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Más allá de las fronteras, la cruda situación humanitaria en Africa

En una labor interesante, el director busca emocionar al espectador con recursos validos pero que comienzan a desvanecerse a medida que la proyección avanza y aparece un tono lastimoso escondido bajo una capa de humanitarismo.


Dentro del boom de películas que últimamente se han lanzado a explorar otras culturas -como la africana- y sus trágicas realidades, Más allá de las fronteras logra impactar de entrada con las potentes imágenes -como en un noticiario- de niños y mujeres muriendo de hambre y sed en Etiopía.



Sin embargo, y sustentada en el tema del humanitarismo, la cinta dirigida por Martín Campbell, roza la sensiblería barata intentado conmover a la platea con sus buenas intenciones. Secuencias como la de un niño en un alto grado de desnutrición a punto de ser devorado por un buitre, sólo se trasforman en excesos visuales que buscan la comprensión de espectador.



Sin bien la cinta está generada sobre la base de un guión relativamente competente y actuaciones solventes, su ligera y moldeable linealidad esquemática y argumental, provoca cierto desajuste entre lo que pretende entregar el realizador y lo que recibe el público, dando atisbos de un cine efectista y algo desgastado.



Más allá de las fronteras narra la historia de Sarah (Angelina Jolie), una americana que abandona las comodidades de su residencia londinense para viajar a Africa, decidida a ver la realidad del mundo y experimentar la pasión que ha despertado en ella -tras una visita a Inglaterra- Nick (Clive Owen), un doctor americano que lucha por los refugiados de guerra. Pero Sarah no tarda en darse cuenta la dura realidad de la vida de Nick, cuando llega al continente y ve las condiciones en las que trabaja.



Asombrada por el peligro al que se enfrenta todos los días, Sarah se compromete cada vez más con este hombre cautivador y absolutamente entregado a su trabajo. Sarah regresa a Londres y se dedica a recaudar fondos mientras intenta resucitar su matrimonio. Años después, cuando ya trabaja para una organización humanitaria, acepta la oportunidad de viajar a Camboya donde llevará comida, provisiones médicas y donde también podrá ver de nuevo a Nick.



Bajo la amenaza constante de caer en una emboscada, Nick y Sarah se sienten cada vez más unidos. Cuando el mejor amigo de Nick -Elliott (Noah Emmerich)- es brutalmente asesinado, se dan consuelo mutuamente. Pero a pesar del vínculo establecido, saben que deben separarse porque el trabajo de Nick es demasiado importante y peligroso para que permanezcan juntos.



Pasan los años y Sarah busca desesperadamente cualquier noticia de Nick, hasta que un día descubre que ha sido secuestrado por las fuerzas rebeldes en Chechenia. El amor que siente por él la obliga a ir en su búsqueda, a pesar del tiempo, la distancia que los separa y el peligro que sin duda alguna, tendrá que correr.



El filme de Campbell pretende crear conciencia sobre las complejas condiciones de vida que millones de personas experimentan injustamente debido a guerras, condiciones naturales y despreocupación de las potencias mundiales. En una labor interesante, el director busca emocionar al espectador con recursos validos, pero que comienzan a desvanecerse a medida que la proyección avanza y aparece un tono sensibloide, escondido debajo de una capa humanitarismo.



En resumidas palabras, la infaltable relación amorosa, incluida a la fuerza dentro del relato, termina por trabar completamente la historia. Extrañamente, la cinta que comenzamos a ver no es la misma que se pierde tras los créditos finales. El relato gira en 180 grados, para avocarse netamente hacia "el tormentoso amor" entre ambos y la heroica Sarah en busca de Nick, preso en Chechenia.



Más allá de las fronteras termina por traicionarse a sí misma. Relegando la idea original a un segundo plano y con un tono algo cursi en su desenlace, el filme pierde el horizonte, deja cabos sueltos y provoca cierto grado de inverosimilitud.



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