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Documentalistas pierden batalla contra TVN por autoría de imágenes

Hernán Castro junto a otros camarógrafos del colectivo Cine Ojo, fue de los primeros en registrar imágenes de las protestas y otros actos políticos en dictadura. Muchos de estos registros son los únicos documentos visuales de esa época, y por lo mismo, son profusamente usados en la televisión. Sin embargo, TVN se ha negado a reconocerles sus derechos de autor. Resignado, hoy sólo busca junto a El Mostrador.cl. que se conozca la historia de esos hombres y sus cámaras.


"Son unas bestias", reclama Hernán Castro contra los canales de televisión. Motivos para estar molesto tiene de sobra. Y cómo no, si un día, viendo las noticias, se encontró con una tremenda sorpresa: en una nota sobre el ex general Sergio Arellano Stark, aparecieron imágenes que él había grabado en 1989 en las afueras del Estadio Español. No ha recibido ni un peso por ellas. Reconocimiento, menos.



"Una persona me dio el dato de que Arellano Stark iba a ir a jugar tenis al Estadio Español. Me puse a pensar de qué manera podía registrar algo con él que fuera interesante, hasta que se me ocurrió llamar a la Agrupación de Detenidos Desaparecidos para que le hicieran una especie de funa. Y así fue. Mientras salía con un amigo del Estadio, le empezaron a gritar, increpar y hasta escupir", dice Castro, que utilizó estas imágenes para un documental que llamó Últimos días de octubre.



Con la esperanza de hacer valer sus derechos de autor ante TVN, se acercó al abogado Armando Jaramillo para que presentara un reclamo. Jaramillo pensó que por ser conocido de Juan Carlos Altamirano, Gerente de Programación del canal, y haber sido además panelista de Buenos días a todos, no iba a tener muchas dificultades para llegar a algún tipo de acuerdo.



"Pero parece que me equivoqué", dice hoy Jaramillo. "Llamé a Juan Carlos por teléfono en un plano de confianza. De ahí le envié una carta manifestándole la molestia de Hernán Castro, obteniendo como respuesta una llamada de Gazi Jalil, quien me dijo que ‘esas imágenes ya son parte del patrimonio nacional’ y que era poco menos que mercenario andar buscando algún arreglo", recuerda.



"La otra explicación que me dio el señor Jalil fue que ya eran tantas las veces que se habían dado esas imágenes, que era como si alguien le hiciera una mejora a la rueda y quisiera patentarla. En definitiva, usando una palabra bien chilena, se han "cagado" en la propiedad que se puede tener sobre ese derecho en particular, manteniendo una política inamovible e inconmovible. Lo que pasa es que existe una tremenda irreverencia frente a las obras intelectuales", señala Jaramillo.



La amnesia de Jalil



Gazi Jalil no recuerda nada. Contactado por El Mostrador.cl, el actual editor de contenidos de Chilevisión asegura que "lo que me está contando es como si fuera nuevo para mí y de las imágenes en cuestión tampoco me acuerdo. Además, jamás hubiera utilizado el término ‘mercenario’, porque no responde a mi forma de ser", se defiende.



Y complementa: "si las imágenes han aparecido en televisión, es porque de alguna manera llegaron al archivo del canal. Lo que pudo haber pasado es que los dueños de esas imágenes las vendieron a una agencia y ésta al canal", puntualiza Jalil.



Hernán Castro afirma que nunca vendió los derechos de sus imágenes a nadie. Cansado ya se ver decenas de veces en la televisión registros suyos y del colectivo al que perteneció en los ochenta, como por ejemplo las tomas de Tucapel Jiménez hablando en una asamblea, decidió junto con su socio de entonces, Mario Díaz, dejar atrás una pelea que casi dan por perdida, pero al menos contar lo que significó la experiencia de grabar durante casi 10 años hechos y situaciones que en aquel tiempo no era fácil registrar.



Por lo pronto, tienen la satisfacción que la Universidad de Chile está organizando un ciclo con los documentales y charlas del colectivo Cine Ojo, el que integraron en los ochenta junto con Jaime Reyes y que los reunirá después de más de cinco años sin verse.



