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Hacia una política demográfica integral

Helios Murialdo Laport
Por : Helios Murialdo Laport Ph. D. Profesor emérito de Genética Molecular, Universidad de Toronto, Canadá. Miembro del Directorio de la Fundación Ciencia para la Vida, Presidente de la Corporación Altos de Cantillana.
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Los gobiernos recientes, incluyendo el primer mandato de Michelle Bachelet y el de Sebastián Piñera han enfatizado la necesidad de fomentar un aumento de la natalidad y de incrementar la inmigración. Las razones que se esgrimen son esencialmente dos. La primera, es que la disminución de la natalidad y el aumento de la longevidad generarán un envejecimiento poblacional. La segunda es que para paliar el bajo desempleo se necesita mano de obra extranjera.

  1. Envejecimiento poblacional

Analicemos la primera razón. En Sudamérica dos países han alcanzado la cifra de más del 10% de población mayor de 65 años. Estos son Uruguay, cuyo porcentaje de mayores de 65 años es 14% y que alcanzó el 10% en 1975, y Argentina, con un 10, 2% y que alcanzó el 10% en 2010. En Europa existen varios países cuyo porcentaje de personas mayores de 65 años es mayor a 10%. Por nombrar algunos; España con un 18%; Finlandia con un 18%; Italia con un 21%; Noruega con 15%,  y Suecia, con un 19%. Con la excepción de España y posiblemente Italia, el resto de los países no han necesitado importar mano de obra joven para aumentar el porcentaje de población activa en lo que va del siglo XXI. Todos estos países son desarrollados, con economías fuertes, excelentes sistemas educacionales, de salud y de asistencia social.

El porcentaje de mayores de 65 años en Chile es actualmente de un 8,9% y alcanzará el 10,3% recién en el año 2020.

Dentro del contexto económico, tanto los países sudamericanos como los europeos con altos porcentajes de mayores de 65 años, han sido capaces de enfrentar el envejecimiento poblacional y la consecuente disminución del porcentaje de población activa sin mayores problemas. Además, aumentar la tasa de natalidad y utilizar inmigración joven para contrarrestar el envejecimiento poblacional no son opciones sostenibles en el tiempo, es decir, son una “solución” temporal. Por lo tanto, la primera razón presentada para fomentar un aumento de la natalidad y la inmigración carece de sustento económico.

  1. Mano de obra

La segunda razón; la necesidad de mano de obra extranjera para suplir la falta de la nacional es un argumento simplemente coyuntural. Si se observa la tasa de desempleo en los últimos años, se podrán observar altos y bajos. El desempleo está ligado a la actividad económica, la que sufre ciclos de expansión y estabilización, influenciada por acontecimientos políticos internos y externos, como también por cambios en los valores de algunos productos estratégicos, como, por ejemplo el petróleo. La enérgica actividad económica de años pasados ha dado paso a una actividad moderada. Lógicamente, el optimismo humano nos induce a pensar en que vamos a “recuperar” el ritmo de crecimiento de años anteriores. Pero tal vez no hay nada que recuperar, el buen momento puede haber sido una excepción dada por el rápido crecimiento de la economía china y el consecuente alto precio del cobre, entre otros parámetros. Ninguna economía, ni la china, puede crecer al 10% anual por siempre. A medida que la economía y el poder económico de la población crece, varios factores, tales como la escasez de insumos, problemas de logística, incremento en el consumo energético, aumento de la contaminación atmosférica y fluvial, creciente demanda por agua, etc. empiezan a jugar un rol preponderante, desviando recursos y retrasando el crecimiento. En consecuencia, atraer mano de obra extranjera durante años dorados no es una buena práctica, porque los trabajadores no se pueden “exportar” en los años grises o negros.

