Señor Director:
Nunca he entendido por qué ciertas opiniones de particulares se colocan en los primeros lugares de la comunicación en los medios, como tratando de imponer temas en la opinión pública que a nadie le preocupan y que no son de interés primordial en el quehacer nacional.
Temas absolutamente rebuscados, de difícil justificación y comprensión y que son colocados, repetidas veces por encima de otros temas decisivos, como por ejemplo los que atañen a los serios problemas que ha tenido que enfrentar el actual gobierno para poder dar cumplimiento a la voluntad popular que lo eligió y a cumplir su accidentado programa.
Tal me pasa a menudo con los temas que coloca Carlos Peña que, en su complejo raciocinar viene intentando comparar a Donald Trump con “Monsieur Guillier” y colocar a ambos en el mismo común denominador de “demagogos”.
Yo nunca he concordado con las reflexiones de este señor y lo he estado aceptando sòlo como un referente minoritario de opinión pùblica, pero lo de ahora me pareció particularmente insólito desde el punto de vista comunicacional, ya que todos los medios estaban màs o menos de acuerdo en que el error de la política y de los políticos en Chile era, además de la corrupción, el no escuchar la voluntad y aspiraciones de la ciudadanía y, ahora, cuando sale alguien particularmente honesto y con intenciones de oìr ese llamado para atenderlo y construir un muro de costado a costado si fuera necesario, aparecen voces como la de este señor evocando al mismo Aristòteles para calificarlo de “demagogo” ( aunque “sin intención”).
No se entiende y creo que lo que falta es mayor claridad y respeto con las personas.
Julio Macari Hernández
Ingeniero Civil U de Chile
