Opinión

La pasión por destruir el Parque Forestal

Un arquitecto que se llama Mardones le llevó a nuestro aún Presidente un proyecto para remodelar, entiéndase destruir, el Parque Forestal, metiendo en unos subterráneos las colecciones de arte del MAC, lo que naturalmente conlleva introducir estacionamientos, confiterías, cajeros automáticos, rampas, restaurantes, comercio y todo lo que un mall «cultural» puede desear para sus promotores.

El barrio donde está el Parque Forestal ha sido severamente azotado por diversas situaciones que derivan del natural desarrollo urbano desregulado y selvático de nuestra ciudad. Hoy en pandemia se ha ido dando una menor incidencia de todo ello, pero la tendencia macro es la que tenemos.

Los dos millones de personas de población flotante que deambulan cada día por la comuna de Santiago, el turismo acelerado, los manifestantes pacíficos y/o vandálicos del estallido, la presión de los migrantes que prefieren el centro a, digamos, Vitacura o Apoquindo, donde viven el arquitecto Mardones y el aún Presidente, la presión del comercio ambulante que es consecuencia de la pobreza y el hacinamiento que descubrió el ministro Mañalich al visitar Santiago poniente, la vigorosa ampliación de la red de metro, la gentrificación, el comercio depredador en las veredas por parte tanto de restaurantes y bares como de músicos y vendedores callejeros en formato minineoliberal… toda esa energía que podría ser positiva, al no haber previsión de nada ni regulación adaptada a los temas reales, ni políticas serias, ha ido sencillamente destruyendo el barrio, cambiando su geografía humana y económica, y sabrán los urbanistas cómo conceptualizar lo que ocurre: los vecinos lo vivimos en carne propia.

Es increíble que empiece siquiera a circular un proyecto que da la espalda a la actual situación dramática del barrio Forestal-Lastarria-Bellas Artes, que no ha consultado nada con los vecinos y vecinas, y que quiere imponer ideas muy bonitas que aparecen en revistas internacionales en una zona caliente de la ciudad, como si se tratara de un paño abstracto.

Alega el arquitecto Mardones que su proyecto aumentaría las zonas peatonales y de parque. Es posible, pero hoy la supervivencia del barrio no depende de eso, sino de cómo se adecua la vida de los vecinos, de la gente que vive y duerme y desayuna allí, con la presión de los visitantes, los turistas y demás grupos que necesitan, también, usar el barrio. Los trazados de autopistas son otro azote que ha ido destruyendo algunas áreas aledañas. Hay que ir a ver cómo están los alrededores de la Estación Mapocho, el Mercado Central y de la Vega Chica. Gran parte de lo que hay ahí es sencillamente pobreza, caos, fealdad, abandono, supervivencia desesperada.

Lo que necesita el Parque Forestal, diseñado en 1910 por Georges Dubois, un arquitecto paisajista francés connotado, como parte de un plan integral derivado de la canalización del río, es preservar su belleza patrimonial, regular sus usos, proteger y fortalecer sus instalaciones. Es un espacio largamente exitoso, y como ocurre a menudo con tales espacios, aparece la pasión de intervenirlo, no para mejorar la vida de las personas, sino para que seres que no viven allí ni lo visitan mucho hagan su business.

Habitualmente se despliegan sobre sus prados unos mamotretos enormes de plástico «para los niños», lo cual es en verdad un negocio más de los muchos que vienen a hacerse a un sector de la ciudad donde, se les olvida, viven vecinos y vecinas, hay niños, señoras mayores, jóvenes, también profesionales y artistas. La actitud de la municipalidad es, sobre todo, hacer caja.

Nada peor para una ciudad que transformar sus barrios en monocultivo. Una ciudad viva debe saber combinar a sus poblaciones diversas y a sus usos. Tal como el parque Forestal no es ni debe ser un museo, Lastarria no es ni debe ser un patio de comidas o un persa. Necesitamos saber combinar los usos en las zonas más densas de la ciudad.

El barrio Forestal-Lastarria-Bellas Artes contiene desde que se creara muchos espacios para la cultura, es una zona emblemática, histórica, con gran cantidad de monumentos nacionales: no tenemos que hacer de ella un mall cultural ni un mall turístico, tampoco una planicie de protestas: la cultura y el turismo, también la protesta, deben desarrollarse, crecer y enriquecerse con respeto a los demás usos urbanos. Cuando hablamos de usos urbanos, hablamos de señoras que esperan el bus, estudiantes que van al colegio, pequeños comercios, familias que pasan la tarde en sus casas, niños pequeños.

Como todo el barrio, el Parque Forestal necesita hoy, de parte de las personas de la ciudad y del país, un uso respetuoso. Este proyecto es todo lo contrario: ideas grandilocuentes que ocultan los problemas reales, iniciativas puntuales que le dan la espalda a lo que está ocurriendo en Santiago entero. Gran parte del vigor del estallido se explica por la discriminación que sufren tantas comunas no ricas de la Región Metropolitana, que son la mayoría: basta entrar en la red de metro, asomar la cabeza en alguna estación que no quede en Providencia, las Condes, Vitacura, Ñuñoa o La Reina, y ver allí un urbanismo de carencia y de miseria, constatar el abandono. Invertir millones de dólares en una infraestructura innecesaria en una zona ya superutilizada es una falta de criterio.

¿Qué medidas de aggiornamento urbano necesita hoy Santiago, y con él la zona del Parque Forestal? Seguro que muchas. Santiago sin duda debe ser descentralizado y tratado como una sola entidad orgánica, no como una agregación traumática de comunas que viven muchas de ellas en unos estándares urbanísticos de las ciudades africanas más pobres, pegadas a otras que disfrutan del nivel de las ciudades europeas más ricas, atravesado todo ello por una sola red de metro, una red por lo demás muy eficiente: una situación así es, en primer lugar, explosiva, ya lo hemos vivido, y en segundo lugar atrozmente injusta y humillante para la mayoría de la población.

La ciudad no debiera seguir adelante con sus criterios de segregación y mercantilización y privatización maníaca de los espacios públicos. Los espacios patrimoniales deben ser protegidos y adecuados a los usos actuales. Y sobre todo, la ausencia de una autoridad global para la ciudad, la feudalización del territorio urbano, provoca que cada nueva actuación urbana, en lugar de ayudar al conjunto, lo desestabiliza.

¡Larga vida al Parque Forestal y a su entorno! ¡Que la confusión y el desaliento caigan sobre estos arquitectos y promotores sordos, ciegos, ávidos y desatinados!