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Ministro Ribera juega a las escondidas en jornada de frenéticas reuniones Cunden los rumores sobre su salida del gobierno

Ministro Ribera juega a las escondidas en jornada de frenéticas reuniones

Marcela Jiménez
Por : Marcela Jiménez Periodista de El Mostrador
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Sus últimas y poco afortunadas irrupciones en la prensa y los nuevos antecedentes que desvirtuan sus propios argumentos respecto del vínculo que tenía con el ex presidente interino de la CNA Luis Eugenio Díaz, habrían llevado al secretario de Estado a un punto en que su permanecia en el gabinete sería insostenible. Algunas versiones dan cuenta que el Ejecutivo postergó para los próximos días una decisión al respecto, para no empañar el desagravio a la jueza Karen Atala, ni tampoco la cadena nacional del Presidente Sebastián Piñera por el fin de los alegatos en La Haya.


Pese a los esfuerzos que hizo  La Moneda para enfocar la atención en la última jornada de fase oral en la Corte Internacional de Justicia de  La Haya, fue evidente la tensión que imperaba en palacio por la compleja situación del ministro de Justicia, Teodoro Ribera, cuestionado públicamente  por su vínculo con el ex presidente interino de la CNA Luis Eugenio Díaz. Desde la propia Comisión Nacional de Acreditación se desmintió una de las últimas versiones  del secretario de Estado, lo que abiertamente debilitó las opciones de su  permanencia en el gabinete del Presidente Sebastián Piñera.

Ribera paso toda la mañana en su oficina del ministerio, sin salir de ahí,  cumpliendo el libreto que se definió el jueves en la sede del Ejecutivo para que terminara su  peregrinaje mediático y optara por el silencio. El hermetismo no fue  solamente para él, sino que para el resto del gobierno. Es así como ninguna autoridad quiso pronunciarse sobre el emplazamiento de la  secretaria ejecutiva (s) de la CNA, Paula Beale, que desmintió que Díaz se hubiera inhabilitado al momento de votar la acreditación del instituto Incacea –donde  Ribera tiene acciones- mientras realizaba  una asesoría para Gendarmería. Incluso  la vocera de gobierno, Cecilia Pérez, canceló un punto de prensa al mediodía, precisamente para evitar hablar del tema.

Ribera salió de su despacho y cruzó calle Morandé cerca de las 13:30 horas, cuando fue citado a La Moneda luego de recibir una llamada telefónica del ministro del Interior, Andrés Chadwick. Ingresó sigiloso, esquivando a la prensa, aprovechando que en esos momentos hablaba el canciller Alfredo Moreno sobre el término de los alegatos en La Haya. Ello, porque durante toda la mañana habían ido in crescendo las versiones de una posible salida de Ribera  del gobierno, al compás de expresiones que reconocían que su situación es “difícil”, “delicada” y compleja”.

Tras reunirse con Chadwick, ambos cruzaron al otro sector de La Moneda, el  segundo piso, donde están las oficinas de la Presidencia. Hubo versiones que  insistían en precisar que Piñera no recibió al ministro, pero otras aseguraban que sí habían conversado los tres a puerta cerrada antes que  Ribera se reuniera también con la jefa de los asesores presidenciales, María  Luisa Brahm. Ella fue la primera persona con la que conversó el lunes en la tarde para definir la estrategia con la que se iba a capear la  tormenta por su relación con Díaz.

El ministro de Justicia estuvo más de una hora en La Moneda en distintas  reuniones, hasta el filo de la hora en que le correspondía encabezar –a las  15:00 horas- el acto de desagravio del Estado de Chile a la juez Karen Atala. Durante el día se había dicho que un indicador claro de su posible salida del gabinete era precisamente su inasistencia a dicha ceremonia, lo que finalmente fue desechado, ya que oficiaba de anfitrión y representante del Poder Ejecutivo.

En todo caso, para evitar preguntas al respecto de los periodistas que lo esperaban, el secretario de Estado optó cruzar por el subterráneo para salir de La  Moneda por la puerta de Morandé 80 y desde ahí caminar hasta la Plaza de la Constitución para llegar a la sede de la Cancillería, en el edificio Carrera. Y en una escena casi cinematográfica, guiado por sus escoltas, avanzó raudo entre los autos mientras era rodeado por cámaras de TV y gráficos.

En ningún momento desmintió o afirmo si había renunciado. Tampoco aclaro si  seguía como ministro, como sí  lo aseguró varias veces y enérgicamente en el curso de la  semana, y optó por el silencio cuando se le preguntó si esta ceremonia era su última actividad como titular del Ministerio de Justicia. Eso sí, en su  conocido estilo irónico,  dijo que se mantenía callado porque “la  película tiene que tener un poquito de tensión, chiquillos”.

Concluido el acto de desagravio, Ribera aprovecho que el presidente de la  Corte Suprema, Rubén Ballesteros y otros invitados salían por la puerta principal del salón, para esquivar –nuevamente-  todo tipo de preguntas y se retiró por una salida trasera que da a un costado del edificio Carrera, para cruzar rápidamente otra vez la Plaza de la Constitución rumbo al su cartera.

Si en la semana existió una defensa cerrada de Ribera en palacio, el clima comenzó a cambiar el jueves en la tarde, cuando se afirmaba en privado que si el ministro se quería ir “nadie lo iba a detener” y ya hoy se pasó a una temperatura ambiente que daba por hecho la decisión de dar un paso al lado.

Es más, por varias horas en plena ronda de reuniones, todo apuntaba a que este viernes  sería el anuncio oficial, pero en La Moneda pesaron factores como no eclipsar ni ensuciar  el acto de la jueza Atala, ordenado por la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

También se optó por que la eventual salida de Ribera no dejar en un segundo plano la cadena nacional del Presidente Sebastián Piñera para referirse al fin de la fase oral de la disputa marítima con Perú que debe zanjar la Corte Internacional de Justicia (CIJ). Su mensaje lo dejó grabado en horas de la tarde, antes de partir en helicóptero –cerca de las 18:00 horas- rumbo a la residencia presidencial de Cerro Castillo.

Piñera pasará el fin de semana en la Quinta Región, donde todo indica que  revisará la recopilación de antecedentes que ha hecho el gobierno del caso Ribera. Su viaje a  Cerro Castillo es un indicador que no habría novedades  sobre la permanencia del ministro de Justicia durante el fin de semana y que su salida podría eventualmente producirse dentro de la próxima semana.

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