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Tillerson y una gira para parchar los puentes rotos de Trump Opinión

Tillerson y una gira para parchar los puentes rotos de Trump

José Rodríguez Elizondo
Por : José Rodríguez Elizondo Periodista, diplomático y escritor
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En su gira, el secretario de Estado de USA quiso disimular, consonantemente, el muro con Nicolás Maduro. Según él, lo que nosotros necesitábamos era llamar dictadura a la dictadura venezolana y unirnos para derribarla. Este bombón diversionista suponía promover una «intervención» hemisférica, con militares en la vanguardia –venezolanos o no–, con el fin de iniciar una transición democrática en tan petrolero país. No le fue bien.


El objetivo real o principal del Secretario de Estado Rex Tillerson, en su reciente gira latinoamericana, fue parchar los puentes rotos. Esto es, reducir el daño geopolítico que está significando la gestión de Donald Trump para los Estados Unidos.

Seguramente, Tillerson no volvió diciendo “misión cumplida”, porque era una “misión imposible”. Aunque se hubiera disfrazado de Metternich, las señales de Trump sobre nuestra región eran y siguen siendo disfuncionales al cariño. Para ese improbable líder de Occidente somos, más bien, “países de mierda”, que llenamos a su gran país de drogas, crímenes y malhechores de razas inferiores. De ahí que su gran issue, simbólico y de concreto armado, sea un Gran Muro, de reminiscencias honeckerianas, para mantenernos lejos, desde México hasta el Polo Sur.

Y un muro, como cualquiera sabe, es todo lo contrario de un puente.

Maduro por el mundo

Por eso, avispándose, el Secretario de Estado quiso disimular, consonantemente, el muro con Maduro. Según él, lo que nosotros necesitábamos era llamar dictadura a la dictadura venezolana y unirnos para derribarla. Este bombón diversionista suponía promover una «intervención» hemisférica, con militares en la vanguardia –venezolanos o no–, con el fin de iniciar una transición democrática en tan petrolero país.

[cita tipo=»destaque»]En definitiva, está bastante claro que una democracia invocada por Trump es menos creíble que un billete de 113 dólares (o, para decirlo en chileno, que un súbito cariño del Chino Ríos por los periodistas.). Todo lo cual indica que América Latina debe seguir abriéndose al mundo y que, como correlato, Vladimir Putin y Xi Jinping tienen el plato servido en la región.[/cita]

No le fue bien. Pero no porque en los gobiernos visitados –de México, Argentina, Perú, Colombia y Jamaica– se crea que Maduro es un dictador ilustrado, convertible a la democracia, sino porque nunca ha sido creíble un diablo vendiendo cruces.

Trump está demasiado lejos de Jefferson, Lincoln y Obama y demasiado cerca del Gran Dragón del Ku Klux Klan, para impresionar como apóstol de la Carta Democrática Interamericana. De hecho, la consigna tácita de la gira de Tillerson fue poner atajo a la creciente influencia regional de China y Rusia. Un tema propio de Monroe y el “destino manifiesto” de los Estados Unidos, que Trump fraseó a su modo: “América Latina no necesita de nuevos poderes imperiales que solo miran por su interés».

Bastaría con el poder imperial retrógrado, representado por él mismo.

No somos mensos

Desde esa perspectiva, impulsar la caída violenta de Maduro, vía intervención foránea, sería una maniobra antihistórica transparente.

Aunque el dictador venezolano esté a contrapelo de la Carta Democrática hemisférica, los demócratas de la región no pueden –no podemos– aceptar una “intervención militar” a la panameña, como en el caso de Manuel Noriega. Una transición democrática para Venezuela es asunto de los civiles y militares venezolanos, quienes –dicho sea de paso– debieran repasar el legado de Bolívar en sus textos originales.

En definitiva, está bastante claro que una democracia invocada por Trump es menos creíble que un billete de 113 dólares (o, para decirlo en chileno, que un súbito cariño del Chino Ríos por los periodistas.). Todo lo cual indica que América Latina debe seguir abriéndose al mundo y que, como correlato, Vladimir Putin y Xi Jinping tienen el plato servido en la región.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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