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Encubrimiento: la sombra del delito que persigue al cardenal Ezzati PAÍS

Encubrimiento: la sombra del delito que persigue al cardenal Ezzati

Alejandra Carmona López
Por : Alejandra Carmona López Co-autora del libro “El negocio del agua. Cómo Chile se convirtió en tierra seca”. Docente de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile
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Sus días a la cabeza del arzobispado de Santiago están contados. Según algunos vaticanistas, la remoción solo ha tardado porque no hay ternas limpias para su reemplazo. Sin embargo, es un hecho que, además de dejar su cargo, deberá enfrentar a la justicia cuando declare como imputado el 21 de agosto. De acuerdo a fuentes judiciales, el fiscal Emiliano Arias iría tras otros nombres de la jerarquía eclesiástica, en una batalla legal inédita que lanza a la Iglesia católica chilena a la peor crisis de su historia.


La carta que Alejandro Goic le escribió al arzobispo de Santiago, Ricardo Ezzati, encendió una nueva luz de alerta para los denunciantes de abusos sexuales en la Iglesia, sobre todo por un párrafo: “Ayer –no teníamos la conciencia de hoy– manteníamos en silencio estos abusos de menores, decíamos que eran debilidades humanas, se trasladaba a otros lugares a los sacerdotes. Hoy, eso se acabó, gracias a Dios. Tenemos conciencia que no solo es un pecado gravísimo, sino también un delito ante la ley civil. Nadie hoy puede mantener en silencio los abusos de menores”.

La misiva no solo advertía la tensión que han generado en la jerarquía eclesiástica los casos de abusos por parte de religiosos al interior de la institución, sino que también adelantaba una pista que seguía de cerca el fiscal Emiliano Arias: la posibilidad de señalar responsables de un aparataje de encubrimientos que operó por años y del cual Ezzati podría responder, declarando ante la justicia. Por eso, a pocos pareció sorprenderles cuando, ayer en la mañana, llegó hasta el Arzobispado de Santiago una citación de la Fiscalía de Rancagua, para que el cardenal declare el 21 de agosto en calidad de imputado, precisamente por encubrimiento.

Al dar a conocer la noticia, el Arzobispado emitió un comunicado con tono más humilde que el usado por Ezzati en las últimas semanas, cuando acusó un clima de «maledicencia» contra la Iglesia. El texto decía que nunca ha encubierto ni «obstruido a la justicia».

La figura del cardenal Ezzati ha generado divisiones al interior de la institución desde que asumió como arzobispo. Pese a que antes de ganar la carrera por Santiago gozaba del cariño y apoyo de buena parte del clero, eso cambió a poco andar. Muchos lo calificaron como “déspota, encerrado en sus ideas” y, además, con poco criterio al momento de tener que dar batallas comunicacionales.

Cuando el 2012 muchos esperaron que el entonces presidente de la Conferencia Episcopal visitara a un agónico Daniel Zamudio, él opto por aparecer en fotografías con Fernando Karadima. Cuando tuvo decenas de oportunidades de apoyar a las víctimas del párroco de El Bosque, un exabrupto siempre alejó su discurso de un camino “santo”. Por eso, que hoy su figura se ubique en el vórtice del huracán, solo “responde a sus propios actos”, como coinciden en señalar al interior de la Iglesia.

[cita tipo=»destaque»]La noticia sobre el llamado a declarar por parte de la Fiscalía de O’Higgins generó satisfacción entre las víctimas y los movimientos de laicos que han dado una dura batalla en contra de la figura de Ricardo Ezzati y que incluso lo “funaron” hace un par de días en el Templo Votivo de Maipú, pidiendo que “se fuera”.  El coordinador de los laicos por Santiago, Osvaldo Aravena, dice que esta es una señal potente, dura, pero esperanzadora: “La justicia está funcionando como corresponde. Ya no es una posibilidad. Las víctimas ven que se puede hacer justicia”.[/cita]

Las acusaciones en su contra por encubrimiento no son nuevas. En 2014, las víctimas del sacerdote Rimsky Rojas lo denunciaron por obstrucción a la investigación, una queja que ha sido constante por la manga ancha y el blindaje que ha dado a sacerdotes cuestionados por sobre quienes sufren.