  1. Densidad poblacional

Otro índice de relevancia es la población de los países. Aparentemente, nuestros políticos piensan que para alcanzar un gran desarrollo se necesita una gran población. Este punto no requiere mayor análisis por cuanto hay países desarrollados con grandes poblaciones tales como Alemania con 81mill.; Estados Unidos con 321 mill.; Gran Bretaña con 65 mill.; y  Japón con 127 mill.), pero hay también otros con poblaciones minúsculas, tales como Finlandia con 5,5 mill.; Noruega con 5,2 mill. y Suecia con 9,8 mill.

En la otra cara de la medalla, existen países de bajo desarrollo con una gran población, tales como Brasil con 204 mill.; India con 1.272 mill.; Indonesia con 255 mill., pero otros con una población pequeña, tales como Albania con 2,9 mill.; Bulgaria con 7,2 mill.; Nicaragua con 6,1 mill.; Salvador con 6,4 mill. Para resumir, la riqueza de los países es independiente del número de sus habitantes. En otras palabras, no existe correlación alguna entre población y desarrollo. Éste está ligado a otros factores, probablemente los más importantes sean educación, cultura, disciplina y ética.

En cualquier caso, Chile no es un país de baja densidad poblacional. El país sudamericano con menor densidad (D=habitantes por Km2) es Bolivia (D=10), seguido de Argentina con (D=15), Paraguay (D=16) y Uruguay (D=19). Brasil, Chile y Perú tienen la misma densidad (D=23). Los países con mayor densidad son Venezuela (D=33), Colombia (D=42) y el más densamente poblado, Ecuador (D=52). Este dato, en sí, no representa una base de comparación adecuada y debe ser analizado en relación al territorio habitable de cada país. Todos los países tienen porciones de su territorio de baja o nula habitabilidad para el ser humano. En ese sentido, Chile lidera el porcentaje de territorio no habitable.

No más de un 40% del territorio de Chile continental es habitable. Así resulta que la densidad de Chile esté más cera de los 50 habitantes por Km2. Un dato ilustrativo es suficiente. La superficie cultivable de Chile es el 3,0% del territorio. La de Argentina, cuya superficie total es casi cuatro veces la de Chile, es el 10,4% (por lo que tiene un área cultivable casi 14 veces la de Chile). Ecuador, con su alta densidad poblacional, tiene una superficie cultivable de 10,5. Otros ejemplos de porcentaje de área cultivable, para comparar, son Haití con 39,6%; Francia con un 35,5% e India con un 51,6%. Incluso Arabia Saudita tiene más superficie cultivable que Chile; 38.000 versus 23.000 Km2..

[cita] Lo lamentable no sería el descenso en la tasa de natalidad (14.7) por debajo de la tasa de fecundidad de reemplazo (2,1 nacidos vivos por mujer) a 1,86. Se podría considerar un gran logro. Lo lamentable es que la población siga creciendo, gracias en gran parte a la inmigración desmedida y no selectiva (con los consiguientes problemas). El tipo de crecimiento que necesitamos es intelectual, educacional, moral, ético, etc., no en número de habitantes… ¿Para qué? [/cita]  

De hecho, la mayoría de la población del país, un 86%, vive en o en los alrededores del Valle Central, entre las regiones de Valparaíso y Los Lagos. La densidad poblacional en estas ocho regiones es de 71,4 habitantes por Km2. El desierto no es habitable. Con la excepción de Calama, las ciudades del Norte Grande son todas puertos, que sirven a la gran minería. El agua para estas ciudades debe ser transportada desde la Cordillera por acueductos que cruzan el desierto. El aumento de población en estas ciudades involucra un aumento del consumo de agua. No se saca nada con construir más acueductos, porque no hay más agua. De hecho, el agua que extraen la mineras en el acuífero bajo el desierto terminará por secar las lagunas del altiplano, hogar de flamencos y otras aves y secará los millones de tamarugos plantados —con tanto esfuerzo y dinero por la CORFO a partir de 1964—, para reemplazar a los talados en la pampa del tamarugal durante la explotación salitrera. Por el momento la única solución reside en las costosas plantas de desalación con sus exorbitantes consumos de energía. (La planta de Aguas Atacama produce 52.000 m3 de agua potable diariamente cubriendo el 60% del consumo de la población de Antofagasta [150 L/habitante]. La energía necesaria para su producción es de aproximadamente 193.000 KwH por día, equivalente a una generadora de electricidad de 8 MW. La combustión de carbón en una termoeléctrica, necesaria para producir esta cantidad de energía, genera más de media tonelada de SO2, más de media tonelada de NOx y 192 toneladas de CO2 diariamente (y otros 15 contaminantes, entre ellos mercurio, arsénico, etc.). Amén de que las plantas de desalación utilizan varios químicos que son eliminados al mar, tales como cloro, antiespumantes y antisarro (para proteger las tuberías) que son dañinos para la fauna y flora marina.

