El senador UDI dice comprender a los familiares de las víctimas de violaciones a los derechos humanos que se oponen a la propuesta, pero asegura que no está propiciando un indulto o impunidad, sino que se trata de un acto de clemencia y perdón. Dice que están disponibles a hacerle modificaciones, pues su objetivo último es avanzar en la reconciliación del país.
El senador Hernán Larraín (UDI), uno de los promotores del proyecto para reducir las penas de los ex uniformados involucrados en violaciones a los derechos humanos durante el régimen militar, está convencido que para tener una verdadera reconciliación, es necesario perdonar.
En entrevista con El Mostrador.cl afirma que su propuesta -presentada el martes en el Parlamento- no busca el indulto ni la impunidad de los responsables, sino que entregarles determinados beneficios a quienes ya han cumplido un castigo -presidio de al menos 10 años- y quienes no ocupaban altos cargos en organismos que violaron los DDHH.
El año pasado Larraín fue uno de los que promovió y gestionó el proyecto que le otorgó beneficios de similares características a un grupo de condenados por delitos terroristas con móviles políticos.
Y si bien reconoce que es respetable la opinión de quienes sostienen que ambos sectores no son equiparables, también cree que todos los crímenes son atroces. Por ello, cree necesario tener un "criterio objetivo de clemencia, de misericordia".
La iniciativa requiere mayoría simple para ser aprobada, vale decir, 25 votos en el Senado. Sin embargo, el senador gremialista asegura que están dispuestos a introducirle modificaciones con tal de que obtenga un respaldo más amplio. "Si hay que ir precisando o afinando el proyecto para concitar una mayor adhesión estamos abiertos a hacerlo", asegura.
-¿Por qué proponer ahora, precisamente, un proyecto para reducir las penas de los ex uniformados? No sólo llama la atención que se haya hecho en un año electoral, sino que también en septiembre, un mes con alto simbolismo.
– No hay ningún cálculo de ese tipo. Simplemente, este proyecto lo empezamos a estudiar cuando se despachó el segundo proyecto de los presos políticos que habían cometido delitos terroristas. En esa oportunidad anuncié la intención de mandar un proyecto referido a otros sectores para generar un mayor equilibrio y justicia.
El texto fue analizado por la Concertación y se fue dando un proceso natural, independiente de las fechas del año calendario. Cuando el proyecto estuvo maduro y comenzó a trascender su contenido tomamos la decisión de presentarlo, sino probablemente lo hubiéramos hecho una semana después. A lo mejor, si lo hubiéramos pensado no lo hubiéramos sacado en septiembre porque se puede prestar para alguna conexión con el 11.
-Pero la idea fue discutirlo ahora, mientras Lagos es Presidente que después, cuando eventualmente asuma Michelle Bachelet…
– No hay ningún cálculo en ese sentido y además no manejamos los tiempos legislativos.
– ¿Con qué respaldo cuenta el proyecto en el Parlamento?
-El proyecto necesita una mayoría simple para ser aprobado y supongo que tendremos un buen respaldo, porque lo han firmado senadores de la Concertación. Y la idea es que sea aprobado por la mayor cantidad de personas, porque un proyecto de estas características no debe ser aprobado por una mayoría muy estrecha.
-¿Cuál es la finalidad última de la iniciativa?
-Abrir un debate para buscar soluciones a los temas de derechos humanos que permita, a través del perdón, de la clemencia, de la compasión, mejorar en la reconciliación nacional, mejorar el clima de convivencia y llegar a la paz social. Y si hay que ir precisando o afinando el proyecto para concitar una mayor adhesión estamos abiertos a hacerlo.
«Todos los crímenes son horrorosos»
-¿Qué parte del proyecto usted percibe que provoca un mayor rechazo en la Concertación?
– Creo que existe la percepción de que no se puede equiparar la situación de los ex uniformados a la de los beneficiados anteriores. En un caso se trata de terroristas de Estado y en el otro se trata de terroristas privados. Ese es un tema respetable. Pero en los casos anteriores yo no quise entrar en el análisis de cada uno de los delitos que se habían cometido porque el tema es tener un criterio objetivo de clemencia, de misericordia. Y eso significa guiarse por los antecedentes generales. No se trata de entrar en una competencia de cuál tipo de crímenes es más horroroso, porque todos son atroces. Y en una situación normal yo no estaría propiciando el indulto ni aprobaría la libertad condicional de ninguno: ni de los que fueron beneficiados por la otra ley, ni por ésta.
La única consideración que hay que hacer es que además de la responsabilidad directa que tuvieron los hechores, hubo una responsabilidad social por el hecho de haber estado viviendo un período de violencia que fue legitimado por acción o por omisión en distintos ámbitos de nuestra sociedad desde la década del 60.
Los pasos para la reconciliación
-¿Eso es un atenuante?
– No, eso explica porqué hay que hacerlo, sumado al hecho de la necesidad de ir dando pasos para una reconciliación. Yo entendí que lo que estábamos haciendo con este grupo de terroristas (beneficios carcelarios a los ex presos políticos) era un gesto que se hacía a ese sector. En esa misma línea surge este proyecto: es un gesto a otro sector que se ve involucrado en hechos repudiables. Horribles. Y en la medida que seamos capaces de hacerlo -en el supuesto que haya verdad, justicia y un castigo duro- nos permita pensar que es posible entrar en una situación de perdón.
-El senador Edgardo Boenninger señaló que entendía la negativa del Partido Socialista de apoyar este proyecto ¿usted también entiende?
– Absolutamente, entiendo el rechazo y el dolor que le produce a los familiares de las víctimas, porque es muy fuerte para ellos. Pero cuando yo aprobé la otra iniciativa recibí testimonios muy desgarradores de las víctimas de los atentados de esos presos. No tengo palabras para eso más que de comprensión. Creo que uno tiene que pensar qué es lo mejor para Chile. Pero yo no propicio los indultos ni la impunidad.
No hay que pedir perdón para ser perdonado
-¿No cree que antes de presentar un proyecto de ley de estas características, los ex uniformados debieran hacer algún gesto de perdón? Porque hasta ahora los gestos los ha hecho Cheyre, que no tuvo ninguna relación con la violación a los derechos humanos
– Tú no puedes exigirle a nadie que haga gestos. No puedes decirle a nadie que pida perdón ni pedirle a otros que perdonen. Yo creo que esas cosas nacen de cada cual. Pero en este proyecto, aparte de los requisitos mencionados, está la exigencia de la renuncia a la violencia, que es una manera de hacer un reconocimiento a lo que han hecho. Esto supone de parte de quienes van a recibir beneficios un testimonio de rechazo a lo que han hecho. Pero no se le puede pedir lo mismo a quines no están involucrados en el proyecto.
-Claramente, el pedir perdón es un acto que nace de cada uno. Pero este proyecto supone cierto grado de perdón. ¿Cómo es eso de entregar perdón a quien ni siquiera a pedido disculpas?
-Eso depende. Yo creo que no está en la esencia del perdonar el hecho de que quien te hizo daño te pida perdón, ya que el perdón se puede otorgar sin que te lo pidan. Lo que un grupo del Partido Socialista, los menos, no entiende es el significado profundo del perdón. Me parece que todavía hay resentimiento y algunos ya no conjugaron más el verbo perdonar. No existe la misericordia, ni la compasión. No existe la clemencia. Sólo está la dureza del corazón.
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