciertos lineamientos éticos que sirvan de guía o brújula para la toma de decisiones en situaciones límite en que existe una alta demanda de atención médica y recursos escasos. Encontrarse en esta situación es lamentable, pero no creo que sea tan novedoso. Piense usted en las listas de espera en la que se encuentran muchas personas en nuestro país para una cirugía cuya postergación puede resultar de vida o muerte.

Esto que hoy nos parece tan extraordinario, en realidad, es una experiencia dolorosamente ordinaria para muchos. Así que la cuestión ética no solo involucra el difícil proceso de toma de decisiones del personal médico (la casuística que se estudia en bioética), sino también de si la satisfacción del derecho humano a la salud es una prioridad ética para las políticas públicas.

– ¿Cómo se aborda desde una mirada ética el tema de la equidad a la hora de recibir tratamiento (ejemplo ventilador mecánico), ya sea en relación a la selección por edad, por lugar de residencia, por padecimiento de otras enfermedades, vulnerabilidad económica, etc.?

– Si todas las personas nacen iguales en dignidad y derechos, entonces, debemos esforzarnos por construir una sociedad que sea coherente con esta exigencia ética. Dignidad obliga. Esta debería ser la “normalidad” ética. Vivir en sociedades donde la atención sanitaria se basa en la discriminación por razones económicas entre personas de primera, de segunda, de tercera… y las que cuelgan del último vagón, es indecente y deshumanizante. El mercado de la salud trae consigo este resultado indeseable.

Ahora, en el contexto de la actual emergencia sanitaria el planteamiento ético tiene matices. Me gustaría seguir con su ejemplo. Imaginemos que nos queda solo un ventilador mecánico, ¿a quién se debe dar prioridad en la atención sanitaria? ¿A los niños y los más jóvenes que tienen mayor expectativa de vida? ¿A quienes tengan más expectativas de vida, con independencia de que sean niños, jóvenes o ancianos? Hasta aquí las preguntas sobre la expectativa de vida parecen sensatas.

Pero se pueden añadir otros aspectos más macabros del tipo siguiente: ¿tienen prioridad las personas que son más beneficiosas para la sociedad como los profesionales de diversos campos, los científicos, los grandes intelectuales? ¿O quienes tienen más poder como el presidente y los ministros de gobierno, los representantes del poder judicial, los empresarios, quienes poseen la mayor riqueza económica?

Ciertamente que contar con alguna pauta o guía de discernimiento ético en situaciones de emergencia sanitaria, alta demanda y recursos limitados, es de suma importancia. Pero una cuestión ética fundamental será evitar los sesgos arbitrarios e injustos ya mencionados, ya que eso profundiza la desigualdad de trato que parece persistente en nuestro país, privilegiando a los más dotados, los poderosos o quienes tienen mejores contactos para influir en la toma de decisiones.

Alargar la vida

– La medicina y la ciencia ha investigado por mucho tiempo las posibilidades de alargar la vida del ser humano, de hecho hoy vivimos muchos más años que hace 50 años atrás. En el contexto actual, en que la tercera edad es uno de los sectores más vulnerables al nuevo virus ¿cómo se puede revisar éticamente este deseo de la ciencia de alargar la vida del ser humano?

– Sin duda la investigación científica en el ámbito médico ha alcanzado importantes avances que, entre otras consecuencias, ha aumentado la expectativa de vida de las personas. Hoy las personas viven más y eso trae consigo nuevos desafíos éticos para la sociedad. Uno de esos desafíos está centrado en la “calidad de vida” de las personas.

No es muy alentador tener una vida más extensa si eso significa vivir en condiciones que no son acordes con la dignidad humana, con el deseo de bienestar y felicidad. En el caso de Chile esto se refleja en la discusión actual sobre la privatización del sistema de pensiones que no solo es un debate económico y político, sino que también involucra una evaluación ética. Aquí aparecen dimensiones éticas tan cruciales como el respeto mutuo, la justicia social, la cooperación, la solidaridad y la corresponsabilidad entre las distintas generaciones.

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