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Guillier atrapado en su laberinto: encuestas de La Moneda instalan ánimo de derrota en el oficialismo Pesimismo sacude la estrategia de juntar fuerzas de la centroizquierda para el balotaje

Guillier atrapado en su laberinto: encuestas de La Moneda instalan ánimo de derrota en el oficialismo

Marcela Jiménez
Por : Marcela Jiménez Periodista de El Mostrador
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El verdadero problema que tiene el candidato hoy –aseguran fuentes guillieristas– es la constatación anticipada de su derrota. Esta situación no descansaría solo en la encuesta CEP sino también en los últimos sondeos de La Moneda, en los que Piñera se instala en el 42% de las preferencias, seguido por el abanderado oficialista con solo un 25%, En dichas encuestas, el candidato de la derecha ganaría la segunda vuelta con una brecha a su favor de 9 puntos. Estas proyecciones estarían provocando –según se conoce en el seno de su campaña– una preocupación mucho mayor: quedar excesivamente endeudado. Si obtiene un bajo umbral de votos, el reembolso que le hará el Servel por cada sufragio obtenido no le alcanzaría para pagar los préstamos adquiridos para financiar su carrera a La Moneda.


El escenario no puede ser más complejo para el candidato de la Nueva Mayoría, Alejandro Guillier, porque a solo dos semanas de la elección presidencial se enfrenta al hecho cierto de que su campaña está impregnada de un fuerte aroma a derrota, que tiene desanimada a las huestes del conglomerado, más aún cuando internamente en su equipo reconocen que no hay garantías de que la fórmula de la unidad de las fuerzas de centroizquierda, para enfrentar a Sebastián Piñera en la segunda vuelta, le dé realmente alguna chance. Así, ante lo que sería un inevitable fracaso, varios en la coalición ya piensan en la estrategia para tratar de sobrevivir a dicha hecatombe política, con miras a rearticularse tras la pérdida del poder.

Se supone, en estos momentos, que el principal dilema de Guillier es pensar cómo lograr cuajar bajo su alero a los huérfanos de la Concertación, a la Nueva Mayoría y seducir a las huestes del Frente Amplio, una tarea que parece titánica, pero que, en el seno de su comando, ya hay varios que consideran inviable: “Eso ya no cuajó”, sentenció un dirigente que explicó que internamente ya existe bastante claridad de lo que sucederá realmente con el FA después del 19 de noviembre: un sector apoyará a Guillier, otro decretará libertad de acción y otro se marginará totalmente.

“Aunque se logre una coordinación y unidad de la centroizquierda, a estas alturas solo marcará la diferencia en cómo se pierde, después del 19 habrá señales en esa línea, pero la unidad no nos va a salvar en esta ocasión”, advirtió un integrante del comando guillierista, precisamente de los que tienen la tarea de adelantar el trabajo desde ya con miras al balotaje.

Lo cierto es que el verdadero problema que tiene el candidato hoy, es la constatación anticipada de su derrota. La encuesta CEP del miércoles 25 de octubre fue un balde de agua fría en el oficialismo, era generalizada la idea de que obtendrían un mayor rendimiento que el 19,7% de apoyo que obtuvo Guillier, que la brecha que lo distancia de Piñera (44%) no sería tan clara y que con la suma de fuerzas con Beatriz Sánchez (8,5%), Carolina Goic (3,9%) y Marco Enríquez-Ominami (4,6%), al menos podrían empatar la fuerza electoral del candidato de derecha. Pero, precisamente, ese dato fue el que tiró al suelo las escuálidas expectativas que había en la Nueva Mayoría, pues sería una constatación de que el intento por alinear a toda la centroizquierda tras la figura de Guillier en el balotaje no alcanzaría para evitar la derrota.

“Hasta antes de la CEP, se suponía que Guillier estaba mejor que Frei el año 2009, estaba sobre el 29%, por eso causó impacto el resultado”, señaló un integrante del equipo.

Así, los desaciertos de la última semana, como el cuestionado anuncio de que no habrá programa de Gobierno antes del 19 de noviembre y que la próxima semana, cuando mucho, se dará a conocer una suerte de “compendio” de las propuestas esbozadas hasta ahora en la campaña, no serían más –se lamentaron en el seno del comando– que un “reflejo” del ambiente de derrota que rodea a la candidatura del PS-PPD-PC y PR.

El complejo panorama de Guillier no solo ha quedado plasmado en la encuesta CEP, sino también en los últimos sondeos de La Moneda que han sido conocidos y vistos por algunos integrantes del comando, en que Piñera se instala en el 42% de las preferencias, seguido por el abanderado progresista con solo un 25%, mientras que la carta del Frente Amplio oscila entre el 10% y el 12%. En dichas encuestas, el abanderado de la derecha ganaría la segunda vuelta con una brecha a favor de unos 9 puntos, una victoria bastante holgada y que coincide con los cálculos pesimistas en sectores del oficialismo sobre la ineficacia de reeditar la estrategia usada en otras contiendas y balotajes, en cuanto a aglutinar las fuerzas de centroizquierda.

“Es imposible ganarle a Piñera, no solo hay un mal candidato, sino que la derecha instaló eficientemente la idea de que el país está mal. Este Gobierno, su gestión estos 4 años, tiene más de un 60% de rechazo y eso no hay cómo revertirlo”, se lamentó un dirigente de la Nueva Mayoría.

