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Ante todo… personas Opinión

Ante todo… personas

María José Escudero
Por : María José Escudero Co-Fundadora y Directora de Incidencia en Fundación Ronda
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En los últimos meses hemos visto como los temas de diversidad e inclusión se escuchan cada vez con más fuerza. Mirando un poco hacia atrás, también podemos percatarnos cómo se han ido haciendo realidad proyectos de ley que -hace un par de décadas- ni en el más positivo ni esperanzador de los sueños hubiésemos imaginado para nuestro país.


Uno de estos ocurrió hace 5 años con la esperada Ley Antidiscriminación (llamada también como “ley Zamudio”), otro fue la reciente aprobación de la Ley de Reserva de Cuotas para Personas con Discapacidad, mientras que también podríamos considerar el proyecto de una nueva Ley de Migración; y que decir de la reciente firma y envío al congreso -por parte de la Presidenta Michelle Bachellet- del proyecto de ley de Matrimonio Igualitario entre personas del mismo sexo, que contemplan además la opción de adoptar.

Sin duda alguna, nuestro país ha dado grandes pasos en estas materias, y podemos ver como todas estas leyes y reformas tienen un mismo principio o idea base: el que todas las personas tengan plena participación e igualdad de oportunidades; pero lamentablemente sus efectos no suceden mágicamente al ser promulgadas, de hecho, no garantiza nada, ya que el tema requiere una vuelta un poco más profunda, en la que cada uno de los que somos parte de la sociedad decidimos abrirnos al cambio, a ver estos temas desde otra perspectiva, una desconocida y que muchas veces resistimos o sentimos rechazo, porque hemos erróneamente aprendido a sentir miedo de lo diferente.

Tengo la firme convicción que tú y yo podemos ser agentes claves en este engranaje y para eso no necesariamente tendríamos que donar millones de pesos, ni ser activistas tiempo completo. Bastaría solamente en hacer algunos ajustes y desaprender algunos conceptos que hoy nos hacen estar inconscientemente “remando para el otro lado”.

Un ejemplo significativo es el del uso correcto del lenguaje, donde podemos transformar nuestro entorno al cambiar el cómo nos expresamos cotidianamente, el saber cómo referirnos sobre otra persona no solo nos quita incomodidad, sino también nos ayuda a no “mostrar la hilacha “en temas de inclusión y diversidad.

En el caso de la discapacidad, el termino validado por la ONU y SENADIS, es persona con discapacidad o persona en situación de discapacidad (al cual se le agrega como apellido el tipo de discapacidad, por ejemplo, física, cognitiva, sensorial, etc.); la forma incorrecta de mencionarlo es “capacidades diferentes, minusválidos, enfermos, lisiados, postrados, etc.” También puedes referirte en específico como persona sorda, persona ciega, persona con síndrome de down, nunca como “sordomudo, cieguito, mongólico”.
El termino correcto es personas mayores en lugar de “abuelitos, viejito o ancianos”. Se dice persona en situación de calle y no “vagabundo, pordiosero o vago.” Se dice Personas migrantes, extranjeros o personas en situación migratoria irregular, en lugar de “ilegal o indocumentado.” Puedes referirte a persona privada de libertad o persona que tuvo conflicto con la ley, no uses “preso, infractor de ley o delincuente.”
Se puede hablar en general a orientación sexual, diversidad sexual o se usa directamente comunidad LGTB (Lesbiana – Gay – Transexual – Bisexual). No se dice, “opción sexual, grupo minoritario, condición sexual o gay para generalizar.”

Finalmente, lo que podemos entender como factor común en estas buenas prácticas del lenguaje, es que siempre se antepone el termino persona, ya que eso es lo único en que todos somos iguales, el ser personas, y que si respetamos este derecho rompemos con las cadenas que generamos a un otro al poner por delante una “etiqueta o condición” ante lo que es realmente, a su esencia, y esas características únicas e irrepetibles que nos enriquecen como sociedad.
Definitivamente estamos en un punto de inflexión como sociedad, algo increíble y maravilloso está sucediendo, estamos eligiendo hacernos cargo y ver algo que siempre ha estado ahí pero que era más “fácil” o “cómodo “ invisibilizar. Estamos cada vez más cerca de lo que en Fundación Ronda denominamos “Efecto San Francisco” que es lograr ser una sociedad donde podamos ser nosotros mismos sin ser juzgados. El lenguaje constituye realidad, para qué no querríamos crear una que fuese inclusiva? Y lo mejor que es gratis!!

 

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