Una investigación periodística de Tania Tamayo
En este libro que recrea el entorno y los sucesos que envolvieron la muerte de Manuel Gutiérrez, de 16 años, en el 2011, la autora busca con una narrativa de crónica literaria hablar también de las incongruencias de un país en donde la vida de un menor vale menos que otra, dependiendo de su procedencia.
En 2011, en plena efervescencia estudiantil, el homicidio del joven Manuel Gutiérrez enlutó al movimiento y remeció al gobierno de Sebastián Piñera. En Todos somos Manuel Gutierrez. Vida y muerte de un mártir de la democracia, (Ediciones B) una exhaustiva investigación periodística de Tania Tamayo, no solo se reconstruye el conflicto social que provocó la muerte de Manuel, o los pormenores del mismo, sino que también busca despejar el velo y mostrar al Chile oculto, al país incongruente, a la nación cooptada por el cristianismo evangélico, a la democracia «en la medida de lo posible».
«Es un libro que va desde lo más íntimo a temas colectivos y de país. Una democracia a medias, donde se muere un joven y a nadie la importa. Los medios de comunicación y aquella mirada clasista que hablaba de un “enfrentamiento”; la justicia militar y la desigualdad social ante la educación y ante la ley. Un gobierno que pretende manipular el tema. Y la iglesia Metodista Pentecostal que prefiere guardar silencio», dice la periodista como queriendo destacar que muertes como esta son más que el hecho puntual o su consignación estadística, así como tampoco un libro de investigación en solo eso.
Lanzamiento del libro
«De hecho, este libro tiene un registro narrativo distinto, de crónica literaria, donde vemos todo desde el punto de vista de la familia. Desde su vida privada. Una familia pobladora, conservadora y cristiana que se encuentra infaustamente con este dolor que termina cambiando sus paradigmas», explica.
En este texto, que fue presentado hace unas semanas por la periodista Carola Urrejola y por Félix Avilés -padre del estudiante Rodrigo Avilés que estuvo varios meses en coma al ser golpeado violentamente por el chorro del carro lanza agua de Carabineros- está presente la eterna rivalidad entre pobladores y carabineros. También el rol de las iglesias y de los políticos, cada con su tajada una tajada.
En el libro se reconstruyen las persecuciones en las villas que alguna vez se levantaron contra la dictadura y que siguen en pie. Los cacerolazos. El exceso de fuerza. Las barricadas. El fuego en la calle, como protesta, como espectáculo. Y los disparos, como el que terminó con la vida de Manuel, un rostro anónimo transformado en símbolo.
«En la historia hay momentos dramáticos» cuenta la periodista.»Relatos de miseria, machismo y abuso sexual, pero también de mucho amor y de una fe casi transformadora que los distingue y, en cierto momento, los aísla de la combativa población Jaime Eyzaguirre. Eso, hasta que un policía mata al integrante más amado de la familia, al único hijo planificado del matrimonio, al niño modelo que pertenecía al Coro y que llevaba a su abuela ciega al templo»:
Gracias a decenas de entrevistas Tania Tamayo logra constituir la vida de Manuel y de su familia, con momentos dolorosos como el disparo del cabo Millacura, la reanimación frustrada en la posta 4 de Ñuñoa cuando se corta la luz a media noche, el recorrido del cuerpo ya inerte, el momento en que los familiares abren clandestinamente el ataúd sellado dentro de la iglesia. Finalmente se aprecia el vuelco que dan los Gutiérrez que pasan de contemplación evangélica a la acción directa, adoptando una mirada abiertamente insurrecta.
«A ratos el relato es muy crudo, muy dinámico, casi sin respiro, entre las balas, la sangre y el fuego de la población. Pero en otros momentos es mucho más profundo. Se detiene en los personajes y sus historias, constituyendo casi una novela de no ficción con arcos dramáticos grandes en la historia de los personajes. Es como la historia del país desde los años sesenta y las soluciones habitacionales como la Operación Sitio, con un fuerte contenido social, hasta el día de hoy cuando algunas muertes siguen teniendo más valor que otras», reflexiona la autora.
