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Las barreras y temores que el caso de Katy Winter mostró siguen latentes en Chile Opinión

Las barreras y temores que el caso de Katy Winter mostró siguen latentes en Chile

María José Escudero
Por : María José Escudero Directora de Incidencia y Desarrollo Fundación Ronda
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La conmoción que generó el caso de Katy Winter estuvo acompañada de la vociferación de una serie de teorías que buscaron explicar qué motivó e influyó en la decisión de la joven. Sin embargo, sus padres fueron muy sensatos al dar luces del conflicto social que hay detrás de estos episodios y que nos hicieron reflexionar respecto a cómo el hostigamiento es un error que comete la gran mayoría de la sociedad y, por tanto, se hace difícil cuestionar que no lo hagan también nuestros hijos.

Es innegable que Chile está viviendo un contexto de mayor apertura y aceptación de la diversidad que ha sido marcado entre otros, por la migración, por los temas de brechas de género, de diversidad sexual, por nuevas leyes y también por nuevas convenciones sociales. Sin embargo el mayor nivel de conciencia, educación y empatía en cada uno de los que hoy conformamos nuestro pais, es fundamental y determinante para generar, normalizar y arraigar estos cambios culturales que están cristalizados sólo en algunos sectores y, en consecuencia, no han sido aún adoptados como valores prioritarios en la mayoría de nuestros vehículos de cambio, como lo son colegios y liceos, y que podrían sin duda gatillar un punto de inflexión concreto.

La diversidad e inclusión todavía predomina en el discurso porque recién empezamos a reconocer y a bajar las pesadas barreras de la desconfianza y del temor a la diferencia que históricamente nos han marcado. Hemos avanzado, pero queda mucho por hacer para desplazar la absurda disposición a levantar estereotipos y prejuicios sobre el otro, en lugar de reconocerlo distinto y hacernos cargo del respeto y la convivencia necesaria para el desarrollo. Como también entendamos la importancia de fortalecer nuestro amor propio como seres humanos, que aprendamos a tolerar la frustración, el miedo al fracaso o simplemente que desarrollemos la valentía necesaria para ser quienes somos, de forma auténtica y libre.

Esperamos que la cultura de agresión que vemos en los casos de bullying, como el de Katy, y de indiferencia, que sabemos es una derivada de ésta, hacia grupos como personas mayores, personas con discapacidad, migrantes, o simplemente la marginación que realizamos por el lugar o territorio que vivimos, sea tomada como una bandera de lucha urgente y constante por todos quienes podemos hacer una diferencia, para nosotros y nuestras futuras generaciones.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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