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Lo que está detrás de la pugna en la DC


Mucho se ha comentado por estos días lo que se juega el Partido Demócrata Cristiano en su próxima Junta Nacional. La definición del precandidato presidencial del sector ha enfrascado la discusión en torno a la ex canciller Soledad Alvear y el Presidente Nacional del Partido, Adolfo Zaldívar. Pero más allá de los liderazgos personales lo que está en juego tras esta disputa es mucho más profundo de lo que muchos dentro del propio partido suponen. Se trata, sin lugar a dudas, de una definición que puede marcar al PDC en lo que será su actuar dentro de los próximos meses.



Revisemos algunos de los hitos esenciales que podrían definir esta disputa. Por una parte se encuentra el liderazgo de Soledad Alvear, liderazgo que a estas alturas nadie discute y que se basa fundamentalmente en el apoyo ciudadano que ésta tiene (para muestra bastan dos recientes encuestas de opinión -IDEP-UNAB y CEP-, que la muestran en tercer lugar después de Michelle Bachelet y Joaquín Lavín). Pero lo más interesante de dichos sondeos de opinión radica en que dentro de aquéllos votantes que se inclinan por el propio PDC, Alvear consigue un apoyo sólido (59%) mientras que Zaldívar sólo consigue un ínfimo 4% del electorado DC, sólo superado por el ex Presidente Frei con un 11%.



Ello demostraría un par de asuntos que resultan relevantes de destacar. Resulta claro que la candidatura de Zaldívar es parte del intento por desconocer la opinión de los propios ciudadanos. El Presidente Nacional del PDC tiene a su favor el hecho de manejar las fuerzas internas de su propio partido (en especial de aquéllos que participan de la Junta con derecho a voto), pero sin duda tanto él, como gran parte de quienes tienen en sus manos dicha decisión requieren de hacerse eco de una supuesta legitimidad necesaria para poder ser electos.



El asunto parece simple pero no lo es. Zaldívar tiene un apoyo sólido en la estructura DC, pero carece de apoyo popular. Ello refleja un asunto de profunda significación ya que pese a tener un escaso 4% de apoyo popular posee, según el mismo lo ha señalado, un profundo apoyo de Presidentes Comunales y Regionales del Partido que serán quienes decidan su postulación, lo que sin lugar a dudas se debe a una excelente gestión como Presidente que logró colocar nuevamente al PDC como el partido más votado del país en las últimas elecciones municipales.



Claramente este es un caso de aquéllos en que las camarillas políticas cooptan los espacios de poder, olvidando la principal función que éstas tienen, a saber: la representación de los militantes, simpatizantes y electores de un determinado partido político. Quien desconozca esta realidad puede producir el triunfo de Zaldívar en la próxima Junta DC, pero al largo plazo puede provocar un profundo problema en su partido, ya que el desconocimiento antes señalado produce una deslegitimación y un alejamiento de la ciudadanía de los asuntos políticos, lo que a la larga puede ser más dañino para el PDC que cualquier otra cosa.



Evidentemente tras la candidatura de Adolfo Zaldívar está la posibilidad de tener un espacio de negociación de cupos parlamentarios en la próxima elección parlamentaria (especialmente respecto de la elección de senadores, debido a que el PDC se juega la reelección de varios connotados e importantes miembros de la Cámara Alta), pero se debe tener un especial cuidado con este tipo de maniobras que a estas alturas son percibidas por el ciudadano de a pie como altamente cuestionables.



Si Zaldívar, de imponerse en la Junta, logra negociar con Bachelet cargos parlamentarios a cambio de la bajada de su candidatura, puede ganar para el partido importantes cupos parlamentarios, pero a la larga para ello deberá necesariamente sacrificar a Alvear, dejando a grandes sectores de la población sin ser interpretados por lo que la ex canciller representa y generando un profundo malestar que sin lugar a dudas se verá reflejado en el apoyo futuro al PDC.



Ya se vio algo de ello con ocasión de la negociación de Zaldívar con el mundo PPD-PS, a cambio del enroque entre Marcelo Trivelli y Jorge Schaulsohn. El resultado fue la derrota de este último ante un débil Raúl Alcaíno, lo que en definitiva podría repetirse con la fuga de amplios sectores del electorado hacia otras candidaturas por no verse representados por Bachelet ni por Lavín, en caso de que Alvear quedase este fin de semana fuera de competencia. O, aún peor, la deslegitimación popular del PDC frente a sus militantes, electores y la base demócrata cristiana, algo que el propio Zaldívar ha contribuido con tanto éxito a lograr.



Alvear tiene una mejor opción para derrotar a Lavín en diciembre de 2005, debido a que la ex canciller no solo tiene la capacidad para hacerlo, sino que además cuando se entre en la dura competencia presidencial, Bachelet deberá intentar convencer a gran parte del voto DC que migrará a la opción de la derecha, tal como ocurrió en 1999, votos que no podrán ser recuperados y que sólo Alvear tendría como un verdadero capital propio.



Sin lugar a dudas, lo que está en juego es mucho más de lo que se percibe,y va más allá de lo que vemos sobre la superficie. Lo que se juega tiene que ver con la capacidad de representación de los ciudadanos por los partidos políticos, más aún si se tiene en cuenta que la última encuesta del IDEP-UNAB aparecida por estos días señala que un 59,6% de los encuestados no se identifica con ningún partido político.



Con lo anterior queda meridianamente claro que la opción de Zaldívar representa tal vez un triunfo a corto plazo para poder negociar con una futura candidata Michelle Bachelet, siempre que Zaldívar decida bajarse antes de una posible primaria, ya que de no hacerlo se reeditaría el viejo sueño de ciertos sectores allegados a Zaldívar que postulan un camino propio dentro de la Concertación. Algo que sería altamente perjudicial para poder conseguir un cuarto y exitoso gobierno de la coalición.



Winston Churchill señalaba que la democracia es la necesidad de doblegarse de vez en cuando a las opiniones de los demás. No vaya a ser que por intentar proyectos personales, que puedan indirectamente beneficiar a un partido a corto plazo, se termine dañando no sólo la opción de Soledad Alvear, quien ha demostrado con creces su capacidad para conducir al país, sino que la credibilidad del PDC y la opción presidencial de la Concertación. Ni más ni menos que eso está en juego en la Junta del Partido Demócrata Cristiano.





José Gabriel Alemparte Mery. Director Ejecutivo Corporación Solidaridad-Colina. Ex Vicepresidente Federación de Estudiantes Universidad Diego Portales.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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