La Cordillera de Los Andes, nuestra principal fuente de agua, ocupa una superficie enorme del territorio. Un ejemplo, El ancho de Chile en el que se encuentra Santiago, es de 175 km. De ellos, la Cordillera ocupa 60 km, es decir un 35% (considerando como cordillera la altura sobre 1.500 msnm). Este porcentaje varía a lo largo de Chile, aumentando en ciertas latitudes y disminuyendo en otras. A esto hay que sumar el territorio ocupado por la Cordillera de la Costa, que en estas latitudes, debido a la baja precipitación, no se presta para la silvicultura

En el extremo austral, los campos de hielos continentales y las miles de islas de la Patagonia, de escarpadas laderas, lluvias eternas, muy heladas y azotadas por fuertes vientos, son inhabitables.

  1. Desertificación y calentamiento global

No debemos dejar pasar por alto la desertificación creciente del país, extendiéndose de norte a sur. El déficit hídrico en la Región de Valparaíso ha obligado a la empresa Esval a construir 41 pozos profundos para suplir el déficit, ya que las aguas del río Aconcagua se han hecho insuficientes. Es decir, ahora se está extrayendo agua del acuífero porque la acumulación de nieve y los glaciares de la Cordillera no dan abasto. Es preocupante que el gobierno esté considerando la posibilidad de que Codelco explote yacimientos en la Cordillera de la Región Metropolitana, con la consecuente destrucción de glaciares.

Si la cantidad de precipitaciones no revierte a los valores de antaño, considerados “normales”, el suministro de agua para Santiago será más que incierto. Esto, no sólo porque la cantidad de agua caída disminuye año tras año, sino porque además, debido al aumento de la temperatura y los días de sol, los glaciares están en franco retroceso. Estudios científicos en los Andes peruanos y en el Himalaya, sugieren que la desaparición completa de un glacial ocurre repentinamente. Es decir, durante un año el glacial proporcionará abundante agua y en el siguiente cero. La laguna y embalse que proveen de agua a Santiago está en niveles muy bajos. El glaciar Echaurren provee el 70% del agua para el Gran Santiago. Está retrocediendo a razón de 12 m/año y se calcula que dejará de existir en unos 50 años.

  1. Problema de hacinamiento y transporte en el Gran Santiago

Santiago tiene, por supuesto, muchos otros problemas demográficos, tales como hacinamiento, transporte urbano y contaminación ambiental.

