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Los líderes exitosos animan a los trabajadores a hablar

El ambiente de trabajo tiene un rol muy importante para que las personas puedan expresar sus opiniones. Específicamente, es fundamental que los trabajadores se sientan psicológicamente seguros y que hablar no resulte en un castigo. Si los empleados piensan que hay más que perder que ganar, probablemente se mantendrán callados.

El término «hablar» tiene muchísimos significados. Un paso por el diccionario de la RAE y el verbo, proveniente del latín fabulari, tiene veinte acepciones y se usa en una veintena de frases más. Algunas negativas, como hablar a “tontas y a locas”, y otras positivas, como hablar educadamente.

A la que haremos referencia hoy es a su acepción en el área de los Recursos Humanos y las relaciones laborales: hablar tiene una connotación positiva y constructiva para las organizaciones modernas, las que desean alentar a los trabajadores a plantear sus preocupaciones y contribuir con su aporte innovador y disruptivo en el trabajo.

Los jefes que se comunican con sus equipos crean culturas más transparentes y mejoran las relaciones en el ámbito laboral.

En una primera instancia, esto significa sentirse capaz de tener una conversación para desafiar algo o plantear una preocupación importante.

Este cambio puede marcar el comienzo de la promoción de una cultura más abierta, donde los líderes exitosos animan a los trabajadores a hablar para que todos puedan aprender, adaptarse y ajustarse.

Muchas organizaciones han establecido un lenguaje más constructivo, sin embargo, plantear inquietudes sigue siendo una experiencia estresante y emocionalmente compleja.

En este ámbito, es fundamental capacitar a los colaboradores para que planteen sus preocupaciones, pero aún más importante, es que se reconozca el papel vital que desempeñan los líderes en propiciar la seguridad psicológica de los trabajadores.

En última instancia, la mayor barrera para que los trabajadores hablen y expresen sus opiniones es el miedo y las consecuencias que esto podría generar en términos personales.

Por otra parte, las organizaciones también pueden sentir miedo, particularmente temor a escuchar lo que esas voces están diciendo, buscando continuar con la forma tradicional de hacer las cosas y los paradigmas clásicos que señalan que las soluciones organizacionales vienen exclusivamente de las cúpulas gerenciales.

Si las organizaciones pueden reducir esas preocupaciones y visiones conservadoras, sería posible desarrollar una cultura de apertura de los negocios.

En este sentido, el ambiente de trabajo tiene un rol muy importante para que las personas puedan expresar sus opiniones. Específicamente, es fundamental que los trabajadores se sientan psicológicamente seguros y que hablar no resulte en un castigo. Si los empleados piensan que hay más que perder que ganar, probablemente se mantendrán callados.

Visto de esta manera, los factores situacionales se expresan fuertemente en la cultura de la compañía: ¿La gente siente que el desacuerdo es bienvenido? ¿Su jefe los escuchará? Incluyen muchas señales ambientales que las personan usan para guiar su comportamiento.

Este hallazgo obtenido en uno de mis proyectos DICYT de la Universidad de Santiago sugiere que, si se quiere que los trabajadores hablen, el ambiente de trabajo y las normas sociales del equipo son importantes. Incluso las personas más inclinadas a plantear ideas y sugerencias pueden no hacerlo si temen ser menospreciadas o penalizadas.

Por otro lado, alentar y recompensar la expresión de opiniones puede ayudar a más personas a hacerlo, incluso si su personalidad les hace más reacios a correr riesgos.

En situaciones en las que los empleados hablan, lo fundamental es que al usar su voz no se sienten amenazados. Cuando la gente se siente amenazada, sus funciones cognitivas sufren, alejándose del problema. Mientras tanto, aquellos que se sienten recompensados –o esperan una recompensa futura– tienden a sentirse motivados a actuar, y en este caso a hablar.

Todo depende de si la organización ha dejado claro, a través de sus hábitos cotidianos compartidos, que las personas tienen más que ganar que perder cuando usan su voz.

Sabemos, por las investigaciones sobre la inclusión, que hay una gran ventaja en expresar opiniones y puntos de vista.

Una mayor diversidad de pensamiento puede conducir a una toma de decisiones menos sesgada y a una mayor inteligencia colectiva, y puede anular los inconvenientes de los desequilibrios de poder. En otras palabras, los equipos que permiten hablar no solo serán más seguros psicológicamente, sino que serán más fuertes y eficaces en su conjunto.

Para el mundo del trabajo, uno de los mayores efectos de la pandemia ha sido iluminar la falta de voz e influencia que la mayoría de la gente tiene en su lugar de trabajo.

Este deseo de una mayor voz en el lugar de trabajo se ha manifestado con huelgas y paros en diversas industrias y países.

Se ha manifestado con llamados a una mayor sindicalización, o a la representación de los empleados en los comités de salud y seguridad en el lugar de trabajo.

Además, es esperable que se manifieste, a largo plazo, en una generación que ha experimentado los riesgos de no tener una voz significativa en su lugar de trabajo y que pondrá un énfasis sustancial en la organización, la defensa y la votación de medidas para fortalecer la representación de los empleados y una mayor justicia en el lugar de trabajo en el futuro.