Opinión
Más allá del brindis: lo que revela la 4ª Encuesta MUV Chile 2025 sobre las mujeres del vino
A veces los datos sorprenden; otras, simplemente confirman lo que ya sabemos. Como mujer, parte de la Asociación de Mujeres del Vino y del Comité de Estudios e Investigación, puedo decir que esta cuarta versión de la Encuesta MUV Chile no me toma desprevenida. Sí, hay avances, más profesionalización, más emprendimientos, más presencia femenina en distintas áreas del vino. Pero también hay una verdad menos cómoda: el trabajo se multiplica, mientras el sueldo y la calidad de vida no lo hacen al mismo ritmo.
El estudio, desarrollado a lo largo de este año mediante entrevistas, encuestas y análisis de datos, reunió la voz de 302 mujeres de todo el país vinculadas al mundo del vino en sus más diversas áreas. El resultado muestra un panorama dual: avances innegables, pero también desafíos persistentes: Un 75% de las encuestadas trabaja activamente en la industria y un 35% lidera su propio emprendimiento. Estas son cifras alentadoras, pero si miramos más allá, solo el 3,1% ocupa cargos de Dirección Ejecutiva o Presidencia, y menos del 6% participa en áreas de Investigación y Desarrollo. Es decir, las mujeres seguimos siendo muchas, pero aún pocas en los espacios donde se decide el rumbo del vino chileno.
Y este contexto no ocurre en el vacío. La industria vitivinícola está viviendo un momento crítico a nivel global: regulaciones más intensas, competencia creciente y un cambio generacional profundo, donde el vino y los alcoholes en general son vistos casi con desdén por parte de las nuevas audiencias. Atrás quedaron los años de auge durante la pandemia; hoy la conversación es otra.
Por eso, estudios como este no solo importan: son urgentes. Nos permiten leer las tensiones de un sector que, más allá de la copa, se sostiene sobre realidades complejas. Porque el vino no es solo consumo, glamour o festivales de verano. Es trabajo de campo, es conocimiento técnico, es investigación, desarrollo, movilidad social, identidad territorial y expansión internacional. Es historia, y también futuro.
Las cifras de MUV Chile nos recuerdan que el vino también se escribe en femenino, pero que aún falta tinta para completar la historia. No basta con celebrar avances: hay que convertirlos en transformaciones reales, en liderazgos que permanezcan y en oportunidades que no dependan del sacrificio personal.
Si algo demuestran los datos es que las mujeres del vino no pedimos permiso para estar. Ya estamos aquí. Lo que falta es que la industria se atreva a reconocer plenamente ese valor, a brindar no solo por nosotras, sino con nosotras.
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