Es poco probable que el hacinamiento, desplazamiento lento e ineficiencia del transporte urbano sea solucionable. Hay un problema estructural habitacional.Este consiste en que las fuentes de trabajo están concentradas en algunos sectores de la ciudad, tales como las comunas de Santiago, Providencia, Las Condes, Vitacura, Estación Central. Sin embargo la mayoría de la gente que trabaja en esas comunas vive en comunas alejadas, tales como Puente Alto, San Bernardo, Maipú. Esto significa que todos los días hábiles hay que trasladar tres millones de personas desde la periferia del gran Santiago hacia su centro y al término del día, hay que sacar esos tres millones y trasladarlos a la periferia. No hay ciudad que aguante esto. En los países desarrollados, en un determinado barrio viven, en una casa al lado de otra, un abogado, un albañil, un médico, un plomero, un diseñador gráfico, etc., y las personas tienden a trabajar cerca del lugar de su residencia. Si se llama a un plomero para arreglar un desperfecto en las cañerías, lo primero que pregunta es de dónde lo llaman. Si es a más de unas treinta cuadras no irá y sugerirá otro plomero. No le sale a cuenta perder tiempo viajando por la ciudad. Esto redunda en que la gente no se moviliza toda desde la periferia al centro y viceversa, sino, que también, en gran medida, dentro del barrio. En los países desarrollados no existen, salvo excepciones “los trámites”. De hecho, las oficina central de impuestos internos no está en la capital, sino en una ciudad de provincia. Todo se realiza por internet, correo o teléfono. No existen casas de cobros como Sencillito y Servipag; todos lo pagos se efectúan por correo o electrónicamente. Además, la calidad de los colegios es relativamente parecida en toda la ciudad, por lo que generalmente los escolares no toman locomoción, sencillamente caminan hasta la escuela más cercana.

El país, y en particular el Gran Santiago han entrado en una espiral viciosa y desquiciada. En vez de desincentivar la centralización, se construyen metrotrenes para transportar diariamente gente desde otras ciudades, como Rancagua y Melipilla para que vengan a trabajar a Santiago. Esto, lógicamente contribuye al colapso del transporte urbano. Se está planeando la construcción de nuevas líneas del metro —a costos exorbitantes—, incluyendo líneas paralelas a algunas ya existentes para descongestionarlas (en vez de, por ejemplo, construir mejores hospitales y mejorar la salud). Se necesitan más buses, vías segregadas, calles con cambios de sentido en diferentes horas del día; todos procedimientos que, en general, no existen en las grandes ciudades de los países desarrollados. Por eso que un estancamiento de la población, o incluso una disminución es económicamente favorable para el estado.

  1. Entonces, ¿necesitamos un incremento poblacional?

Tomando en cuenta todos estos puntos, no es obvio que estimular la natalidad y la inmigración sea de algún beneficio, más bien todo lo contrario, agravaría los problemas ya existentes.

En el período entre los años 2005 y 2010, el aumento de la población de Chile fue de 159.000 habitantes por año, correspondiente al número de nacimientos menos el número de defunciones. Hoy, esa cifra está cerca de los 120.000 habitantes por año.

En el año 2014, 137.972 inmigrantes fueron aceptados legalmente en Chile (47% con visa temporaria y 53% con visa sujeta a contrato). Por lo tanto, el número anual de inmigrantes ya sobrepasa el aumento “natural” de crecimiento. La cifra de inmigración ha ido en aumento y todo hace pensar que seguirá aumentando. El aumento de la inmigración ha sido en el último decenio explosivo. A modo de comparación, entre 1995 y 2005 se le dio la permanencia definitiva a unos 9.600 extranjeros por año.

No se sabe el número de inmigrantes ilegales que cruzan la frontera anualmente. Se estima en unos 3.000 anuales. Aunque la cifra es relativamente pequeña, tiene una importancia considerable, porque estos inmigrantes no vienen con intenciones de ser contratados en trabajos remunerados, sino que, en cierta medida, se dedican a actividades ilegales penadas por la ley.

En cuanto a la inmigración, aproximadamente el 90% de los inmigrantes que arribaron al país el año pasado, 2014, son gente sin profesión y de escasa educación. A ellos y a sus hijos el Estado debe proveerles atención de salud y a sus hijos educación. Además, después de dos años, y una vez obtenida la permanencia definitiva, pueden postular al subsidio habitacional. Dada la tremenda deficiencia que existe en estas áreas para la población actual, resulta un despropósito aumentar el número de personas que acuden al ineficiente sistema de atención hospitalaria del país. Lo mismo ocurre en el ámbito de los colegios municipales. Es así probable que el tipo de inmigración que está arribando a Chile represente un gasto importante para el erario estatal.