[cita tipo=»destaque»]Lo cierto es que el verdadero problema que tiene el candidato hoy, es la constatación anticipada de su derrota. La encuesta CEP del miércoles 25 de octubre fue un balde de agua fría en el oficialismo, era generalizada la idea de que obtendrían un mayor rendimiento que el 19,7% de apoyo que obtuvo Guillier, que la brecha que lo distancia de Piñera (44%) no sería tan clara y que con la suma de fuerzas con Beatriz Sánchez (8,5%), Carolina Goic (3,9%) y Marco Enríquez-Ominami (4,6%), al menos podrían empatar la fuerza electoral del candidato de derecha. Pero, precisamente, ese dato fue el que tiró al suelo las escuálidas expectativas que había en la Nueva Mayoría, pues sería una constatación de que el intento por alinear a toda la centroizquierda tras la figura de Guillier en el balotaje no alcanzaría para evitar la derrota.[/cita]

En el seno del propio comando de Guillier comentaron que, tras los resultados del CEP, el abanderado “se habría preocupado”, no de perder –algo que estaría medio asumido–,  sino que de quedar excesivamente endeudado con la campaña, ya que, si obtiene un bajo umbral de votos, el reembolso que le hará el Servel por cada sufragio obtenido no le alcanzaría para pagar los prestamos adquiridos para financiar su carrera a La Moneda.

En ese contexto es que se explican en el comando las ilógicas señales que el candidato del PS-PPD-PC y PR habría dado a algunas cadenas radiales, de querer bajar sus tandas comerciales para no seguir gastando en publicidad. “Es insólito que haga esto a dos semanas de la elección, claramente bajó los brazos”, reclamó un integrante de los equipos políticos del comando que está al tanto de dicha decisión.

Estas erráticas decisiones, según fuentes cercanas, refuerzan el llamado “estilo Guillier”, que se caracteriza no solo por la sabida “porfía” del abanderado sino además por la tendencia permanente a desarmar pautas ya acordadas, cancelar a último momento actividades en terreno y entrevistas con distintos medios de comunicación.

“Junto al desánimo de la derrota, adentro hay un ánimo de rabia y enojo”, sostienen.

El rearme

Pese a los pronósticos pesimistas, sectores de la Nueva Mayoría consideran todavía como un elemento clave el jugarse las cartas por intentar un rearme de la centroizquierda, que, si no logra neutralizar a Piñera, al menos sirva de base para la articulación política de una futura oposición a partir de marzo. No solo eso, la capacidad de sobrevivir, tras la elección, también depende de que la derrota en el balotaje “no sea por paliza” y, en ese sentido, adquiere lógica y relevancia insistir en la fórmula de unir las fuerzas de la centroizquierda.

En la Nueva Mayoría consideran esencial el papel que juegue la DC y señalan que Guillier está obligado a lograr un entendimiento con Goic, con los parlamentarios de la falange y sus dirigentes, precisamente para no regalarle una fuga de votos de ese sector que favorezca más aún a Piñera, pero que, además, fracture a la coalición irremediablemente.

En el oficialismo dicen que en el comando de Guillier están preocupados solamente de la elección del día 19 de noviembre y que erróneamente tienen cifradas demasiadas expectativas en el desempeño que tenga el ex UDI José Antonio Kast, como factor que ayude a reducir la brecha de diferencia esa noche con Piñera.

Por lo mismo, dirigentes y parlamentarios del conglomerado están, por su cuenta e iniciativa, generando gestos y escenarios para garantizar la plataforma de entendimiento. Un buen ejemplo de ello, explicaron en la Nueva Mayoría, fue la cena que tuvo el jueves 26 de octubre el diputado PS Osvaldo Andrade, en el restaurante Don Peyo, una cita que originalmente había sido pensada para recaudar fondos para su campaña a la reelección, pero a la que, tras los malos resultados de la CEP, se le dio un giro y se decidió convocarla como “hito político” de rearme y unidad política.

Enríquez-Ominami llegó a la cita, también el radical Osvaldo Correa, mientras que el candidato presidencial Alejandro Navarro mandó un saludo grabado esa noche, lo mismo el senador PPD Guido Girardi, su par DC Ignacio Walker, así como los diputados de la falange, Yasna Provoste y Aldo Cornejo. En todos ellos se habló de la importancia del entendimiento de la centroizquierda, del eje de trabajo político entre el PS y la DC y de la necesidad de un espíritu unitario.

“Lo que debemos hacer va en esta línea precisamente, ahí está el ejemplo de lo que se está construyendo”, agregaron en el PS.

Pero esos esfuerzos chocan de frente con los errores que emanan desde el propio comando de Guillier y, puntualmente, de la pugna de poder que existe, en dicho equipo, entre los que conciben un entendimiento que pase sí o sí por la DC y quienes son proclives a tomar distancia de la falange, incluso del Gobierno de Michelle Bachelet e inclinarse de lleno hacia el Frente Amplio.

En ese gallito, todas las miradas apuntan a dos personajes claves del entorno de candidato: Enrique Soler y el periodista Andrés Almeida Farga, hijo mayor de Guillier. En todo el comando insisten en que solo los escucha a ellos, que no le hace caso a nadie más, que el grueso de dirigentes y figuras de la coalición en la campaña no tiene llegada con el abanderado y que todas las decisiones pasan realmente por ese núcleo de confianza.

Tanto Soler como Almeida no generan confianza en la Nueva Mayoría, en todos estos meses no han logrado sintonizar, lo que ha quedado en evidencia en los encuentros de análisis político y evaluación de escenarios. El punto es que también serán ellos los primeros en ser señalados como responsables de los errores cometidos y de las derrotas.

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