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Aristóteles contra Beyer

Antonio Leal
Por : Antonio Leal Ex Presidente de la Cámara de Diputados, Director de Sociología y del Magister en Ciencia Política, U. Mayor. Miembro del directorio de TVN.
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Enseñar a nuestros niños, desde los primeros años de su formación escolar, cuando se aprende a leer y se dan los primeros pasos de la construcción de imaginarias sociales, que lo que hubo fue simplemente un régimen militar y no una dictadura es un intento de liberar a este período histórico de su esencia: el terrorismo de Estado, los crímenes de lesa humanidad por la cual la dictadura de Pinochet fue condenada ininterrumpidamente por la ONU durante 17 años.


El ministro de Educación Harald Beyer ha justificado el reemplazo del concepto de dictadura militar por el de régimen militar, en la formulación de textos y programas hasta 6º básico, diciendo simplemente que se utiliza el concepto mas general y tratando de restar significado político y ético a la operación que hay detrás de este intento de tergiversación de la historia.

Detrás de esta iniciativa del Ministerio de Educación, en especial desde el mundo de la derecha civil que participó en altos cargos de la dictadura y que hoy es parte del gobierno de Piñera, es el esfuerzo, meticulosamente pensado, por reescribir y reinterpretar la historia. Enseñar a nuestros niños, desde los primeros años de su formación escolar, cuando se aprende a leer y se dan los primeros pasos de la construcción de imaginarias sociales, que lo que hubo fue simplemente un régimen militar y no una dictadura es un intento de liberar a este período histórico de su esencia: el terrorismo de Estado, los crímenes de lesa humanidad por los cuales la dictadura de Pinochet fue condenada ininterrumpidamente por la ONU durante 17 años, los crímenes que traspasaron las fronteras, las violaciones extremas a los derechos humanos, la cancelación de las libertades y de las instituciones republicanas.

[cita]Enseñar a nuestros niños, desde los primeros años de su formación escolar, cuando se aprende a leer y se dan los primeros pasos de la construcción de imaginarias sociales, que lo que hubo fue simplemente un régimen militar y no una dictadura es un intento de liberar a este período histórico de su esencia: el terrorismo de Estado, los crímenes de lesa humanidad por la cual la dictadura de Pinochet fue condenada ininterrumpidamente por la ONU durante 17 años.[/cita]

Hablar solo de régimen militar es también un intento por esconder la presencia de los civiles que gobernaron con Pinochet, blanquear a quienes incitaron y decidieron el Golpe de Estado, liberar de responsabilidad política a quienes controlaron, con los militares, todo el poder y los negocios y concentrar en los militares de la época toda la responsabilidad de lo acaecido, presentando lo ocurrido como excesos cometidos por los militares y liberando de toda responsabilidad a una derecha política que compartía ministerios claves en lo político y en lo económico y que fue el sustento social e ideológico de la dictadura.

No sé si el ministro Beyer capta plenamente, dada su inexperiencia política, que al justificar y avalar esta operación de tergiversación de la historia, nacida en el seno de su propio Ministerio, asume una enorme cuota de complicidad y ensucia su impronta ética para ser el interlocutor válido del gobierno en el gran objetivo de la reforma educacional que será, también el 2012, el principal factor de movilización de la sociedad chilena.

Es más, el silencio mantenido por el propio Presidente Sebastian Piñera lesiona y resta total credibilidad a la imagen liberal que el ha construido de sí mismo y que se constituyó en el plus que permitió a la derecha ganar las últimas elecciones presidenciales. Es en su gobierno donde se intenta concretar este anhelado objetivo de los políticos e intelectuales de la derecha de cambiar la interpretación de la historia de los años de la dictadura.

La explicación del ministro Beyer es carente de relevancia intelectual y contradice toda la elaboración que por siglos ha hecho la Ciencia Política. Decir que el cambio obedece a que se utilizará el concepto “mas general” de régimen militar implica que Beyer da supremacía a una nueva clasificación de los regímenes políticos en militares y civiles y ambos desprovistos de los aspectos de contenido y de valores que ha servido a la Ciencia Política para establecer la tipología de los regímenes políticos en la historia antigua, moderna, contemporánea y aún mas reciente.

