Opinión

El presente y el futuro son eleccionarios

Tomar decisiones hoy es prioritario para construir futuros vinculados a nuestros intereses y necesidades como comunidad humana. Incluso, desde el gen egoísta, podemos avanzar en sociedades más solidarias e inteligentes cuando evidenciamos las dimensiones que dan forma y estética a nuestros futuros compartidos, cada vez más complejos y críticos.

Imaginar el escenario post-pandémico, significa poner en esa escena de futuro a la crisis de legitimidad institucional sistémica, encendida el 18 de octubre del 2019, a la crisis laboral en proceso, vinculada al cambio tecnológico, a la crisis migratoria intra e intercontinental visible e invisible y a la madre de todas las crisis, la climática, que en su efecto más directo nos frena en seco con una sequía que no se ha detenido. Basta con mirar hacia el oriente el color de las cumbres de la cordillera de Los Andes y un mapa hídrico actualizado de Chile.

En virtud del contexto crítico, hoy, más que nunca, el presente y el futuro inmediato son eleccionarios, tenemos que tomar decisiones con alcances ecosistémicos. Una de las aproximaciones al problema que debemos tomar a nivel local y global es que el coronavirus, al igual que otros virus y bacterias son parte de la naturaleza, por tanto, no se puede librar ninguna guerra, combate o batalla en contra de la naturaleza, sin asumir la fuerza propia de la naturaleza.

La humanidad como especie, dentro de las especies vivas que habitan la flora y fauna del planeta, puede inclinarse con la elección de la humildad, un primer paso para comprender de qué se trata el momento que estamos viviendo con la pandemia en medio del cambio climático.

Desde un canal de cambio de consciencia y empoderamiento ciudadano, podemos y debemos elegir en un futuro cercano cómo coeducar a nuestros hijos, cómo alimentarnos de forma sana y sostenible, dónde y cómo atender nuestra salud primaria y aquella de mayor complejidad, escoger nuestros hábitats y el tipo de materiales de construcción para viviendas más dignas y verdes, redefinir nuestras fuentes de trabajo y la creación de empleos, vinculados a la economía circular y naranja, promover la elección de sistemas de pensiones generativos, sostenibles y solidarios, entre diversas variables que entran en juego para un futuro eleccionario pensado y accionado desde un presente decisional más amplio, de al menos doscientos años, implicando nuestros aprendizajes cien años para atrás y soluciones de diseño cien años hacia adelante.

El ejercicio de nueva ciudadanía invita a decidir e incidir para nuestro beneficio y el bienestar general de nuestras comunidades de pertenencia, ya sea familiar, barrial, comunal, regional, nacional e incluso internacional e intercultural. Sabemos que no estamos solos en este mundo y que ‘Los Jaivas’ tienen razón, ‘todos juntos’ en sinergia virtuosa, sino, ‘para qué están el cielo y el mar, para qué ese sol que nos alumbra si no lo podemos ni mirar’.

Hace un poco más de cien años atrás, un pensador europeo enclenque de salud pasó un tiempo de encierro obligatorio. En ese trance, decidió volcarse a la escritura de unos cuadernos, reflexionando en torno a su época, la sociedad y el poder. En uno de sus escritos definió al Estado como todo el complejo de actividades prácticas y teóricas con las cuales la clase dirigente no solo justifica y mantiene su dominio, sino también logra obtener el consenso activo de los gobernados.
¿Parece una definición compleja para nuestra época y sus necesidades de lidiar con crisis políticas, económicas, sanitarias y climáticas? Lograr obtener el consenso activo de los gobernados es una premisa urgente en el ejercicio del poder de los gobernantes, por tanto, el consenso activo de los gobernados se construye dialógicamente, no pensando que estamos en guerra frente a un enemigo poderoso e implacable, menos pensando en librar la batalla de Santiago en contra del coronavirus. Habrá que recordar, para quienes creen en la guerra como estrategia de resolución de conflictos y crisis, que es la democracia y sus órganos de justicia correspondientes nacionales e internacionales quienes juzgan los crímenes de guerra.

Estas acciones comunicacionales intencionadamente bélicas, solamente preparan el terreno para imponer estados de excepción en una democracia protegida de sí misma, para efectos de prolongar un poder deslegitimado institucionalmente en su ejercicio. De eso se hará cargo el futuro inmediato del proceso constituyente que tocará plebiscitar un año después del despertar ciudadano. Presente y futuro son eleccionarios a pesar de cualquier estrategia antieleccionaria.

El consenso en la meta es el fruto del consenso elaborado en el camino. En la lectura de estos cuadernos nos encontramos frente a una novedad teórica que nos remite a sus frutos prácticos y que las autoridades de turno pueden ir considerando como guía en la gestión de crisis. A estas alturas deberíamos entender que el Estado es más que el momento supremo de un proceso de racionalización de los instintos y un aparato para el ejercicio de la violencia y dominación de clase. El camino es una clase dirigente que dialoga y facilita la construcción de consensos y una ciudadanía activa y responsable que ejerce poder soberano en su relación con el poder de turno.

Vamos de nuevo. Lograr obtener el consenso activo de los gobernados, para que las medidas sanitarias sean efectivas, incluyentes y solidarias, para que la población elija con dignidad proteger su salud y coeducar a su descendencia en comprender nuestra coexistencia con los mensajeros de la naturaleza. Una vez más, lograr obtener el consenso activo de los gobernados.

Evidentemente la clave para un eficiente plan de crisis está en lograr obtener el consenso activo de los gobernados, haciéndonos cargo de la crisis de confianza y credibilidad existente ¿Se puede reparar? No es fácil, pero es el camino, ya que el consenso en la meta es fruto del consenso elaborado en el camino, paso a paso, eligiendo la poderosa estrategia de la humildad y despertando las inteligencias colaborativas del conjunto de las comunidades humanas cuando se ponen en modo comunidad de aprendizaje. No es nuevo, ya se ha expresado anteriormente, entre otras, Izkia Siches en Chile y Bill Gates a nivel global, el camino es la innovación colaborativa.

Una ciudadanía activa, dialogante y soberana que asume su propio rol colaborativo e innovador en sus metros cuadrados de acción responsable puede entenderse mejor con este virus predecible y esperado, para que este microorganismo, con su capa de envoltorio proteico y su corona, pueda justificar y mantener su domino hasta que la humanidad resuelva sus problemas de aprendizaje con el propósito mayor y vital de la necesaria coexistencia entre las especies.

Una de las imágenes que nos ha regalado estos tiempos de cuarentena ha sido también la visita de pumas, canguros, osos, delfines, águilas, cóndores y aguas más claras, cielos más limpios y nuevos brotes en la tierra de todos. Los espacios de esperanza son reales y mágicos a la vez.