Pioneros en las protestas



Corría 1980. Las voces críticas al régimen militar se empezaban a oír cada vez con más fuerza. La represión, el toque de queda, las desapariciones y las torturas tenían ya un buen grado de conocimiento público.

Mario Díaz y Hernán Castro



El primero de mayo de ese año se produjo una de las primeras protestas contra Pinochet. Fue entonces cuando estos jóvenes con cámara en mano decidieron que era momento de registrar lo que estaba sucediendo. No se conocían. Uno venía de grabar El Último Grumete de la Baquedano y sentía un compromiso como cineasta con lo que estaba ocurriendo; el otro, un fotógrafo que quería enviar a sus conocidos en el exilio imágenes de un Chile lejano.



La manifestación se produjo frente a la Pastoral Obrera, estando presente el Cardenal Raúl Silva Henríquez. "No duró ni 10 minutos, y con suerte, porque apenas empezó a reunirse la gente, llegaron los pacos y sería todo", recuerda Mario Díaz, hoy dedicado a la publicidad y la producción de documentales con su empresa Baucis en Providencia.



La otra parte de la historia es protagonizada por Hernán Castro, que a la postre sería el director del colectivo Cine Ojo: "los dos teníamos cámaras domésticas. Era obvio que nos reuniéramos después de eso porque, salvo nosotros, no había nadie más ese día. De hecho, en las protestas que siguieron fueron pocos los que llegaban a grabar. Y por supuesto que nadie de los canales de televisión. Ellos aparecieron recién a fines de 1982. Que formáramos un colectivo fue natural".



Castro, quien estudió fotografía en la Universidad Católica luego de que se cerrara la Escuela de Sociología, cuenta que al principio le mandaba fotos a sus cercanos que estaban fuera de Chile y luego empezó a grabar "cositas" para el Comité Pro Retorno de Exiliados.



"Al poco tiempo viajé a Alemania para visitar a unos amigos. Uno de ellos me dio el dato de que mis materiales podrían interesarle a la televisión francesa, así que me fui para allá y obtuve un contrato que nos relacionó formalmente con ellos hasta 1985. Eso nos dio cierta estabilidad y nos permitió dedicarnos más a grabar".



Junto con registrar para los franceses, el naciente colectivo Cine Ojo, que había crecido con la incorporación de Jaime Reyes comenzó a producir noticiarios, los que eran editados por Tatiana Gaviola, actualmente una consagrada cineasta, quien dirigió, entre otras, Mi Último Hombre. Estos programas eran grabados cada 4 meses y eran distribuidos por la Vicaría de la Solidaridad.



"En esto también fuimos pioneros. Fue bastante después que llegó Teleanálisis (actual Nueva Imagen) y Vitel Noticias. Estuvimos haciendo imágenes hasta 1989, porque con el triunfo de Aylwin y la democratización que se suponía iba a llegar a TVN creíamos que no tenía sentido seguir", cuenta Hernán Castro.



Fueron los inicios de un trabajo que duraría más tiempo del que hubieran querido. Una década casi dedicados a grabar protestas y represión, testimonios y vivencias de chilenos comunes y corrientes, a veces, y algunos ilustres también.



La censura



Con la misma timidez que la gente se fue volcando en la calle asomaron sus lentes los corresponsales de Europa y la televisión criolla. "Estábamos detrás de las barricadas, nunca delante, porque nos sentíamos más seguros. Incluso en las noches después de que habían protestas nos íbamos a la poblaciones. Después eso se revierte, porque había más lumpen que gente protestando. Entonces, paradójicamente, se nos hizo más seguro llegar con los pacos", explica Díaz.



Pero esa sensación de resguardo la consiguieron bastante a finales de los ochenta. Porque para 1982, por ejemplo, en otra marcha de un primero de mayo, Castro y Díaz fueron testigos de los nuevos actores que hacía su estreno en estos "eventos": los gurkas, agentes de civil armados con laques y linchacos.




