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Formación ciudadana y valoración de la democracia: el rol de la escuela y del liderazgo educativo Opinión

Formación ciudadana y valoración de la democracia: el rol de la escuela y del liderazgo educativo

Camila Jara y Macarena Sánchez
Por : Camila Jara y Macarena Sánchez CPCE/UDP https://cpce.udp.cl/
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Durante las últimas semanas y a propósito del proceso eleccionario en Brasil, ha vuelto a emerger con fuerza el debate respecto al lugar que las sociedades actuales le conceden a los valores democráticos y a los derechos humanos. Desde las polémicas posturas del recientemente electo Jair Bolsonaro – que incluyen la defensa a la tortura, a los regímenes dictatoriales, así como opiniones visiones xenófobas, racistas y homofóbicas – se ha planteado que el hartazgo producido por la corrupción y la sensación de inseguridad primaron en el elector brasileño por sobre una propuesta basada en la tolerancia, la igualdad y la libertad, valores constitutivos de un sistema democrático.

Esta discusión que sigue la línea de los referendos de Colombia y del Reino Unido, así como de las últimas elecciones en Estados Unidos, donde Donald Trump, encontrando apoyo en votantes desencantados con el sistema, resultara electo presidente, en medio de una campaña populista, misógina y xenófoba.

A nivel local, hace algunos meses conocimos los preocupantes resultados del Estudio Internacional de Educación Cívica y Formación Ciudadana ICCS 2016 donde el 57% de los estudiantes chilenos de 8vo básico se mostraba de acuerdo con apoyar un estado dictatorial si esto conlleva orden y seguridad, mientras un 52% aprobaría la medida si es que eso implica beneficios económicos. En aquel momento se enfatizó que el hecho que la mayoría de los estudiantes respaldara un eventual régimen dictatorial era evidentemente alarmante, expresaba falta de conocimiento respecto a nuestra historia reciente e implicaba una luz de alerta para la vida democrática del país.

[cita tipo=»destaque»]Aún en etapa de hallazgos preliminares, en términos generales detectamos una influencia importante del liderazgo educativo en el desarrollo de competencias cívicas. Sin embargo y así como en otras áreas de logro educativo, esta influencia es indirecta y mediada por la capacidad del equipo directivo de dar importancia o hacer disponibles oportunidades de aprendizaje cívico para los estudiantes, así como por favorecer o propiciar un clima democrático dentro de la escuela y velando porque esto ocurra también dentro del aula.[/cita]

En su visita a Chile, Erik Amná señaló que los procesos políticos contemporáneos, que parecen estar amenazando los principios democráticos liberales, hacen necesaria la revisión del actual proceso de socialización política de los jóvenes o la forma en que éstos se exponen e internalizan los elementos necesarios para desenvolverse e involucrarse en la vida política de su comunidad o sociedad.

Según estas investigaciones, existe un segmento – aproximadamente el 20% de los jóvenes en Suecia – que pueden ser definidos como “alienados”, es decir, jóvenes que han evitado o incluso rechazado los temas políticos durante su adolescencia, que no se interesan ni se mantienen informados, que han desconfiado de las instituciones y que se sienten sin voz política tanto en la sociedad como dentro de sus hogares. Es este grupo de jóvenes, señaló, es el que más fácil y persistentemente podrá ser atraído y sentirse identificado con discursos y propuestas populistas (Seminario “Jóvenes y aprendizaje de la ciudadanía democrática”, Agosto, UDP).

Lo anterior sugiere entonces que el fortalecimiento democrático tiene estrecha relación con la capacidad de sus ciudadanos de confiar, poseer conocimiento sobre la democracia y sus instituciones, mantenerse informados y comprometerse con los denominados valores democráticos.

En este contexto, la escuela y la educación cívica han sido destacadas como agencias de socialización política clave donde, tal como señala el Director de la Agencia de Calidad de la Educación, “los alumnos que tienen mayor conocimiento en esta área pueden marcar la diferencia. Hoy necesitamos encontrar elementos que nos hagan valorar la democracia como una forma de bienestar en todos los ámbitos” (La Tercera, 12/04/2018)

En este sentido, y al igual que otras áreas de desempeño académico, el conocimiento cívico se encuentra atado a la influencia del nivel económico y educacional del hogar de los estudiantes. Sin embargo, la escuela si ha demostrado efectividad en el desarrollo de actitudes y prácticas democráticas de sus estudiantes tales como la predisposición a la participación política futura. La evidencia señala que en las escuelas con mayor apertura en las metodologías de aula y que propician la participación e involucramiento de la comunidad escolar en los procesos de toma de decisión, se observa un mayor desarrollo de las competencias ciudadanas.

Con esta evidencia como antecedente, nos preguntamos de qué forma se observa esta relación en la práctica, así como quiénes son los actores clave para que esto efectivamente ocurra dentro de la escuela.

