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Apec & Ceo Summit vs. Foro Social Chileno


Muchos dicen que esta globalización llegó para no irse nunca más y es así. Como lo fue la forma de globalización que experimentó el mundo a partir del Siglo XV, con la invención de la imprenta y el desarrollo de la navegación. Tres años y 14 días se demoró Sebastián Elcano en completar la vuelta al mundo; en 80 días lo hizo la imaginación de Julio Verne y en un par de escasos segundos lo hacemos hoy día con los satélites e Internet. Con la globalización se amplía el espacio en que nos desenvolvemos en común, desencadenándose diversos procesos de creación y muerte, de desarrollo e integración, en todos los ámbitos de nuestra existencia; así lo percibieron nuestros antepasados quienes, desde el viejo mundo, llegaron a integrarse con nuestros ancestros de esta parte del mundo.



Con la globalización, todas las lógicas de nuestra existencia social se expanden y replantean, las de dominación y de cooperación, las materiales y las espirituales, las del dinero y de las ideas, las de la economía y la cultura. En esencia, la única diferencia respecto al proceso de globalización que vivieron nuestros antecesores, es la velocidad del cambio. Somos la primera generación en la historia de la humanidad que vive en un mundo diferente a aquel en que nació, y cuando lo dejemos, tendremos realidades que aún no podemos imaginar.



Con la actual ola de globalización, las oportunidades crecen en todos los ámbitos de nuestra existencia. Uno de ellos es el comercio internacional. Es un hecho que su liberalización lleva a que cada cual se especialice en lo que hace mejor y a menor costo, con lo cual, los consumidores pagan menos y por ende les alcanza para más. Pero dicho proceso no está ausente de amenazas, con lo cual a cada identidad, individual o colectiva, a las comunidades ciudadanas y laborales, a las empresas y los Estados se les plantea el desafío de esclarecer oportunidades y amenazas, a efecto de discernir sus debilidades y fortalezas para hacerles frente en base a sus propios valores, intereses y objetivos.



En esta dinámica se ha ido generando la fundamentada percepción sin desconocerse sus beneficios, que lo que ha primado hasta ahora, han sido las lógicas de las finanzas y el comercio, en desmedro de otras, que obviamente no son de menor importancia. Todos somos testigos del creciente control que ejercen los grandes consorcios en base a un paradigma de maximización del lucro y acumulación desmedida, con la complacencia de quienes ejercen el poder político y comunicacional. El resultado de ello es más consumo, muchas veces inútil, irrespetando la naturaleza y más encima con vida de inferior calidad.



Este malestar con relación al tipo de globalización que estamos teniendo es mundial y de ahí que las manifestaciones contra la reunión de la APEC no fueron extrañas para nuestros conspicuos visitantes. Los sorprendidos fuimos los chilenos, incluyéndonos a los participantes del Foro Social. Jamás imaginamos que podríamos llegar a 60 mil personas en la marcha del viernes pasado y 8 mil en las actividades programáticas del Foro entre el sábado y el domingo, en tres centros de estudios que voluntariamente ofrecieron sus instalaciones.



Creemos importante la participación de Chile en el proceso de globalización del comercio y no deja de ser significativo que Santiago haya sido el lugar de encuentro de la APEC. Todo indica, que los jefes de Gobierno -llamados «líderes»- participantes en la reunión cumbre, junto a los representantes de las corporaciones privadas reunidos en CEO SUMMIT, lograron avances significativos en su único objetivo: la promoción del libre comercio. Pero a nosotros más nos interesa la globalización de la economía en aquellos aspectos relacionados con la solidaridad y el bien común universal, tal como lo decía Jacques Maritain, filósofo del Humanismo Cristiano y co-redactor de la Declaración Universal de Derechos Humanos.



Sostenemos que la organización del evento internacional por parte de nuestros funcionarios públicos, resultó satisfactoria, aunque con efectos molestos para el ciudadano común por la excesiva preocupación por la seguridad de los invitados. Los más preclaros exponentes del sistema chilensis estaban rebosantes de placer porque ahora «Chile es la vitrina del mundo».



Lo malo habría sido que, sobre la base de ese exitismo ramplón que nos caracteriza, particularmente a nuestras autoridades políticas, económicas y comunicacionales, los chilenos no tuviésemos presente los otros aspectos no tan «buenos» del proceso de globalización, profundizándose el error de que con el actual sistema imperante, se están haciendo bien las cosas para la mayoría del país, y que ello cuenta con el apoyo de toda la sociedad.



Contra todos los pronósticos, no sucedió así y la sociedad civil organizada, cosa que no había hecho desde la movilización social contra la dictadura, masivamente se congregó en las calles, con un estilo alegre, juvenil y creativo, para expresar su malestar con relación a la APEC, la presencia de Bush y las connotaciones negativas del proceso de globalización imperante. Marchamos libremente 60 mil individuos, sin el respaldo organizativo de ningún partido político ni de organismos públicos. Al final se opacó el límpido acto ciudadano, por la intromisión de unos pocos provocadores, quienes -buscando el protagonismo a cualquier costo- dejaron su estela de ruindad y destrucción, la que fue cubierta exageradamente por los ágiles medios de televisión.



Pero lo más significativo, por su trascendencia y proyección, fueron las 8 mil personas que estuvieron durante dos días compartiendo y discutiendo sus experiencias, sueños y propuestas con relación a los diversos ámbitos del «Chile que tenemos y el Chile que queremos», algo nunca visto en nuestro país.



Estamos plenamente satisfechos, ya que nuestra agrupación ciudadana participó activamente en la preparación del Foro Social con dos paneles y dos talleres que nos correspondió coorganizar en temas urbano-ambientales y territoriales. En salas llenas de participantes, la mayoría jóvenes, se debatió sin miramientos, notándose las ganas de seguir y el interés por continuar en esta senda germinadora del cambio de verdad.



Chile ganó con esta reunión de la APEC, ya que, de ahora en adelante, no solo cuenta la clase política, el idioma inglés, los grandes empresarios y los medios de propagación de sus ideas. La sociedad civil ha iniciado un proceso de reconstitución como actora, haciéndoles ver a los anteriores que existe voluntad para construir otro Chile, el mismo que aspirábamos cuando iniciamos la transición hacia la democracia.



Ahora dependerá de la capacidad de articulación ciudadana para que «llegue la alegría» a todos en un tiempo más.





Patricio Herman y Jorge Cisternas Z. son directores de la Agrupación «Defendamos la Ciudad».

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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