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Carta abierta por la muerte digna Opinión

Carta abierta por la muerte digna

Vlado Mirosevic
Por : Vlado Mirosevic Diputado Partido Liberal de Chile
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Chile ha sido sordo. De una sordera cómplice con la crueldad. Los dogmas o la indolencia han podido más. Mientras muchos padecen sufrimientos y dolores propios de enfermedades brutales, otros tantos se contentan con imponerles su particular creencia sobre la muerte natural, siendo incapaces de ponerse en el lugar ajeno. Aquello no es solo un acto inhumano o poco compasivo, sino que también es un atentado a la libertad individual y a la dignidad de las personas.


Chile debe escuchar la voluntad de los pacientes y respetarles su libertad individual para decidir con autonomía sobre una muerte digna. Muchos son los casos de pacientes con enfermedades terminales o tremendamente dolorosas que suplican a la sociedad chilena que se despenalice la práctica de la eutanasia en el país.

El grito desesperado que clama por libertad para el buen morir ha venido de la adolescente de 16 años Valentina Maureira, del dirigente político Manuel Almeyda, y ahora último de la joven Paula Díaz. Muchos otras voces anónimas han clamado por lo mismo en la intimidad de sus familias y frente a sus médicos. Todas ellas han chocado con la dureza de una legislación conservadora, invasiva y brutalmente inhumana.

Chile ha sido sordo. De una sordera cómplice con la crueldad. Los dogmas o la indolencia han podido más. Mientras muchos padecen sufrimientos y dolores propios de enfermedades brutales, otros tantos se contentan con imponerles su particular creencia sobre la muerte natural, siendo incapaces de ponerse en el lugar ajeno. Aquello no es solo un acto inhumano o poco compasivo, sino que también es un atentado a la libertad individual y a la dignidad de las personas.

Es nuestro deber resguardar un espacio de autonomía personal donde ni el Estado, los parlamentarios ni las iglesias tengan derecho a interferir. Sobre ese espacio la sociedad no tiene nada que decir. Esta vieja idea anhelada por Stuart Mill en su Ensayo sobre la Libertad, ha costado siglos en su comprensión, pero se abre paso firme en las sociedades liberales y democráticas de nuestro tiempo.

Pero no basta con el derecho de la persona en estado terminal de denegar su voluntad para someterse a cualquier tratamiento que prolongue artificialmente su vida, lo que podríamos llamar eutanasia pasiva, sino que además es necesario abrir la opción a ese paciente de optar por tratamientos cuyo objetivo sea la aceleración artificial del proceso de muerte, evitando con esto un sufrimiento innecesario.

[cita tipo=»destaque»]Pero no basta con el derecho de la persona en estado terminal de denegar su voluntad para someterse a cualquier tratamiento que prolongue artificialmente su vida, lo que podríamos llamar eutanasia pasiva, sino que además es necesario abrir la opción a ese paciente de optar por tratamientos cuyo objetivo sea la aceleración artificial del proceso de muerte, evitando con esto un sufrimiento innecesario.[/cita]

Es por esto que hago un llamado transversal a todos los sectores de la política chilena, que crean en las libertades individuales, a que reimpulsemos el proyecto de ley que despenaliza la eutanasia en nuestro país y así escuchar de una vez por todas este grito desesperado por reponer la dignidad y la libertad. En ese plano, es bastante probable que se logre configurar una mayoría parlamentaria que apruebe este proyecto, independientemente de la posición que muestre el próximo Gobierno o futuro ministro de Salud, debido a que el proyecto no requiere de altos cuórums. La meta es alcanzable.

Este debate no puede esperar más. Muchos son las personalidades que se han manifestado a favor de superar estos dogmas y abrir paso en la legislación a las plenas libertades individuales. El científico Stephen Hawking es el ícono a nivel mundial. En Chile, Agustín Squella y hace muy poco la escritora Malú Sierra, por nombrar algunos. En el mundo político, desde el canciller Muñoz al diputado Torrealba de Renovación Nacional.

La posibilidad de una muerte digna, sujeta a la conciencia de cada quien, debe ser despenalizada y con esto se debe hacer costumbre en la sociedad chilena el respeto a la autonomía personal y la dignidad.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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