Así, durante este año en el Centro de Desarrollo de Liderazgo Educativo, hemos llevado a cabo un inédito proyecto que busca observar el desarrollo de competencias ciudadanas dentro del contexto escolar, aunque observando detenidamente y tal como lo ha hecho el Centro desde el año 2016, la influencia de los equipos de gestión o unidades directivas en facilitar u obstaculizar dicho proceso. Para ello, realizamos un análisis estadístico de los datos nacionales de la última prueba internacional de cívica ICCS 2016, además de un recorrido por diez escuelas de las regiones Metropolitana, La Araucanía y Atacama, de dependencia diversa pero con un elemento en común: todas ellas con resultados destacados en el indicador de Participación y Formación Ciudadana medido en los Indicadores de Desarrollo Personal y Social de la prueba SIMCE.

Aún en etapa de hallazgos preliminares, en términos generales detectamos una influencia importante del liderazgo educativo en el desarrollo de competencias cívicas. Sin embargo y así como en otras áreas de logro educativo, esta influencia es indirecta y mediada por la capacidad del equipo directivo de dar importancia o hacer disponibles oportunidades de aprendizaje cívico para los estudiantes, así como por favorecer o propiciar un clima democrático dentro de la escuela y velando porque esto ocurra también dentro del aula.

En términos más específicos, en las escuelas observadas constatamos que buenas prácticas de liderazgo tienen un efecto importante sobre el desarrollo y consolidación de una cultura institucional o interna. En los análisis estadísticos, se reveló que, a mayor antigüedad del director en su cargo, mayor conocimiento cívico en los estudiantes. Mientras que las expectativas de participación política futura están más relacionadas con la percepción de los estudiantes de sus interacciones con los profesores, con la apertura a la discusión de la sala de clases y con la participación de los estudiantes en la escuela.

En paralelo, en las visitas a las escuelas se observó que un indicador de formación ciudadana más alto tenía fuerte relación con el nivel de consolidación de la identidad del proyecto educativo y esto último, una marcada influencia de las prácticas de los directores. Esto es importante en la medida que el componente identitario y cohesivo ha sido destacado como un factor fundamental para el ejercicio de la ciudadanía.

En este sentido, es destacable el rol que cumple la escuela como una de las primeras instituciones sociales, fuera del hogar, con donde niños y jóvenes son incorporados al espacio público y pueden sentirse partícipes de un cuerpo un político. El sentido de pertenencia es un elemento que facilitaría el involucramiento y el compromiso de los miembros de una comunidad respecto a los eventos que a esa comunidad le atañen. En el contexto escolar, el líder educativo es un actor clave en la articulación del entramado micro-cultural e identitario que favorece la pertenencia de los miembros a una comunidad.

Por otra parte, se observa un alto grado de discrecionalidad en el actuar de los establecimientos a la hora de definir sus visiones y acciones respecto a la formación ciudadana. Si bien existe en el discurso de los directivos una marcada preocupación por la formación ciudadana, en la práctica, se observa que se ha priorizado la formación valórica por sobre la formación política de los estudiantes.

Un espectro educacional marcado por la prevalencia de proyectos privados, muchos de ellos confesionales, junto al carácter generalista y abierto del Plan de Formación Ciudadana mandatado por el MINEDUC, redunda en una gran diversidad y heterogeneidad respecto a lo que cada colegio entiende y, por tanto, forma como ciudadanos. Con ello, se ha privilegiado la dimensión civil, en un sentido más horizontal, centrado en la convivencia y la relación con el espacio más inmediato en desmedro de la dimensión cívica, entendida en un sentido vertical y en relación con lo político y las instituciones.

Y si bien existen instancias de representación de los profesores y los estudiantes, estas no tienen un peso sustantivo dentro del quehacer institucional, tampoco existe un proyecto profundo o de largo plazo para la promoción de dichas instancias de participación, recayendo las actuales en la motivación de los distintos actores involucrados.

De esta manera, se constata que el foco en la alfabetización política, es decir, en el conocimiento y experimentación de las formas de representación, en las instituciones políticas o el funcionamiento de la democracia en el contexto escolar, no ha resultado prioritario, quedando estas temáticas relegadas a los contenidos revisados y provistos exclusivamente en las clases de Historia y Geografía. Con ello y desde el discurso de los jóvenes, la ciudadanía les resulta un constructo lejano, normativo, restringido y perteneciente al mundo adulto, una ciudadanía sin apropiación.

Siendo sólo algunos hallazgos de esta investigación, esperamos alimente el debate del rol de la escuela en los procesos de socialización política y el potencial que tienen los equipos directivos, mediante el ejercicio de su liderazgo para desarrollar el conocimiento, actitudes y competencias cívicas. Estos aspectos, se tornan clave en un contexto mundial tensionado, con principios democráticos que parecen socavados, donde la falta de información e interés político se vuelve una amenaza alienante.

Creemos que se ha avanzado en la línea de visualizar y tomar conciencia de la importancia de esta temática dentro de escuela, y que existen líderes educativos que hoy están aportando al desarrollo de la misma. Sin embargo, es necesario que las acciones de los líderes enfoquen su actuar no sólo en la formación valórica, sino que generen lineamientos claros que potencien el involucramiento y la valoración de la política desde el contexto escolar.

El Plan de Formación Ciudadana fue un aporte para aquello, pero creemos que todavía falta mucho camino por recorrer para definir y consolidar a la escuela como semillero de la vida democrática.  

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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