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La muerte del Partido Liberal

La fusión del Partido Liberal y la Unión de Centro Centro no significa que vayamos a renunciar a nuestras convicciones: siempre es adecuado luchar por ampliar las libertades de los chilenos, tarea por lo demás urgente y necesaria. Está agotada la estrategia, no el fin.


El pasado domingo 7 de abril se efectuó el último Consejo General del Partido Liberal. En él se aprobó su fusión con la Unión de Centro Centro, utilizando un acápite de la ley que permite, por esta vía, mantener la legalidad de dos tiendas políticas que obtuvieron menos del 5 por ciento de la votación en las regiones en que se encuentran inscritas.



Muchos de los que fundamos este partido consideramos que esta fusión, aunque legal, carece de legitimidad política. Por ello, y contando con la mayoría de los consejeros generales, consideramos inadecuado participar de esta ficción jurídica. Decisión acertada y determinante desde el momento que en el último Consejo de los Liberales se hicieron presentes sólo una decena de consejeros.



Además de constatar lo patético de este hecho, es necesario resaltar que los políticos liberales de mayor proyección política, los que fuimos el motor del partido durante su inscripción y en la campaña presidencial de Ricardo Lagos; los que presentamos candidatos en las municipales y en las elecciones parlamentarias, asumimos la cruda realidad: «el proyecto político que encarnó el Partido Liberal está agotado».



Eso no significa que el liberalismo no tenga oportunidad en Chile. Al menos el tipo de liberalismo que nosotros intentamos poner en práctica, ese que pone tanto énfasis en la libertad económica como en la política. Liberales hay en todas partes, es cierto, pero por años algunos estuvimos convencidos de que la mejor estrategia para consolidar nuestras ideas era un partido que se definiera exclusivamente como tal. El contexto histórico en el que hacemos política nos demostró lo contrario y fracasamos en aquello.



Pero eso no significa que vayamos a renunciar a nuestras convicciones: siempre es adecuado luchar por ampliar las libertades de los chilenos, tarea por lo demás urgente y necesaria. Está agotada la estrategia, no el fin.



Por eso los que alguna vez nos identificamos como la «generación de recambio», los que como jóvenes nos integramos a la Derecha Republicana, al Partido Nacional o a las filas del Partido Alianza de Centro Nacional Liberal, los que desde allí nos la jugamos por el regreso a la democracia e integramos los gobiernos de la Concertación, estamos observando el proceso que se produce al interior del Partido Por la Democracia, única tienda política donde personas como nosotros, con nuestra historia y principios, podría encontrar buen aire para continuar con su trabajo político.



Por lo demás está nuestra palabra empeñada de por medio, se podrán decir muchas cosas de este grupo de liberales, se puede cuestionar la eficiencia y hasta rechazar nuestra posición por un voluntarismo que raya en la ingenuidad, pero nadie puede jugar con nuestro honor. Apoyamos a Ricardo Lagos desde las elecciones primarias y nos comprometimos a trabajar con él hasta el último día de su mandato. La derrota de un proyecto político no es excusa para dejar de cumplir las promesas.



Hemos tenido un proceso de reflexión intenso y difícil, no es fácil tomar decisiones sobre materias en las que uno deja parte de su vida. Pero concordamos en una lectura de la realidad común y renovamos nuestras ganas de seguir luchando por nuestras ideas. Adoptamos una decisión tan dura como digna.



Las derrotas dejan lecciones y nosotros aprendimos la nuestra, aún tenemos mucho que dar y la falta de libertad en muchas áreas todavía nos quita el sueño, aún estamos vivos y coleando, resueltos a seguir en pie.



* Profesor de Historia, ex dirigente del Partido Liberal.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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