Pese a que en ese caso fue sobreseído y no se comprobó la “obstrucción”, el contexto que enfrenta ahora es muy distinto. La institución católica está en su peor crisis, su credibilidad está en su punto más bajo, hasta el Papa ha llamado la atención del clero y ha enviado representantes especiales, porque no confía en cómo se investigan las cosas en la Iglesia chilena que lidera Ezzati. Hechos como el de «La Familia” en Rancagua, que le costó la salida al obispo Goic, y el fuerte golpe que representó la detención del ex canciller del arzobispado, Óscar Muñoz, que apunta al círculo estrecho del cardenal, lo deja ahora inerme frente a una situación judicial que va a seguir creciendo como bola de nieve.

Y podría ser peor. Sus días a la cabeza de Santiago están contados. Algunos vaticanistas señalan que el retraso en el nombramiento de un reemplazante solo se debe a que de verdad no hay posibilidades de ternas limpias para encontrar su sucesor. Es más, si fuera por el Papa, el cardenal Ezzati ya estaría fuera hace semanas.

De acuerdo a fuentes del Ministerio Público, en el caso de Muñoz –a quien Ezzati impulsó a autodenunciarse– existen antecedentes que indicarían que hay abusos posteriores a esa autodenuncia, lo que sería uno de los aspectos que más complicaría la situación del arzobispo de Santiago. A esto se añade la posibilidad de que a la lista de citados a declarar se sumen otros, como el cardenal Francisco Javier Errázuriz, también por encubrimiento.

Las probabilidades

Consultado sobre el encubrimiento como delito y las posibilidades de que se configure en este caso en particular, el ex fiscal Carlos Gajardo responde que, en el caso de abuso sexual, se puede dar esta figura en la medida que concurran los requisitos del artículo 17 del Código Penal. «En este caso particular, creo que eso es perfectamente posible y por supuesto que en su momento habrá que acreditarlo”, dijo.

Dicho artículo señala que son encubridores quienes “con conocimiento de la perpetración de un crimen o de un simple delito o de los actos ejecutados para llevarlos a cabo, sin haber tenido participación en él, ni como autores ni como cómplices, intervienen con posterioridad a su ejecución”, por ejemplo, “albergando, ocultando o proporcionando la fuga del culpable”.

El abogado penalista Jaime Winter explica que “en Chile el encubridor depende del delito principal” y que la pena es de 2 grados menos de la pena que le corresponde al autor, lo que significa que lo más probable es que sea muy baja, en caso de que se concretara. “Si esto se tratara de un abuso sexual a menores, la pena va de presidio menor en su grado máximo a presido mayor en su grado mínimo; esto es de 3 años 1 día hasta 10 años para el autor. Si lo rebajamos dos grados, quedaría presidio menor en su grado mínimo, esto es, de 61 días a 541 días. Si además tuviera irreprochable conducta anterior, esto podría quedar en menos de 61 días”, detalla el jurista.

Sin embargo, Winter también afirma que existe la posibilidad de probar “encubrimiento habitual”, una conducta que describe el inciso final del artículo 52 del Código Penal y que establece una pena de presidio menor en cualquiera de sus grados, esto es, de 61 días a 5 años. “Obviamente la pena puede ser menor si existen varias atenuantes, como la irreprochable conducta anterior”, agrega Winter, quien también señala que, en el caso del encubrimiento habitual, “como la pena no depende de la del delito encubierto, entonces uno podrá hablar de un delito de encubrimiento habitual, aunque el código lo trate como una forma de participación”.

La noticia sobre el llamado a declarar por parte de la Fiscalía de O’Higgins generó satisfacción entre las víctimas y los movimientos de laicos que han dado una dura batalla en contra de la figura de Ricardo Ezzati y que incluso lo “funaron” hace un par de días en el Templo Votivo de Maipú, pidiendo que “se fuera”.  El coordinador de los laicos por Santiago, Osvaldo Aravena, dice que esta es una señal potente, dura, pero esperanzadora: “La justicia está funcionando como corresponde. Ya no es una posibilidad. Las víctimas ven que se puede hacer justicia”.

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