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Nave: La historia del centro cultural que le hizo un millonario a su hija en barrio Yungay

Nave: La historia del centro cultural que le hizo un millonario a su hija en barrio Yungay

El centro cultural, de categoría internacional, es obra de Rodrigo Peón-Veiga Herranz, un millonario empresario del transporte a la industria minera. De bajo perfil, Peón-Veiga donó 2.5 millones de dólares para habilitar un viejo edificio en barrio Yungay y convertirlo en uno de los centros de actividad artística más modernos del país. El centro cultural fija a la danza como una de sus actividades centrales, disciplina que cultiva la hija del nuevo mecenas del arte en Chile.


Un centro cultural único en Chile, no sólo por su arquitectura y foco artístico, sino por ser obra de un particular, se inauguró ayer en el barrio Yungay de Santiago, con la asistencia de altas autoridades del mundo de la cultura.

Se trata de NAVE, que se define como “un centro de creación y residencia que tiene como misión apoyar, colaborar y nutrir los procesos de creación e investigación de las artes vivas –danza, performance, música, teatro y todos sus cruces imaginables–, abriendo diálogos con otras disciplinas”.

La historia de su origen y desarrollo no tiene parangón en Chile y recuerda lejanamente el caso del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba), del empresario trasandino y mecenas Eduardo Constantini, que creó un lugar para el público a partir de la idea de exponer su colección particular de arte.

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Por Ley Valdés

En este caso se trata de un proyecto del empresario Rodrigo Peón-Veiga Herranz (Santiago, 1949), hijo de un inmigrante nacionalista español, que se hizo millonario prestando servicios de transporte a mineras como Codelco.

En 2009, Peón-Veiga buscaba una propiedad en el barrio Yungay para instalar lo que terminaría siendo NAVE. La propiedad elegida –en aquel momento en manos del empresario inmobiliario Olaf Ortúzar, la Universidad Católica y la familia Achurra- sería un edificio residencial en la esquina de Compañía y Libertad, que data de principios del siglo XX y que sufrió varios sospechosos incendios que terminarían expulsando a sus últimos habitantes en 2010.

Peón Veiga compró y comenzó una obra que duraría cinco años, a cargo del renombrado arquitecto Smiljan Radic (1965), en 1.400 metros cuadrados por un valor estimado de 2,5 millones de dólares, con un proyecto acogido a la Ley de Donaciones Culturales.

 

El regalo

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Javiera Peon-Veiga

Se dice que se trata de un regalo de Peón Veiga –un empresario que fue consultado para esta nota pero que prefirió no hablar y cultiva un bajo perfil- a su hija Javiera, una de las dos co directoras artísticas del lugar. Ella es sicóloga de la Universidad Católica, pero su pasión es la danza, con estudios en Gran Bretaña y Francia.

Eso explica que el foco de NAVE sea este género. De hecho una performance y un cortometraje del autodenominado Ministerio del Movimiento de Austria, integrado por el artista visual austriaco Daniel Zimmermann y la coreógrafa Amanda Piña, fueron parte central de la inauguración.

La directora artística de NAVE, María José Cifuentes, por su parte, explica el significa del nombre del lugar.

“’Nave’ es una palabra que integra diferentes conceptos: primero porque remite a una noción arquitectónica de un espacio; segundo porque es un concepto que nos permite imaginar diferentes versiones de lo que es nave, podemos visualizar desde un barco hasta una nave especial, ideas que integran el pasado y el futuro en una sola palabra”, dice. “En sí es una concepto que evoca al movimiento, un espacio que invita al flujo, al desplazamiento y la actividad, un nombre perfecto para un lugar versátil que invita a integrar la arquitectura y la danza”.

Trabajo artesanal

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La llegada al proyecto del arquitecto Radic, conocido por diseñar el afamado Restaurant Mestizo, tampoco fue casual. Su relación con los Peón-Veiga empezó hace más de una década, cuando le encomendaron la construcción de una casa en la playa: la Casa Pite (2005) de Papudo, una obra con una superficie construida entre interiores y exteriores de 1.200 metros cuadrados que tuvo un presupuesto de 26 UF por m2.

Esta vez, junto a la constructora de Felipe Gordo, realizaron un trabajo casi artesanal, a mano. Con un elenco estable de unos 10 trabajadores, incluido un restaurador, no se permitió el ingreso ni de grúa ni de otra maquinaria al interior.

“Respetamos la fachada, pusimos una sala contemporánea adentro. (Quisimos) que fuera una arquitectura potente, que tuviera protagonismo, pero que al mismo tiempo quedara en segundo plano cuando viniera la escena”, explica Radic.

El sitio de arquitectura Plataforma Urbana resalta que la propuesta de Radic “destaca por una azotea habitable de 750 metros cuadrados que contará con una carpa permanente” y “otros dos espacios: Caja Negra -capacidad para 600 personas de pie y gradería retráctil con 146 butacas- y Cubo Blanco -capacidad para 60 personas y una sala de ensayo”.

Cabe destacar que el lugar no sólo albergará las instalaciones artísticas, sino también a la Fundación Patrimonio Creativo, que administra el proyecto, y que es presidida por la esposa de Peón Veiga, María Teresa Petric.

Según el arquitecto, el proyecto demoró “por una administración de fondos. El proyecto de la Fundación también tenía que madurar, es un cuerpo que no tiene que ver con el edificio solamente sino con un avance de una Fundación que se va a alojar en un edificio”.

Por lo pronto, el nivel de conexiones de la Fundación en el mundo de cultura quedó a la vista en la inauguración. No sólo participó con un discurso el ministro de Cultura, Ernesto Ottone. También marcaron presencia en el coktail posterior la alcaldesa de la comuna de Santiago, Carolina Tohá, y la ex primera dama Luisa Durán, que ocupa cargos en varias entidades culturales como Matucana 100, entre otros.

El propósito final del lugar fue bien explicado por Petric en un discurso. “Siempre he sentido y pensado que la vida del artista es difícil, sin mucha retribución y con una permanencia fugaz de la obra. Por eso es que quisimos hacer un espacio donde no exista la presión del tiempo acotado, de la taquilla, donde el artista sea el protagonista, no la audiencia”.

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