El artista chileno inaugura hoy una exposición en España junto a su esposa, la fotógrafa Andrea Jösch. En la muestra «Pequeñas historias de la vida conyugal» sus creaciones buscan «construir pequeñas historias de la vida cotidiana», desde el anhelo de superar el obstáculo que supone el hecho de que «vivimos en un mundo tan globalizado que, a veces, se nos olvida que las pequeñas cosas, los pequeños detalles, son lo importante», según la artista.
El artista chileno Jorge «Coco» González cuestionó, durante la presentación de una muestra suya en España, la anulación de la memoria histórica de su país que se ha producido al superarse la dictadura, un hecho que ha resumido en una frase: «Con la llegada de la democracia se nos olvidó, un poco, de dónde veníamos».
Ese hecho, «paradójico» a su entender, se constata por la circunstancia de que la producción artística chilena posterior a la dictadura se volcó inicialmente en una «carrera internacional» caracterizada por un intento de hacer creaciones universales apartando las raíces propias y por una apuesta por el individualismo, según González.
Un artista que, frente a esa corriente, aboga por una producción «más intimista» y que no renuncia a la «idea de pertenencia, que no de identidad», condicionado, según aclaró, por su trayectoria personal y profesional, en la medida en que no puede evitar estar marcado por lo que ocurrió en la época de la dictadura debido a su edad, pues nació en 1965.
Ese bagaje se refleja, en parte, en su trabajo, explicó al presentar ayer en Las Palmas de la isla de Gran Canaria la exposición «Pequeñas historias de la vida conyugal», que inaugura hoy junto a su esposa, la fotógrafa Andrea Jösch, en el Centro de Arte la Regenta del Gobierno Autónomo.
En esa muestra han hecho sus creaciones buscando «construir pequeñas historias de la vida cotidiana», desde el anhelo de superar el obstáculo que supone el hecho de que «vivimos en un mundo tan globalizado que, a veces, se nos olvida que las pequeñas cosas, los pequeños detalles, son lo importante», explicó Jösch, fotógrafa, académica y directora de Artes Visuales de la universidad Uniacc.
Si bien, tanto ella como su pareja han querido aclarar que, aunque partan de realidades particulares y propias, los mensajes de sus obras tienen el propósito de superar lo local y llegar a gentes de cualquier lugar del mundo, al entender que las inquietudes y los deseos de las personas, en última instancia, son extrapolables de un lugar a otro.
González es pintor y artista visual, con una larga carrera artística, según consigna el sitio de Artistas Plásticos Chilenos. Estudió Licenciatura en Arte con mención en Pintura en la Universidad de Chile entre los años 1984 y 1987. Fue alumno de Enrique Matthey y Rodolfo Opazo.
Entre 1987 y 1989 realizó ayudantía en los Talleres de Dibujo y Pintura de la Universidad de Chile. Destaca su participación en el Taller San Ignacio y como colaborador en eventos artísticos, publicitarios y de decoración. En 1990 se desempeñó como profesor en el Liceo Experimental Artístico. Desde 2005 se desempeña como director adjunto del Museo de Arte Contemporáneo de Chiloé y ejerce la docencia en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Bellas Artes de la Universidad Uniacc.
“Abierto a las múltiples influencias que afectan al arte chileno moderno y reconociendo la inexistencia de un lenguaje puro, su obra recupera elementos de la publicidad, del cómic, de la ornamentación, el cine y distintos momentos de la historia del arte”, indica el mismo sitio. “El artista mezcla no solo imágenes y técnicas pictóricas sino también materiales, produciendo conexiones entre lo pictórico y lo gráfico, lo texturado y lo plano, lo expresivo y lo racional”.
En la ejecución de sus pinturas utiliza el óleo, acrílico, esmalte, collage, traspasos de fotocopia, objetos cotidianos, madera, género, sobre tela y madera, agrega. “La división de espacios de la tela en planos geométricos, le permite presentar dentro de ellas, citas e imágenes de distinta procedencia que se asocian por su fuerza expresiva”.