Por otra parte, ninguno de los inmigrantes son refugiados de persecución religiosa o política, son, sencillamente personas en busca de un mejor nivel de vida. Esta razón suena humanitaria y bonita pero ¿puede este país solucionar el problema económico de todos los habitantes del los países de origen? ¿Estamos tan bien que ya solucionamos todos nuestros problemas? En otras palabras, sólo se soluciona (y parcialmente) la situación económica de unos pocos afortunados que escucharon que aquí se ganaba más dinero, pero a un costo para el erario del país. Tampoco está tan claro que los que arriban a este país sean los que realmente necesitan ayuda.

  1. Demografía de la Región Metropolitana y el Gran Santiago. Proyección al año 2020

El Instituto Nacional de Estadísticas (INE) estimó la población de Chile para el años 2015 en 17.865.185 y extrapoló al año 2020, estimando una población de 18.549.095; un aumento de 684.910 habitantes.

La población de la Región Metropolitana (RM) es el 40,3% de la de Chile, estimada para el año 2015 en 7.196.042 y, según el INE, ésta sería en el año 2020 de 7.475.285, un aumento de 279.243 habitantes.

El crecimiento natural de la población de la RM era en el año 2010 de unas 62.000 personas anuales. Hoy ese número ha bajado a unos 54.000 por año. El 75,5% de los inmigrantes que arribaron en el año 2014 a Chile, dijeron residir en comunas del Gran Santiago, es decir unas 105.000 personas. Si este número de nuevos residentes se mantuviera, (poco probable, lo más probable es que aumente), unos 525.000 nuevos inmigrantes se establecerían en el Gran Santiago. Si a este incremento se le suma el incremento natural de la población, se puede estimar que la RM alcanzará, en el año 2020 una población aproximada de 8.000.000 personas. Esto equivale a instalar en la RM otras tres ciudades de los tamaños de Antofagasta, Temuco y San Fernando. (Se han desestimado en estos cálculos las cifras de emigración pues, según el INE sería de alrededor de 10.000 por año). En resumen: más hacinamiento, más contaminación, más problemas de transporte, más lento tránsito, menos agua por habitante. (Para suplir de agua a los 800.000 nuevos habitantes de la RM se necesitarán aproximadamente 120.000 m3 más por día).

Conclusiones

Dado este escenario, lo lamentable no sería el descenso en la tasa de natalidad (14.7) por debajo de la tasa de fecundidad de reemplazo (2,1 nacidos vivos por mujer) a 1,86. Se podría considerar un gran logro. Lo lamentable es que la población siga creciendo, gracias en gran parte a la inmigración desmedida y no selectiva (con los consiguientes problemas). El tipo de crecimiento que necesitamos es intelectual, educacional, moral, ético, etc., no en número de habitantes… ¿Para qué?

Sería instructivo hacer un estudio de los beneficios económicos que proporcionaría un estancamiento o una disminución de la población. No hay que experimentar; se podrían obtener datos de lo ocurrido en varios países europeos donde la población no ha aumentado y en algunos donde ha disminuido.

Por de pronto no se necesitaría alterar ríos construyendo represas, Se contaminaría menos el aire y los ríos (todos fuertemente contaminados desde Arica a Puerto Montt). No se necesitaría construir más líneas de metro, lo que implicaría poder bajar la tarifa o desviar esos recursos a la mejora de hospitales y a la atención de salud, y un largo etcétera. Porque, al final de la ecuación, somos nosotros los que compramos autos, un sinnúmero de artefactos electrónicos y muebles y muchos objetos de dudosa utilidad. La manufactura de todos estos artefactos requiere energía y por lo tanto produce contaminación atmosférica y de cursos de agua. También requiere utilizar otros recursos naturales, como por ejemplo madera obtenida de la tala de bosques. Es la sobrepoblación la que contamina y destruye el medio ambiente.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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