"Fue en la plaza de artesanos. Apenas nos dimos cuenta de que había algo más raro de lo habitual arrancamos, pero nos interceptaron y nos metieron en la Primera Comisaría. Adentro nos sacaron la mierda. Nosotros les dijimos que nos devolvieran las credenciales que la misma Dinacos -Dirección Nacional de Comunicación Social- nos había dado. "¿Qué credenciales?", nos gritaron. Nos dejaron todo el fin de semana encerrados. En otra oportunidad, grabando con Patricio Guzmán, estuvimos una semana detenidos. En esa época éramos muy jugados y ahora me doy cuenta que algunas veces era realmente arriesgado", repasa Hernán Castro desde Chépica, en la Sexta Región, donde trabaja en el departamento de cultura de la Municipalidad.



Conseguir las famosas credenciales que daba la Dinacos era "charcha", señala Mario Díaz, porque "pedíamos cartas en cualquier canal de televisión extranjera y las visábamos en el consulado antes de hacer la solicitud. Pero no servían de mucho en realidad, porque portándolas igual podían llevarte detenidos, y por otro lado, había muchas ocasiones en que la gente nos acusaba de sapos. La única forma de que eso no ocurriera era estar con gente conocida. Al final, la corresponsalía te dejaba igual de huérfano".



Con los registros que hicieron entre 1980 y 1983 realizaron el documental Chile, no invoco tu nombre en vano, que ganó varios festivales internacionales. Quisieron presentarla en Chile "a la buena", lo que fue una "estupidez del porte de un buque", asume hoy Castro. La respuesta del Consejo de Calificación Cinematográfica fue categórica:



"El H. Consejo de Calificación Cinematográfica, acordó, por unanimidad, rechazar la película titulada "CHILE: NO INVOCO TU NOMBRE EN VANO", considerando que su argumento como un reportaje de sucesos políticos acaecidos en el año 1983, implica connotaciones contrarias al orden público y que puede inducir a la comisión de acciones antisociales o delictuosas".



El documento fue firmado "atentamente" por René Salamé, presidente del Consejo y a la postre Ministro de Educación del régimen militar.



El colectivo Cine Ojo, representado en Edgardo (Jaime) Reyes, interpuso un recursos de protección, asumiendo la defensa de los documentalistas el abogado Jaime Hales. Pero los intentos fueron infructuosos, porque toda posibilidad de ser exhibido de forma legal se vio truncada definitivamente en 1987, cuando el mismo Consejo le informa a Hernán Castro que el material quedaba confiscado para ser destruido por ser de "índole político". El documental aún no es estrenado en Chile.



Fin de la dictadura y de Cine Ojo




El Colectivo Cine Ojo, como tal, tuvo vida hasta 1989. Paulatinamente, a medida que la efervescencia social iba en aumento y el número de camarógrafos en las calles también, el trabajo de Castro, Díaz y Reyes se fue diversificando.
Cine Ojo grabando en La Victoria.



Los tres alcanzaron a trabajar junto con Patricio Guzmán en distintos proyectos, como el documental La Cruz del Sur, y mientras Mario Díaz coqueteaba cada vez más con la publicidad en su calidad de sonidista, Hernán Castro seguía en lo suyo. El plebiscito y las posteriores elecciones fueron el último motivo que los mantuvo juntos. De ahí, pocas veces más volverían a verse.



Jaime Reyes se fue a Estados Unidos. Mario Díaz se instaló definitivamente en el mundo de la publicidad. Hernán Castro, grabó un documental más, Últimos días de octubre, trabajo en un par de programas de El Mirador, luego con Patricio Guzmán y finalmente en 1995 se radicó en Chépica, su pueblo natal.



"Hubo gente que fue más ‘astuta’ como los que después formaron Nueva Imagen o Filmocentro, Ahí estaban los Tironi, los de Aguirre, que coparon todo el sistema por su vinculación política. Lo mismo Augusto Góngora, que es bien movido para trabajar. Eso lo digo porque había un salto natural una vez que llega la democracia hacia los espacios que nosotros cubríamos, como lo que fue El Mirador. No obstante, todas esas instancias que se crearon en televisión se manejaron en términos de relaciones en las cuales nosotros nunca estuvimos. No éramos ni somos apitutados", concluye Castro.

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