Ya alrededor del 350 antes de Cristo, en la antigua Grecia, Aristóteles – con mayor rigor intelectual por cierto que el que utiliza en su clasificación el ministro Beyer– distinguía entre monarquía, aristocracia y democracia, pero establecía aún mayores precisiones. A cada una de estas clasificaciones correspondía una forma corrupta: tiranía, oligarquía y demagogia. La filosofía política neoaristotélica fue tan importante que predominó hasta el inicio del Renacimiento, hasta el surgimiento de la filosofía de la duda, de la explicación de la razón. Por su parte Montesquieu planteó otra clasificación: República, Monarquía y Despotismo y señaló que los “principios” de estos regímenes son la virtud, el honor y el miedo. Importantes son los aportes de Polibio, Santo Tomás de Aquino, que retoma a Platón, Hobbes, Maquiavelo, los que en sus respectivas épocas establecen categorías de regimenes políticos basados en la esencia y no en los uniformes.

Desde la Ilustración, con Rousseau, la Revolución Francesa, las Declaraciones Americana y Francesa de los Derechos del Hombre, se acentúa el tema de los valores y de la dignidad kantiana del hombre moderno. La democracia, como norma y valor, es el centro de toda clasificación de regímenes políticos y ella es la principal contraposición a la multiplicidad de regímenes autoritarios, de diversa matriz ideológica, surgidos en el siglo XX entre los cuales al propio régimen de Pinochet.

Numerosos autores, que han estudiado en la segunda parte del siglo XX las democracias como regímenes políticos, como Duverger, Aron, Bobbio, Arendt, Habermas, Rawls, Dahn, Sartori, Huntington, entre muchos otros, han incorporado temas como el pluralismo, el rol de la ciudadanía, el principio de la legalidad, el funcionamiento de las instituciones, la cuestión social,  el respeto a los Derechos Humanos de primera, segunda y tercera generación, como elementos distintivos de diversas clasificaciones, y aún mas recientemente los autores que tratan el tema de la globalización y la revolución digital de las comunicaciones, como Beck  y Castells, para nombrar solo dos, han profundizado en los nuevos alcances de la ciudadanía y la democracia  en la era global y de las Nuevas Tecnologías de la Información, pero ninguno ha establecido como patrón predominante de clasificación de los regímenes políticos el de regímenes militares y civiles a lo que aduce el ministro Beyer. Democracia y dictadura, en sus diversas acepciones, han sido el eje y la base de clasificación de los regímenes políticos contemporáneos.

La historia de América Latina está, por lo demás, plagada de regímenes militares y de  civiles que fueron dictaduras o tiranías de acuerdo a su esencia, a los valores y todo ello desmiente la clasificación que propone hoy el ministro Beyer para eliminar de la enseñanza el término dictadura universalmente establecido, incluso en las resoluciones de la ONU y de otras instancias internacionales, respecto al régimen que encabezó Pinochet.

Lo aconsejable y digno sería que el ministro Beyer revisara su concepción, propusiera eliminar la clasificación inventada ad hoc por la Sra. Fontaine y repusiera la verdad histórica: el régimen de Pinochet fue una dictadura, una de las más cruentas y crueles del siglo XX, aunque ello duela a aquella parte de la derecha que participó de este régimen y que busca un atajo burocrático para evitar cualquier autocrítica y aunque ello impida cumplir con un supuesto compromiso de este gobierno con la derecha dura y el militarismo pinochetista para cambiar por decreto la  historia de 17 años de la vida del país. Justamente la memoria de que este país vivió una dictadura debe servir para el nunca más a regímenes que asesinen por pensar distinto. Si así no ocurriera, la base subjetiva de la democracia se haría más frágil.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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