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Biocombustibles separan aún más a Álvaro Uribe y Daniel Ortega

Al concluir la sesión plenaria de la cumbre, Calderón, Uribe y Ortega intercambiaron opiniones sobre los biocombustibles.


Los presidentes de Colombia, Álvaro Uribe, y de Nicaragua, Daniel Ortega, sostuvieron este sábado un debate pacífico sobre la pertinencia o no de producir biocombustibles que ejemplificó el abismo político que los separa.



Durante la X Cumbre del Mecanismo de Diálogo de Tuxtla, que se celebra en la ciudad mexicana de Villahermosa (sudeste), Uribe defendió las ventajas que tiene ese procedimiento de obtención de energía en América Latina, mientras que Ortega lo criticó porque, a su juicio, acaba con la riqueza natural de la región.



La relación entre los Gobiernos de ambos países se ha tornado conflictiva tras las acusaciones mutuas sobre hechos derivados del ataque colombiano a un campamento de la guerrilla de las FARC en territorio ecuatoriano, ocurrido el pasado 1 de marzo.



El primero en polemizar sobre el asunto de los biocombustibles fue el mandatario nicaragüense, quien dijo estar en contra de la producción de ese tipo de carburantes en Centroamérica porque la prioridad debe ser la atención de la crisis alimentaria.



Señaló que es «un pecado mortal» hablar de producción de biocombustibles ante la coyuntura de escasez y altos precios de los alimentos en el mundo.



Uribe replicó que no es válido «hacer generalizaciones sobre la producción de biocombustibles», en una intervención ante los demás presidentes reunidos en Villahermosa, capital del estado de Tabasco.



El mandatario argumentó que en Colombia sí cuidan la selva, donde trabajan personas que han abandonado el cultivo de plantas destinadas al mercado de la droga.



«Sesenta mil familias campesinas estaban vinculadas con la droga y ahora son guardabosques», detalló Uribe, quien explicó que la elaboración de etanol y biodiesel ayuda a mejorar los ingresos de los pequeños productores en su país.



«El esfuerzo de Colombia es desarrollar la tecnología para producir biocombustibles y lo queremos compartir con otros (países)», agregó el mandatario.



Incluso fue más allá al señalar que cultivos específicos como la palma africana, usada para producir etanol, ayudan a Colombia «a sustituir la droga».



En la polémica terció el anfitrión del encuentro, el presidente de México, Felipe Calderón, que lamentó la actual coyuntura alcista de los precios de los alimentos.



El precio del maíz «se ha duplicado en un año y el trigo se ha triplicado. Esto está impactando la calidad de vida de nuestros pueblos», dijo Calderón.



El mandatario mexicano ha pasado de ser un ferviente defensor de los biocombustibles a mostrarse partidario de los de segunda generación, producidos a partir de materiales no comestibles como la celulosa, hierba, paja y algas.



Calderón se opone particularmente a las políticas orientadas a sustituir cultivos de alimentos, que se han dado en EE.UU. en un grano tan básico para millones de mexicanos como el maíz.



El Nobel de Química mexicano y experto en cambio climático Mario Molina «advertía el problema del uso de maíz para producir etanol. Estados Unidos decidió apoyar el maíz para producir etanol y eso impactó en el precio de maíz en México», reconoció Calderón.



Al concluir la sesión plenaria de la cumbre, Calderón, Uribe y Ortega intercambiaron opiniones sobre los biocombustibles.



«La ciencia y la tecnología no están al servicio de los pueblos mientras estemos sometidos al capitalismo mundial», apuntó Ortega.



«Tenemos millones de campesinos que no tienen legalizadas sus tierras, son víctimas de la voracidad», finalizó el mandatario nicaragüense.



Por su parte, el presidente de El Salvador, Elías Antonio Saca, señaló que «hay que sembrar más para alimentar» a los pueblos.



Antes del encuentro, el propio Saca había advertido que Centroamérica se enfrenta a una «tormenta perfecta», que aúna las crisis alimentaria y energética con la desaceleración económica en Estados Unidos, el principal socio comercial de la mayoría de estos países.



«La estabilidad de una Centroamérica en paz se pone en riesgo porque cada día estamos sufriendo los embates de esta crisis mundial», alertó Saca.



EFE

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