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A propósito de las elecciones


A menos de un mes de que se realicen los comicios parlamentarios y presidenciales, cabe hacer algunas reflexiones acerca de la relación que se ha establecido entre los chilenos y quienes los representan.



En este sentido, llama la atención la preocupante distancia que se ha generado entre la ciudadanía y quienes deben resguardar sus intereses. Un proceso que, si bien es cierto, no afecta sólo a nuestro país, sino que está extendido en todo el mundo, no deja de ser motivo de atención y llama a tomar medidas.



La ciudadanía, hoy más informada y deseosa de participación, busca estrechar vínculos con quienes la representan. Y eso genera un enorme desafío para quienes desempeñamos la labor legislativa.
En esa línea, puedo decir como Presidente del Senado que me siento orgulloso de la labor que ha emprendido la Corporación que encabezo. Y es que las sucesivas presidencias de la Cámara Alta en los últimos años hemos hecho esfuerzos concretos por convertir al Congreso Nacional en una institución transparente y participativa.



Sabemos que el anhelo de hacer del Parlamento una «caja de cristal» debe estar precedido por un concepto de modernización de las estructuras, que dice relación – por ejemplo- a la manera de incorporarse a la tecnología, herramienta que permite a millones de personas acercarse al trabajo legislativo.



Nuestro Congreso ya inició su camino a la modernización. Hace ya varios años que creamos el departamento de informática, herramienta que ha posibilitado eficazmente a los chilenos no sólo conocer el desempeño de sus parlamentarios, sino adentrarse en el proceso de creación y desarrollo de las leyes que más tarde regularán su vínculo con la sociedad.



En el marco de ese mismo proceso de modernización, he impulsado como titular del Senado la creación de pupitres electrónicos, recurso que estará disponible a partir del próximo año y que posibilitará un trabajo expedito en Sala a los parlamentarios.
La reciente aprobación de las reformas constitucionales también ha ofrecido un marco para la relación entre los órganos del Estado y la ciudadanía. Así sucede con el artículo 8ÅŸ de la Constitución Política, que establece que son públicos los actos y las resoluciones de éstos.



No es menor la aplicación constitucional que como Parlamento le hemos dado a la citada norma, que contribuye en forma decisiva a lograr la debida transparencia de los elementos que componen el Estado.



El país y los medios de comunicación han sido testigo en las últimas semanas de la ardua lucha que esta Presidencia ha dado por establecer el principio de publicidad para las votaciones y sesiones del Congreso Nacional, dado que estamos convencidos que el secretismo es el germen de la corrupción y sólo puede ser erradicado mediante una acción transparente.



Hoy, cuando el país está a sólo semanas de elegir un nuevo cuerpo legislativo y de pronunciarse sobre un nuevo Presidente de la República, cabe retomar la discusión sobre el rumbo de los partidos políticos, que ya iniciado el siglo XXI requieren de una profunda reestructuración que los ponga a la altura de las necesidades y requerimiento de un nuevo tipo de ciudadanía, que ya no se conforma con discursos trasnochados y exige diligencia y eficacia a sus representantes.



Como Presidente del Senado, creo que este mismo ambiente electoral obliga a replantearse también los métodos que hoy el país utiliza para llevar a cabo sus procesos eleccionarios. Este es el momento de reiniciar la discusión para hacer realidad la necesaria trilogía del voto voluntario, la inscripción automática y la votación electrónica. Tres fórmulas que creo, profundamente, nos ayudarán a retomar la sintonía entre mandantes y mandatados.



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Sergio Romero P., Presidente del Senado.


  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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