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Mirando más allá de los muros de nuestras escuelas

Luis Ahumada, Mauricio Pino y Álvaro González
Por : Luis Ahumada, Mauricio Pino y Álvaro González Líderes Educativos, Centro de Liderazgo para la mejora escolar
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El sistema escolar chileno se encuentra en medio de un proceso de profundas transformaciones. Estas transformaciones han impactado y modificado las estructuras, sentidos y principios del sistema escolar. Un cambio fundamental, dentro de este proceso, ha sido promover y potenciar la colaboración entre diferentes agentes del sistema escolar, especialmente entre directivos. Esto es una cuestión que se hace sumamente compleja, principalmente por el contexto socioeducativo que ha primado en los últimos 30 años, basado en el supuesto que la competencia por matrícula sería el motor de la mejora.

Una iniciativa impulsada por el Ministerio de Educación para promover una cultura de la colaboración ha sido el desarrollo de redes escolares. En Chile existen antecedentes de esta política, donde destaca la experiencia de los microcentros rurales, que han sido capaces de coexistir frente a una cultura de la competencia, y prosperar a pesar de su encapsulamiento. Con el propósito de fortalecer un trabajo colaborativo y de reflexión colectiva que permita, entre otras, generar y transferir buenas prácticas y analizar procesos y trayectorias de mejoramiento escolar entre directivos escolares, desde 2015 el Ministerio impulsa la estrategia de Redes de Mejoramiento Escolar. Actualmente, existen más de 500 Redes de Mejoramiento Escolar en todas las regiones del país, cada una de ellas compuesta por entre 5 y 15 establecimientos, agrupando a más de 5000 establecimientos educativos en todo el territorio nacional.

El trabajo en red ha sido propuesto como una estrategia de mejoramiento educativo no solo en Chile, sino también en varios países del mundo. Sin embargo, el simple hecho de instalar sistemas de trabajo en red no asegura la mejora. Es más, la evidencia indica que el desarrollo de redes escolares puede resultar perjudicial cuando éstas no permiten una colaboración sincera y efectiva entre sus participantes. Parece evidente, pero se debe explicitar, que no basta con que los directivos asistan a las reuniones de red, sino que es clave que conozcan, compartan y estén comprometidos con él o los propósitos de las redes a las que pertenecen. Para ello, es muy importante que incidan de manera mancomunada en los objetivos de las mismas.

[cita tipo= «destaque»]Como toda estrategia, por si sola es insuficiente para transformar una cultura escolar. Si a esto agregamos que la lógica de la competencia ha sido una característica de nuestro sistema por muchos años, la situación se complejiza aún más. Sería ingenuo pensar que por el hecho de trabajar en red se podría desarrollar automáticamente una cultura de la colaboración en todo el sistema escolar.[/cita]

El aprendizaje en redes escolares permite expandir y desarrollar nuevas prácticas en los líderes educativos. Esto es fundamental porque el cambio de una cultura de competencia a una de colaboración requiere de líderes que piensen más allá de los muros de su escuela o liceo, desplegando una práctica innovadora que busque facilitar el aprendizaje entre establecimientos, preocupados por el mejoramiento de la calidad y equidad de la educación pública en todo su territorio, no sólo en sus establecimientos. La colaboración exige confianza, compromiso y participación, y depende también del capital social de quienes conforman una red. Por ello, este tipo de trabajo difícilmente pueda ser desarrollado por mandato de política pública.

Como toda estrategia de mejora, se requiere de un acompañamiento específico y constante. La experiencia e investigación internacional ha conceptualizado esta capacidad como Liderazgo Sistémico, la que es puesta en práctica a través de la creación de espacios de colaboración, como la construcción de comunidades de aprendizaje y en el aprendizaje en redes entre escuelas y liceos. En el contexto chileno, son los líderes sistémicos los llamados a acompañar el trabajo de las Redes de Mejoramiento Escolar, favoreciendo la generación de confianza, participación y colaboración entre los miembros.

Como toda estrategia, por si sola es insuficiente para transformar una cultura escolar. Si a esto agregamos que la lógica de la competencia ha sido una característica de nuestro sistema por muchos años, la situación se complejiza aún más. Sería ingenuo pensar que por el hecho de trabajar en red se podría desarrollar automáticamente una cultura de la colaboración en todo el sistema escolar. Además, considerando las políticas de financiamiento del sistema público, el que continúa promoviendo la competencia por matrícula escolar, se hace aún más difícil girar hacia establecer la colaboración como la forma primordial de relación entre los establecimientos educativos. No obstante, los principios del aprendizaje en red, que son los mismos que guían la transformación del sistema público de administración escolar, nos hacen mantener expectantes y esperanzados en que es posible apoyar y potenciar un cambio en la educación pública de Chile, donde se pueda dejar de ver al establecimiento vecino como una amenaza y lo empecemos a mirar como un par, un recurso para el aprendizaje mutuo, para un propósito moral mayor: apoyar y mejorar la educación pública de todos nuestros estudiantes.

http://www.lidereseducativos.cl/

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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