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La leña y las centrales nucleares

Se necesita que los políticos y otros tecnócratas entiendan que la post modernidad no es usar la energía nuclear, sino que usar en forma sustentable nuestros recursos naturales y frenar la codicia desmesurada de los monopolios.


Por Hernán Sandoval*

El debate energético se ha restringido al tema de la energía eléctrica que representa menos del 30% del uso final de la energía y alrededor del 19%, si uno descuenta los combustibles usados para producirla. Además de restringido, el debate ha sido sesgado y no toma en cuenta que el 20% de toda  la energía consumida en Chile proviene de nuestra simple, democrática y tradicional leña. Esta representa el 60% de la energía consumida por los hogares chilenos -en promedio- para calefaccionarse, cocinar y calentar agua, según un estudio encargado por la Comisión Nacional de Energía a la Corporación Chile Ambiente, próximo a ser publicado.

La leña y otros combustibles vegetales, presentan la gran ventaja ecológica de utilizar el carbono ya presente en la atmósfera y no se está liberando carbono fósil (petróleo, gas, carbón piedra) desde las profundidades de la tierra, lo que representa un incremento neto del carbono que contribuye a generar el efecto invernadero.

Por otro lado, está siempre presente en  el debate el eventual aporte de la energía nuclear, aunque no contribuye en nada a la matriz energética actual. Es curioso, que se insista en la energía nuclear, que es cara, riesgosa y contaminante, pero no debería sorprendernos,  porque el uso de la energía nuclear es sólo posible a través de mega centrales sobre 1.000 megawatts de generación, que pertenecen siempre a grandes monopolios, con enorme capacidad de «lobby» entre los políticos y tomadores de decisiones.

La omisión de la leña en el debate tampoco debería sorprendernos, porque su explotación es una actividad desempeñada por decenas de miles de pequeños emprendedores que la talan, la dimensionan y la transportan a los centros de consumo que también son en su mayoría pequeños.

El uso de la leña en las ciudades, desde  Santiago hasta la XI región conlleva además, el grave problema de la contaminación del aire urbano,  por partículas gruesas (PM10) derivadas de su mala o incompleta combustión. Varias ciudades están prontas a ser declaradas zona saturadas por material particulado.

La situación es clara, cuando una actividad concierne un monopolio, el lobby que éste hace interesa a los actores políticos y sociales y se transforma en un tema de debate.  Cuando una actividad concierne a miles de pequeños productores y consumidores no sólo no interesa a nadie, si no que además lo que se menciona de ella son sus problemas y en el caso de la leña particularmente, la contaminación del aire intra-domiciliario y urbano.

Chile puede y debe hacer un uso eficiente y limpio de la leña. Hay tecnologías que permiten hacerlo. Sin embargo, para ello se necesitan políticas públicas que ayuden a los pequeños productores, que permitan garantizar la calidad de la leña, que financien la introducción de tecnologías adecuadas para quemarla y que permitan mejorar la calidad térmica de las viviendas,  principalmente en los hogares más modestos, que son los que más consumen leña.

Se necesita que los políticos y otros tecnócratas entiendan que la post modernidad no es usar la energía nuclear, sino que usar en forma sustentable nuestros recursos naturales y frenar la codicia desmesurada de los monopolios.

*Hernán Sandoval es Presidente de Chile Ambiente.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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