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Grupo social y exclusión

Por: Marcela Flotts D., Directora Escuela de Trabajo Social, Universidad Andrés Bello


Señor Director:
 
Recientes estudios sobre la sociedad chilena y las nuevas configuraciones para la clasificación socioeconómica, muestran la diversidad de la clase media y lo difuso de sus límites. Pero además muestran lo frecuente que es que los chilenos nos consideremos como parte de este grupo social: ni los más ricos, ni los más pobres.

Pese a esto, cada año nos asombramos por las profundas diferencias de los puntajes PSU entre establecimientos particulares y municipales. Lo asombroso, sin embargo, son aquellas brechas que ya se encuentran instaladas y que, aunque nos molestan y no asumimos desde nuestra vereda de clase media, tendemos a reproducir de forma cotidiana.

Comprendernos como sociedad será siempre relevante para avanzar hacia aquellas transformaciones sociales que permitirán hacer de Chile un país desarrollado. Y no sólo en términos macroeconómicos o en comparación a naciones vecinas, sino desarrollado también en convivencia y trato entre nosotros.

En ese sentido, la adscripción a una clase social marca diferencias, hace “visible lo invisible” de la desigualdad que existe en el país. “Pertenecer” a un grupo social no sólo incluye/excluye a las personas a ciertos espacios de acuerdo a su nivel de ingreso, también determina sus relaciones sociales en cuanto al trato, la dignidad y las formas de convivencia. Así, el respeto y la confianza hacia “otros” está marcada por dónde vivimos, dónde estudiamos y una serie de otros “signos” de clase que agudizan la estigmatización y la falta de oportunidades –reales– de un importante sector de nuestro país.

Las cifras son claras y difíciles de ocultar. El desafío está en dejar de asombrarnos y comenzar a actuar.
 
Marcela Flotts D.
Directora Escuela de Trabajo Social
Universidad Andrés Bello

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